“Que sintamos hambre de
Dios, para comprender al que pasa hambre de pan, trabajo,
dignidad”
El domingo 29 de mayo, en
horas de la mañana, cientos de fieles se congregaron en la Catedral Basílica y
Santuario de Nuestra Señora del Valle para celebrar la Solemnidad de Corpus
Christi, bajo el lema “Misericordiosos como el Padre”, en el marco del Año
Jubilar de la Misericordia propuesto por el Papa Francisco, el Año Diocesano
del Compromiso Cívico y Ciudadano y el Bicentenario de la Independencia de la
Patria.
Los actos litúrgicos dieron
inicio con la Santa Misa, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc,
y concelebrada por sacerdotes del Decanato Capital, en el atrio del templo
catedralicio, abarcando el Paseo de la Fe.
Antes de la Liturgia de la
Palabra, el Pbro. Sergio Chumbita leyó el decreto de designación de los
Ministros Extraordinarios de la Comunión de las distintas parroquias, que tendrán
la
misión de colaborar con los sacerdotes en la distribución de la Eucaristía durante
las misas o llevándola a los enfermos.
En su homilía, el Pastor
Diocesano ofreció a Dios “el pan y vino de nuestras vidas, de nuestros
trabajos, de nuestros sueños, de nuestras familias, de nuestros niños,
adolescentes, jóvenes y ancianos, de nuestras angustias y miedos, que nos
acompañan en el ajetreo cotidiano unas veces como sombras otras como esperanzas
y no pocas veces como amenazas. Sabemos que sólo en Ti todo puede ser
transformado en gracia que reanima y purifica los corazones para hacer de
nuestras vidas una ofrenda agradable a Dios Padre y bálsamo para nuestros
hermanos”.
También
pidió al Señor que “aprendamos de cada celebración eucarística a ocuparnos de
las necesidades de nuestros hermanos; que jamás despidamos a nadie por no
querer involucrarnos con su problema; que sepamos ser misericordiosos como tu
Padre lo es con nosotros; que cada vez que comulgamos con tu Cuerpo y Sangre
salgamos decididos a dar de comer con esos cinco panes y dos pescados por Ti
transformados y multiplicados en gestos de cercanía, compasión, solidaridad,
perdón, fraternidad, amistad, servicio y alegría”.
Y
continuó: “Que nunca dejemos a nadie en el desierto de su soledad, angustia,
tristeza, dolor, enfermedad, marginación, pobreza, adicción, fracaso,
incredulidad, etc., sino que pongamos todo lo que somos y tenemos a su
servicio, con la certeza de que Tú todo lo conoces, lo puedes y lo multiplicas
para bien de todos”.
En
otro tramo de su mensaje, Mons. Urbanc rogó a Jesús “la gracia de sentir hambre
de Ti, para que podamos comprender al que pasa hambre de pan, de cultura, de
cariño, de trabajo, de respeto, de dignidad, de salud, de integridad, de
educación, de inclusión, y que nos acerquemos humildemente a ellos para
ayudarlos a saciarse de los bienes que Tú repartes en abundancia por medio de
nuestro compartir”.
En
la parte final de su reflexión puso estas súplicas en la manos de María
Santísima, “para que nos volvamos todos una Iglesia misionera, eucarística, mariana
y solidaria”.
Envío
de los participantes del Congreso Eucarístico
A semanas de concretarse el
Congreso Eucarístico Nacional, que tendrá lugar del 16 al 19 de junio en la
ciudad de San Miguel de Tucumán, el Obispo hizo el envío de los más de 200 catamarqueños
que asistirán a este importante evento eclesial. La presentación de los
miembros de la delegación diocesana fue realizada por el Pbro. Santiago
Granillo.
En la oportunidad se
proclamó la fe católica rezando el Credo, y se rogó por los frutos del Congreso
para nuestra diócesis local y toda la Argentina.
Al finalizar la celebración
eucarística, los fieles participaron de la procesión más importante del año, acompañando
al propio Cuerpo de Cristo, presente en la Sagrada Eucaristía, alrededor de la plaza
25 de Mayo. Tras la Cruz procesional se encolumnaron los abanderados y escoltas
de instituciones educativas, el Señor Obispo y los sacerdotes, quienes portaron
la Custodia con el Santísimo Sacramento.
Durante el recorrido rezaron
y cantaron, deteniéndose en los cuatro altares levantados en las intersecciones
de las calles que circundan el principal paseo público de la ciudad, en una
verdadera manifestación pública de fe en Jesús Eucaristía.