En la madrugada de este
martes 18 de julio, Rina del Valle Quiroga fue llevada por Dios y ya goza del
Cielo junto a la Santísima Virgen a quien sirvió con total amor y dedicación.
Desde que tomó estado
público la noticia se multiplicaron las muestras de cariño hacia Rina que había
alcanzado la edad de 92 años. En su juventud había vivido en Venezuela donde
ejerció la docencia como profesora de Biología. Luego regresó a Buenos Aires
para continuar enseñando allí y al jubilarse volvió a su tierra natal donde se
dedicó de lleno a servir a la Virgen del Valle, para quien confeccionó
numerosos mantos, cuál más bello, además de otras tareas diarias en su
Santuario como la ornamentación con arreglos florales, la limpieza de la urna
de la Madre y una en particular muy delicada: el ministerio de la Comunión, por
el cual ayudaba al sacerdote a distribuir la Eucaristía en las Misas,
realizadas con una devoción conmovedora.
En el año 1991 se consagró a
la Virgen en una ceremonia presidida por el entonces flamante Obispo de
Catamarca, Mons. Elmer Osmar Miani, consagración que no equivalía a los votos
de una religiosa de una congregación, pero igualmente muchos que se acercaban a
ella le decían “Hermana Rina”.
Su vestimenta blanca con
listones celestes fue una característica
exterior que hablaba de su vida interior dedicada a la Madre Santísima. Una
vez, cuando se le preguntó sobre su habilidad para realizar tan hermosos mantos,
ella respondió: “La Virgen me ha orientado
para que le haga la ropa, yo nunca
pensé hacerle un traje para mi Madre; Ella es la perfección que Dios creó y
nunca se me ocurrió o pasó por la cabeza esa tarea. Además no sabía bordar,
pero tomé coraje y lo hice y lo logré, no sé cómo, porque yo los veo terminados
y digo: ‘¿Eso hice yo?’, porque no me acuerdo”.
En 2013 recibió el Homenaje
a la Mujer Catamarqueña, en la Casa de Catamarca en Buenos Aires, junto con
otras personalidades destacadas de la provincia, que aportaron a nuestra
cultura desde su lugar.
Sus restos mortales son
velados en la sala de avenida Belgrano y pasaje Madueño. Mañana alrededor de
las 8.00 serán llevados a la Catedral Basílica, donde a las 11.00 se celebrará
la misa de cuerpo presente a los pies de la Madre del Valle.
El
recuerdo
Mons.
Urbanc: “Nos deja el hermoso
legado
del servicio silencioso”
El Obispo Diocesano, Mons.
Luis Urbanc, se refirió a ella de esta manera: “No tengo más que palabras de
admiración por esta mujer que conocí aquí, en Catamarca, al lado de la Virgen,
una mujer que todos los años renovaba su consagración a la Virgen. Después de
haber trabajado en su profesión y jubilada, decidió entregar totalmente su vida
a la Virgen, al cuidado de la imagen cuatro veces centenaria de la Santísima
Virgen del Valle en su Pura y Limpia Concepción”.
“Amaba entrañablemente a la
Virgen, no me cabe la menor duda de que Ella la ha recibido en el Cielo. Qué
mejor premio puede tener que la vida eterna que ella tanto soñaba y que tanto
amaba. Hoy se da ese paso, hoy es la Pascua de Rina, el paso de esta vida
terrena, frágil, de lucha, a la vida plena en el Cielo. Y si ella consagró su
vida entera a María, la consagró enteramente a Dios, a su Hijo Jesucristo”,
expresó.
“Mientras la salud le ha
permitido, siempre, todos los días, ha estado en el Santuario rezando, haciendo
rezar, pudiendo distribuir la Santa Eucaristía en las Misas, siempre con la
mirada puesta en Dios, con ese espíritu de querer servir. María fue la Servidora
del Señor, Rina quiso hacer lo mismo, ser servidora. No buscaba el aplauso, no
buscaba los primero lugares, sino siempre servir. Nos deja un hermoso legado.
La vamos a recordar siempre”, apuntó el Obispo.
“Ojalá que ahora que Rina
deja este mundo, va al encuentro de Dios, surjan muchas otras Rinas, sean
varones, sean mujeres que puedan ponerse al lado de la Santísima Virgen a
servir a los peregrinos. Ella lo hizo desde ese servicio tan lindo, silencioso
como es el de la florería, arreglar tantas flores que traían los peregrinos, o
también adquirir flores para arreglar el Camarín y el Altar Mayor de la
Catedral. Este es un servicio muy lindo, como dice Jesús en el Evangelio, si el
grano de trigo no cae en tierra y muere queda solo, pero si muere da mucho
fruto. El grano de trigo que es Rina ha caído en tierra y tiene que empezar a
fructificar. Qué bueno va a ser para nosotros en Catamarca que surjan varones y
mujeres que digan: ‘Yo también quiero consagrar enteramente mi vida al servicio
de la Virgen, al servicio de la Iglesia, al servicio de los peregrinos, para
que se puedan encontrar con el amor y la misericordia de Dios’”, dijo.
“Por eso no me queda más que
expresar nuestra gratitud a Dios por este regalo que nos dio en Rina, por
haberla conocido y no me cabe la menor duda de que ella desde el Cielo nos va a
cuidar a todos. Yo de un modo particular le pedí que me cuide, como Obispo,
como hijo de la Iglesia, como hijo de María, que también pueda un día acceder a
la vida eterna después de haber servido incondicionalmente a esta Iglesia de
Catamarca”, concluyó.
P.
Díaz: “Fue ejemplo de devoción, amor y servicio”
El Pbro. José Antonio Díaz,
Rector de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, donde
ella sirvió, la recordó así: “Fue una mujer consagrada, con un íntimo vínculo
con la Virgen a quien dedicó no sólo su trabajo manual de elaborar los mantos,
sino su dedicación íntegra al Santuario. Estaba integrada a este lugar desde
hace 32 años, aproximadamente, y con un testimonio de vida claro que motivó la
agrupación de toda la gente de florería, que ella misma fue convocando y liderando”.
“Fue ejemplo para mucha
gente, ejemplo de devoción, de amor, de servicio, a la Virgen y a Dios en la
Catedral Basílica. Creo que es un baluarte de oración por los sacerdotes, ella
rezaba siempre por los sacerdotes, y ahora lo seguirá haciendo desde el Cielo,
seguramente”.
P.
Quiroga: “Ella eligió dedicarse por más de 30 años a la Virgen”
El Pbro. Julio Quiroga del
Pino, Vicario General de la Diócesis, destaca “el gran testimonio de fe y la
gran dedicación a la Virgen. Ha sido toda su vida ejemplar. Todo su tiempo completo
dedicado enteramente a la Virgen. Una persona jubilada piensa qué va a hacer, algunos
optan por algo de entrecasa nada más, ella eligió dedicarse por más de 30 años
a la Virgen y lo hizo enteramente al servicio de Ella en el Santuario, a través
de múltiples acciones, tareas y funciones. Su trabajo siempre era de lavado, de
planchado, hasta que comenzó primero limpiando la vitrina de la urna de la Virgen,
después se dedicó a tarea de florería, que era ardua, horas y horas. A veces
empezaba a las 9.00 y terminaba a las 4 de la tarde”.
“Así se fue uniendo gente a su
obra, ayudándola, acompañándola, todos centrados en la Virgen. Hasta que con
ese mismo grupo comenzaron a rezar el Rosario, siguieron por años y años.
Después se hizo un Rosario nocturno que mucha más gente lo siguió y lo sigue
haciendo. Una vez que se cierra la Catedral ellos siguen en el Camarín haciendo
un Rosario más”, comenta el sacerdote.
“Era la oración a la mañana,
a la tarde, a la siesta, a la noche. Ella acompañó durante muchos años la
Adoración al Santísimo en las Vísperas, y mientras hacía todo eso, iba
confeccionando los vestidos, que los hacía en horas que le iba quitando al
sueño para estar en la casa y poder pasar el resto del día en la Catedral.
Entonces era todo el tiempo con una cosa o con la otra, y por supuesto de misa
y Eucaristía diaria”, describió el P. Quiroga del Pino.