A
135 años del fallecimiento del fraile catamarqueño, el Vicario de Pastoral José
Antonio Díaz dijo que la Iglesia espera el “regalo de la beatificación” en
estos años de camino hacia el Jubileo por los 400 del hallazgo de la Imagen de
la Virgen. Y llamó a que imitemos las virtudes del Venerable, especialmente la
humildad.
En la tarde noche del
miércoles 10 de enero, día en que se cumplió el 135° aniversario del paso a la
eternidad de Fray Mamerto Esquiú, la casa que lo vio nacer en la localidad de
Piedra Blanca se convirtió en el lugar elegido para elevar súplicas por la
pronta beatificación del Venerable franciscano catamarqueño.
Cuando las luces del día
comenzaban a ocultarse detrás de las montañas, comenzó el acto de homenaje con
la entonación del Himno Nacional y el Himno a Fray Mamerto Esquiú, que dio paso
a la colocación de una ofrenda floral a cargo de representantes de agrupaciones
gauchas, autoridades del departamento y miembros de la Comisión Pro
Beatificación, en el interior del templete que resguarda la casa natal.
Seguidamente, se celebró la
Santa Misa, presidida por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio
Quiroga del Pino, y concelebrada por el Vicario Episcopal de Pastoral, Pbro.
José Antonio Díaz; el párroco anfitrión. Pbro. Juan Olmos; los párrocos de
Ambato y de Capayán, Pbros. Jerónimo Paz y Marcelo Amaya, respectivamente; los
Pbros. Daniel Votero, párroco de Nuestra Señora de Lourdes, Unquillo, y Julio
Monje de la Parroquia de los Milagros, en el barrio Guiñazú, de
Participaron autoridades
municipales, del Concejo Deliberante, el senador departamental, Prof. Oscar
Vera, el diputado provincial, Dn. Humberto Valdez, miembros de la Comisión Pro
Beatificación, agrupaciones gauchas, integrantes de los grupos de pastoral de
la parroquia de San José y fieles en general.
Contextualizando el tiempo
especial que vive la diócesis local, en su homilía, el Padre Díaz asoció la
vida de Fray Mamerto Esquiú con el año dedicado a la piedad popular, indicando
que “estamos caminando hacia la celebración del Jubileo de los 400 años del
hallazgo de la Imagen de la Virgen del Valle, y pusimos como fecha el año 2020,
aunque
En este marco, el Vicario de
Pastoral dijo: “Me atrevo a decir que sólo faltaría un regalito más, y es que
en estos años, si Dios quiere, el Santo Padre haga beato a Fray Mamerto Esquiú.
Ese sería un regalo hermoso. No estamos lejos y la Iglesia reza para que así
suceda”.
Luego manifestó: “En esto de
unir a Fray Mamerto Esquiú con esta realidad de la piedad popular, que la
abordamos para reflexionar y tratar de entender en profundidad, necesitamos
volver a este lugar donde estamos, es la casita donde creció
Y continuó: “Aparece otro
dato muy interesante que lo marca para toda la vida. A raíz de su frágil salud,
su madre hace la promesa de vestirlo con el hábito franciscano, que no quiso
sacarse. Él mismo dijo en una oportunidad: ‘Yo debo ser el único que tiene la
gloria de haber vestido toda su vida el hábito franciscano’, con lo cual
estamos aproximándonos a un hombre de fe desde sus inicios y a un hombre ligado
a la piedad de sus padres, porque la piedad popular tiene que ver con la fe de
nuestros padres, que recibimos y que cultivamos”.
“Pero me quisiera quedar con
dos frases que pueden sintetizar la vida de Fray Mamerto y la doctrina de la
Iglesia sobre la piedad popular. Él dijo en una oportunidad: ‘Cómo es verdad
que a los que nos falta el amor nos falta igualmente la comprensión de las
cosas más sencillas de la vida espiritual’. Y a esto le podemos ligar la frase
de Pablo VI en Evangelii Nuntiandi: ‘La piedad popular refleja una sed de Dios,
que solamente los pobres y sencillos pueden conocer’. En lo que dijeron ambos,
uno puede entender claramente que la vía del
conocimiento de la que habla Fray
Mamerto y de la que habla Pablo VI no es la vía de la erudición y del
conocimiento intelectual sino del amor. Y eso da un sentido de comunión a
nuestro pueblo, que lo hace intuititvo, especialmente nuestro pueblo
latinoamericano”.
En otro tramo de su
predicación, el Padre Díaz destacó que “la piedad popular es una forma
auténtica, legítima de ser discípulos del Señor” y resaltó que al fraile
catamarqueño “le gustaba lo simple, y a veces nosotros por querer agrandar su
figura ponemos el acento más bien en la elocuencia y en su inteligencia y en su
protagonismo cívico, y nos olvidamos que los dotes de santidad que él tenía
brotaban de su oración, de su silencio, de su contemplación, de su servicio
callado, de una humildad extraordinaria”.
“Por eso para nosotros la
vida de Fray Mamerto es el prototipo de un santo con olor a oveja, como dice el
Papa Francisco. Es el hombre sencillo que no se alejaba de su carisma ni de la
gente, que le gustaba caminar con su pueblo. Para nosotros eso dice muchísimo,
porque en estos años que venimos acompañando y pidiendo por su beatificación,
estamos más empeñados en las glorias de él que en imitar sus virtudes”,
enfatizó.
Este camino de seguimiento
de Francisco de Asís, se corresponde con el tiempo que nos toca vivir,
“providencialmente marcado por el carisma franciscano ya que el Papa ha
querido
elegir ese nombre porque no quiere
olvidarse de los pobres”, expresó, agregando que “el gran debate en este tiempo
es cultural, por esa razón necesitamos ahondar en nuestras raíces, que están en
la piedad popular, en esa devoción sencilla, en ese Rosario en mano, en esa
imagen en la cual confiamos, en esa esperanza que nos mueve a peregrinar, o en
ese sentido de fe que nos hace afrontar las dificultades cotidianas, en esa
esperanza que nos hace levantar la cabeza y emprender el camino luego de sentirnos
cansados o derrotados. Es la experiencia de fe más sencilla y profunda, la que
caracteriza a nuestros pueblos”.
“Necesitamos volver a los
valores fundamentales de la piedad popular, revalorizar a nuestro pueblo
creyente, nuestro pueblo que trabaja y crece con un único sentido de fe, con
una comunión profunda de fe en el Señor unidos a Nuestra Madre María Santísima,
a los
santos que tanto acompañan la vida de nuestro pueblo”, aseveró.
Finalmente exhortó a que
“haciendo memoria de Fray Mamerto Esquiú, hagamos memoria de las gracias que el
Señor derrama en nuestro pueblo bajo su intercesión. Pidamos que aumente en
nosotros la devoción en Fray Mamerto Esquiú, que la vida de él nos ilumine y el
resguardo de la piedad popular nos fortalezca, que interceda por nosotros y nos
ayude a ser dignos imitadores de su vida y discípulos del Señor”.
Luego de la oración de los
fieles, representantes de las distintas comunidades: Las Pirquitas, Sierra
Brava, Pomancillo Este, San Antonio, La Tercena, La Carrera, La Falda, Vista
Larga y San José, acercaron como ofrenda los frutos de la tierra; mientras las
autoridades civiles y miembros de la Comisión Pro Beatificación acercaron el
pan y el vino.
Antes de la bendición final,
el Padre Julio Quiroga del Pino transmitió a los fieles allí reunidos el saludo
del Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, quien en esos momentos se aprestaba a
celebrar la Eucaristía en el Santuario de Guadalupe, en México, donde “tiene un
encuentro con los obispos y con una congregación. Me expresó que reza todos los
días por toda la diócesis, con la mirada puesta en la celebración de todos
estos años ante los 400 años de la presencia de la Madre de Dios, la Virgen del
Valle, entre nosotros. Además del saludo les deja su bendición y ofrece la misa
en este día pidiendo a Dios para que Fray Mamerto sea glorificado entre los
santos, y también por todo el pueblo de Catamarca”, dijo el Vicario General.
Asimismo, indicó: “Que esta
casa, que nuestros mayores supieron proteger prontamente con esta otra
edificación externa, sea para nosotros signo de esta fe y devoción, signo de
este camino de santidad que todos tenemos bien marcado con el bautismo”. Y
señaló que “es un lugar santo, de oración, no sólo de visita turística”.
Antes de la despedida, todos
los fieles participantes de la celebración eucarística rezaron la oración por
la glorificación del Venerable Fray Mamerto Esquiú:
Omnipotente y sempiterno
Dios, de cuya plenitud procede todo don perfecto, en el orden de la naturaleza
y de la gracia, que con especial providencia escogiste y adornaste de tantos
dones naturales y sobrenaturales a tu fiel siervo Fray Mamerto Esquiú y lo
colocaste en tu Iglesia para ser pastor y guía de tu pueblo, por su
predicación, doctrina y ejemplo, te suplicamos, Señor y Dios eterno, completes
tu obra, glorificando a tu siervo con la
aureola de los santos. Amén.