Durante la noche del domingo
2 de septiembre, dio inicio oficialmente el Mes de la Biblia en la Diócesis de
Catamarca, durante la Misa presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis
Urbanc, en la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, en
cuyo Presbiterio se destaca un altar con la Biblia entronizada, que permanecerá
allí durante todo el mes de septiembre.
La proclamación de las lecturas
fue precedida con el ingreso del Libro Sagrado en forma procesional, mientras
los fieles acompañaban este momento con cirios encendidos en sus manos.
Durante su homilía, Mons.
Urbanc explicó que “septiembre es el Mes de la Biblia porque el día 30 se
celebra la memoria de San Jerónimo, un gran Padre de la Iglesia, quien tradujo la
Biblia de las lenguas originales al
latín, que era la lengua que hablaba el
pueblo”. Para ello, “se tuvo que ir a vivir en Palestina en una las cuevas de
Belén, donde pasó muchos años rezando y aprendiendo las lenguas originales, el
hebreo, el arameo y el griego, para poder traducir la Palabra de Dios y que la
pudieran entender los que hablaban el latín. La traducción que ofreció se llama
Vulgata, y con ello ha hecho un gran servicio”.
También invitó a los fieles
a leer, rezar y comentar la Palabra en familia, indicando que “la Biblia tiene que estar en una mano y
la Eucaristía en la otra, así es la Misa, por eso la primera parte se llama
Liturgia de la Palabra y después de la proclamación del Credo y la Oración de
los Fieles, viene lo que
llamamos la Liturgia de la Eucaristía. Es decir que
todos los domingos tenemos dos mesas: la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía,
las dos tienen la misma dignidad, en la dos está presente Dios. Eucaristía y
Palabra siempre van de la mano. Dios viene al encuentro en la Palabra y nos
alimenta con la Eucaristía”.
Tomando el texto del
Evangelio del día, afirmó que “lo que sale de nuestro corazón es lo que nos mancha,
de nuestro interior sale la deshonestidad, el desatino, el orgullo, la
difamación, la envidia, los engaños, la avaricia; yo fabrico todo eso”. Por
ello dijo que “si estamos unidos a Dios, entonces de mi corazón saldrá lo bueno.
Y para eso necesitamos meditar la Palabra de Dios, para que nuestro corazón produzca
lo bueno, lo que edifica, lo que construye, lo que une, lo que hace superar los
problemas, eso tiene que producir nuestro corazón. Pero sólo podemos hacer esto
si amamos de verdad a Dios y si nos unimos a Él”, enfatizó.
En otro tramo de su
predicación señaló que “la Palabra me tiene que cuestionar, no sólo me tengo que
conformar con escucharla, sino que tengo que poner en práctica lo que me dice
Dios”. Y agregó que “el cristiano que viene el domingo a misa no debe
conformarse sólo con oír la Palabra, la predicación, sino que su vida debe ser
la fidelidad a Dios, y dejarse llevar por ese amor que experimenta. Por eso es
tan importante la meditación de la Palabra, porque si conozco mucho a Dios más
lo voy a amar, ya que nadie ama lo que no conoce”.
Al finalizar la ceremonia
religiosa, el Obispo bendijo las Biblias que llevaron los fieles.