“Que la Virgen María, una especie de médica especialista en curar heridas, interceda por nuestros profesionales de la salud, que dedican y dan su vida para el cuidado y la atención de los enfermos”, rogó el padre Bustamante.
Durante la noche del lunes 28
de abril, segundo día del Septenario en honor de Nuestra Señora del Valle,
rindieron su homenaje el Ministerio de Salud: autoridades y empleados; Salud
pública y privada: Sanatorios, Hospitales, Maternidad, Círculo Médico, Colegio
de Profesionales en Psicomotricidad de Catamarca, Colegio Profesional de
Enfermería, Farmacéuticos, Odontólogos, Kinesiólogos, Anestesistas, Psicólogos,
Bioquímicos, SAME, ECA y EMICA, OSEP, Geriátricos, Liga de Lucha contra el
Cáncer (Lalcec), Pastoral de la Salud, Pastoral de las Adicciones, ONG Corazón
con Agujeritos y Soles.
La Santa Misa fue presidida
por el Pbro. Alberto Bustamante, vicario general de la Diócesis de Villa María,
Córdoba, y concelebrada por Pbros. Juan Ramón Cabrera y Ramón Carabajal, rector
y capellán del Santuario Catedral, respectivamente; y fray Jorge Luis Lezcano,
sacerdote franciscano.
Participaron la ministra de
Salud, Dra. Johana Carrizo; la secretaria de Planificación y Gestión en Salud, Dra.
Daniela Ayala; la directora del Hospital de Niños, Dra. Graciela Romero; el director
de la OSEP, CPN Leopoldo Marchetti; la subsecretaria de Salud de la
Municipalidad de la Capital, Dra. Ana Fernanda Lagoria, entre otras autoridades
del sector.
En el inicio de su homilía, el
padre Bustamante agradeció la invitación para presidir algunas de las
celebraciones del Septenario en honor de Nuestra Señora del Valle, “una
devoción contagiada por mi papá a mi persona hace ya muchísimos años, desde mi
niñez, que me llevó a celebrar la primera Misa después de ordenado, un 9 de
diciembre de 1983, aquí, en el Camarín de la Virgen del Valle. Y desde esa
época, excepto el tiempo de pandemia por las restricciones de ese momento, pude,
por gracia de Dios, venir todos los años como peregrinos a darle una vueltita a
la Virgen. Así que para mí es una alegría enorme, es la primera vez en mis 42
años de cura que puedo participar algún día de su Septenario”, comentó.
“Con mucho cariño, vamos a
poner a todos aquellos que nos atienen, los que nos sirven, y a sus familias bajo
el amparo, la protección de María”, dijo refiriéndose a quienes se desempeñan
en el ámbito de la Salud.
La
imagen del hospital de campaña del Papa Francisco
Luego reflexionó en torno a
las palabras del Santo Padre Francisco tomadas de la primera entrevista que
brindó al padre Antonio Spadaro, director de la revista de la Compañía de Jesús
en Italia, La Civiltà Cattolica, a los pocos meses de haber sido elegido Papa
en 2013.
Recordó que ante la pregunta “¿con
qué imagen le parecía a él que se podía caracterizar la misión que la Iglesia
tenía en este tiempo, en este siglo, en este nuevo milenio? Francisco utilizó
una imagen conocida cuando le dice que estaba llamada a ser un gran hospital de
campaña, y su misión es, y lo repite tres veces, curar heridas, curar heridas,
curar heridas. Y dice que utiliza esta imagen del hospital de campaña porque a diferencia
del hospital ya plantado en un lugar es móvil, se mueve, peregrina, camina
entre la gente, se acerca; el hospital de campaña va a dónde está la gente. No
espera sólo que la gente venga a donde está plantado, sino que va hacia donde
está la gente herida. Y dice que los hospitales de campaña están después de
donde termina el asfalto, es decir, no está en el centro sino en las
periferias. Y llegan como en una batalla, los desangrados, los mutilados, y no
se les pregunta, dice el Papa, cómo anda del ácido úrico, qué tal el colesterol,
los triglicéridos; a esa persona lo primero que se le hace es pararle la
hemorragia, atender su herida. Después, cuando se recomponga, habrá tiempo para
hilar más fino en otras variables de su salud”.
En este sentido manifestó que
“la Iglesia en este tiempo está llamada a eso, a atender a las personas heridas,
heridas existenciales, heridas por su falta del sentido de la vida, herida por
su marginación, herida por su pobreza. Y a esas personas no les podemos preguntar
si va a Misa todos los domingos o está casada por la Iglesia. Primero atendamos
al herido, recibimos a todos, acogemos a todos, con la actitud de Jesús. Su
persona es un gran hospital de campaña, porque Jesús camina, cuando camina
encuentra; cuando encuentra, habla; cuando habla, toca; cuando toca, cura; cuando
cura, salva”.
Un
hospital viviente
“Y va a continuar Francisco
diciendo que, por lo tanto, la Iglesia está llamada también a ser un hospital
viviente, a reapropiarse de los verbos, que el Verbo hecho carne, Jesucristo,
utilizó para salvarnos, para rescatarnos. Y dice el Papa, una especie de
gramática evangelizadora. Por lo tanto, lo que tendríamos que hacer, y le
pedimos esa gracia a la Virgen, es recorrer las páginas del Evangelio, ver
cuáles son los verbos que Jesús se apropia, para reapropiarnos de esos verbos y
hacerlos carne, vida, palabra, gesto en nosotros. Si uno recorre las páginas
del Evangelio, hay verbos como para hacer dulce, porque Jesús salió, caminó,
encontró, tocó, miró, se cansó, lloró, se conmovió, se entregó, y nosotros tendríamos
que incorporar los verbos de Jesucristo en nuestras vidas, para poder curar,
curar y curar”, afirmó.
Y continuó reflexionando que “sin
lugar a dudas, el complejo mundo de la salud humana con todas las dimensiones
que abarca se focaliza en la persona. Los médicos, enfermeros, todo personal de
salud, son aquellos que se encuentran, que tocan, que curan, que se cansan, que
descubren que nunca tratan una enfermedad, porque la enfermedad en abstracto no
existe, existe la persona enferma”.
Reflexión
del Papa Francisco
Luego compartió “una bella
reflexión de Francisco sobre lo que uno encuentra en los hospitales, en
homenaje a nuestro querido Papa, que dice así: ‘Las paredes de los hospitales han
escuchado más oraciones sinceras que muchas iglesias, han visto besos más
sinceros que los de los aeropuertos. Es en el hospital donde se ve a un
homófobo siendo salvado por un médico gay; es en los hospitales donde un médico
de clase alta salva la vida de un mendigo, donde en terapia intensiva, un judío
médico cuida de un paciente racista; es en los hospitales donde miles de
esposos se perdonan mutuamente con la esperanza de una curación total. En los
hospitales, un policía y un prisionero comparten la misma habitación y reciben
las mismas atenciones. Es en estos momentos cuando el hospital toca las heridas
de las personas, es en el hospital donde un paciente rico espera el trasplante
de hígado de un donante pobre. Es ahí donde se curan las heridas, donde los
universos se cruzan con un propósito divino. Y en esta comunión de destino, nos
damos cuenta de que solos no somos nada… El hospital es un lugar donde los
seres humanos se quitan la máscara y se muestran como son, en su verdadera esencia’”.
Valorar
estos ámbitos de humanización
“Que el Señor nos dé la gracia
por intercesión de María de valorar estos ámbitos de la salud, que son ámbitos
de humanización y donde, en definitiva, como bellamente lo decía el Papa, en
los hospitales ya no hay máscaras, esas máscaras que utilizamos en la cotidianeidad
para disfrazar lo que no somos, para aparentar más de lo que somos, para
pretender ser reconocidos., para ubicarnos en lugares de privilegio. En los
hospitales sólo hay rostros con sus heridas a cuesta”, señaló.
Y rogó “que la Virgen María,
una especie de médica especialista en curar heridas, por eso peregrinamos aquí,
a su Santuario, adonde venimos con nuestras llagas para que ella las toque,
interceda por nosotros, que nos ayude a aprovechar estos días del Septenario, y
de un modo muy particular por nuestros profesionales de la salud, que dedican y
dan su vida para el cuidado y la atención de los enfermos y sus familias”.
Luego de la oración en común,
los alumbrantes acercaron al altar elementos necesarios para la atención de los
hermanos peregrinos, y las ofrendas del pan y del vino.
Antes de la bendición final,
le cantaron a la Reina del Valle.
Una vez concluida la
celebración eucarística, fueron bendecidos los móviles sanitarios que sirven
para el traslado de los pacientes, apostados en el Paseo de la Fe.
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Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat