En el octavo día de la novena
en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, durante la noche del sábado
6 de diciembre, rindieron su homenaje la Junta Diocesana de Catequesis,
catequistas, niños de la Catequesis y sus familias, y la Pastoral de la Niñez.
La Santa Misa fue presidida
por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el director de
la Junta Diocesana de Catequesis, Pbro. Marcelo Amaya; y el capellán del
Santuario Catedral, Pbro. Ramón Carabajal.
En el inicio de su homilía,
tras saludar a los alumbrantes, el Obispo mencionó que “el tema tratado en esta
jornada, ‘Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María’, ilumina muy bien la
realidad de la catequesis, como de la niñez”.
Afirmó que “en el marco de la
fiesta mariana de la Pura y Limpia Concepción del Valle, la figura de la Virgen
ilumina, inspira y guía la tarea de la enseñanza de la fe cristiana. María no
es sólo un tema de la catequesis, sino un modelo esencial para el catequista y
el catequizando”.
Y profundizó indicando que “*Ella
es la Primera Discípula y Oyente de la Palabra, pues encarna la actitud
fundamental que deben tener el catequista y el catequizando: acoger la Palabra
de Dios con fe, meditarla en el corazón (cf. Lc 2,19.51) y responder con total
disponibilidad y obediencia ("Hágase en mí según tu palabra", Lc
1,38). Ella es el prototipo de la fe que escucha y actúa. *Ella es Modelo de Fe
y Humildad, pues su vida es un ejemplo de fe de los que peregrinamos, superando
la dificultad y la incertidumbre. Su humildad la lleva a una apertura total a
la voluntad de Dios… *Ella es la Madre y Educadora de Jesús, pues fue la
primera en catequizar a su propio Hijo. Ella lo introdujo en las verdades de la
fe judía. Esto inspira al catequista a ejercer su labor con una solicitud
maternal y un testimonio de vida. *Ella es la Colaboradora por excelencia en la
Obra de la Salvación, ya que su ‘Sí’ al anuncio del Ángel la hace partícipe
inseparable del misterio de Cristo. La catequesis mariana es fundamentalmente
cristológica, es decir, no se mira a María por sí misma, sino como el camino
que nos lleva a su Hijo, siendo Ella quien nos dice: ‘Hagan lo que Él les diga’
(Jn 2,5)”.
Pautas
para la vocación del catequista mirando a María
Seguidamente, manifestó que “el
catequista, al mirar a María, encuentra pautas para su propia vocación: *Una Actitud de Servicio y Entrega, para
que al igual que María fue con prontitud a servir a su prima Isabel, el
catequista debe tener un gran deseo de entrega y servicio desinteresado. *Una Presencia Silenciosa y Orante, ya
que su presencia en el Cenáculo, orando con los apóstoles antes de Pentecostés,
nos recuerda que la catequesis debe nacer de la oración y ser acompañada por un
testimonio silencioso y coherente. El catequista no debe ser el centro, sino un
"intermediario" que deja obrar al Espíritu Santo. *Ejemplo de Fidelidad a la Palabra de Dios,
puesto que la materia de la catequesis es siempre Cristo y la Palabra Revelada,
contenida en la Biblia. La fidelidad de María a Jesús hasta la Cruz, y su unión
con Él, es el espejo de la fidelidad que el catequista deben tener al Evangelio”.
“La catequesis debe presentar
a María como el icono perfecto de la Iglesia que escucha, acoge y da a luz a
Cristo en el mundo, invitando a todos a imitar su fe, obediencia y compromiso”,
afirmó.
Asimismo, llamó a que “tomemos
conciencia que el cuidado de los niños es una de las tareas más delicadas,
urgentes y sagradas dentro de la vida de la Iglesia y la familia. A menudo
cometemos el error de ver la pastoral de niños como ‘cuidado infantil’ o
entretenimiento, mientras los adultos ‘hacen cosas serias’. ¡Qué error! Y ¡cuán
arraigado! Sin embargo, el cuidado pastoral infantil es teología práctica en su
forma más pura: es presentar el carácter de Dios a alguien que está formando su
visión del mundo, de sí mismo, los demás y su Creador”.
Luego de señalar los pasos a
tener en cuenta ante la necesidad “un cambio de paradigma, tanto en la Iglesia
como en la sociedad civil, respecto del cuidado de los niños”, destacó que “el
cuidado pastoral de los niños es un trabajo de siembra a largo plazo. Es posible
que no veas el fruto inmediato de consolar a un niño que llora o de explicar
una historia bíblica por décima vez. Pero estás construyendo los cimientos
sobre los cuales se sostendrá su vida entera. Pastorear a un niño es decirle
con acciones y palabras: ‘Te veo, te escucho, y eres amado profundamente por
Dios Padre, Creador tuyo y del universo’".
“Por
los niños, pequeñas semillas de esperanza”
Hacia el final de su
predicación, el pastor diocesano rogó a la Virgen del Valle: “Te pido por los
niños, pequeñas semillas de esperanza que Dios nos ha confiado. Cúbrelos con tu
manto maternal y protege su inocencia. Abre sus oídos para escuchar la Palabra
de tu Hijo y dispón sus corazones para que la fe eche raíces profundas en
ellos. Que encuentren en la Iglesia un hogar, y en Jesús, su mejor amigo”.
“Te ruego por los catequistas,
hombres y mujeres que han dicho ‘sí’ al llamado de evangelizar. Concédeles la
sabiduría para enseñar con claridad, la paciencia para acompañar los tiempos de
cada niño y cada familia, y el fuego del Espíritu Santo para que sus palabras
transformen y enamoren. Enséñales, Madre Buena, a educar como tú lo hiciste en
Nazaret: con el ejemplo, con la oración y con un amor inagotable. Que no sólo
transmitan una doctrina, sino que sean testigos vivos de la alegría del
Evangelio”, imploró a la Madre Morena.
En el momento de la
preparación del altar, los alumbrantes acercaron elementos litúrgicos y para la
atención de los peregrinos, junto con los dones del pan y del vino.
Luego de la consagración a Nuestra
Señora del Valle, la niña Anna Sofía Caro Carrizo le regaló una canción interpretada
con su guitarra.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
En este octavo día de la
Novena honran a la Virgen del Valle la Catequesis diocesana y la Pastoral de la
Niñez. Bienvenidos a esta celebración vespertina y que la Madre Celestial los
acoja benigna en su regazo maternal y les impetre abundantes gracias.
El tema tratado en esta
jornada, “Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María”, ilumina muy bien la
realidad de la catequesis, como de la niñez.
En el marco de la fiesta
Mariana de la Pura y Limpia Concepción del Valle, la figura de la Virgen
ilumina, inspira y guía la tarea de la enseñanza de la fe cristiana. María no
es sólo un tema de la catequesis, sino un modelo esencial para el catequista y
el catequizando.
*Ella es la Primera Discípula
y Oyente de la Palabra, pues encarna la actitud fundamental que deben tener el
catequista y el catequizando: acoger la Palabra de Dios con fe, meditarla en el
corazón (cf. Lc 2,19.51) y responder con total disponibilidad y obediencia
("Hágase en mí según tu palabra", Lc 1,38). Ella es el prototipo de
la fe que escucha y actúa.
*Ella es Modelo de Fe y
Humildad, pues su vida es un ejemplo de fe de los que peregrinamos, superando
la dificultad y la incertidumbre. Su humildad la lleva a una apertura total a
la voluntad de Dios, que es la actitud fundamental en la oración: "Señor,
lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y como Tú quieras."
*Ella es la Madre y Educadora
de Jesús, pues fue la primera en catequizar a su propio Hijo. Ella lo introdujo
en las verdades de la fe judía. Esto inspira al catequista a ejercer su labor
con una solicitud maternal y un testimonio de vida.
*Ella es la Colaboradora por
excelencia en la Obra de la Salvación, ya que su "sí" al anuncio del
Ángel la hace partícipe inseparable del misterio de Cristo. La catequesis
Mariana es fundamentalmente cristológica, es decir, no se mira a María por sí
misma, sino como el camino que nos lleva a su Hijo, siendo Ella quien nos dice:
"Hagan lo que Él les diga" (Jn 2,5).
Por tanto, el catequista, al
mirar a María, encuentra pautas para su propia vocación: *Una Actitud de
Servicio y Entrega, para que al igual que María fue con prontitud a servir a su
prima Isabel, el catequista debe tener un gran deseo de entrega y servicio
desinteresado.
*Una Presencia Silenciosa y
Orante, ya que su presencia en el Cenáculo, orando con los apóstoles antes de
Pentecostés, nos recuerda que la catequesis debe nacer de la oración y ser
acompañada por un testimonio silencioso y coherente. El catequista no debe ser
el centro, sino un "intermediario" que deja obrar al Espíritu Santo.
*Ejemplo de Fidelidad a la
Palabra de Dios, puesto que la materia de la catequesis es siempre Cristo y la
Palabra Revelada, contenida en la Biblia. La fidelidad de María a Jesús hasta
la Cruz, y su unión con Él, es el espejo de la fidelidad que el catequista
deben tener al Evangelio.
En síntesis, la catequesis
debe presentar a María como el icono perfecto de la Iglesia que escucha, acoge
y da a luz a Cristo en el mundo, invitando a todos a imitar su fe, obediencia y
compromiso.
Afinando más el lápiz, tomemos
conciencia que el cuidado de los niños es una de las tareas más delicadas,
urgentes y sagradas dentro de la vida de la iglesia y la familia. A menudo
cometemos el error de ver la pastoral de niños como ‘cuidado infantil’ o
entretenimiento, mientras los adultos ‘hacen cosas serias’. ¡Qué error! Y ¡cuán
arraigado!
Sin embargo, el cuidado
pastoral infantil es teología práctica en su forma más pura: es presentar el
carácter de Dios a alguien que está formando su visión del mundo, de sí mismo,
los demás y su Creador.
Por eso, urge un cambio de
paradigma, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil, respecto al cuidado
de los niños.
1.- El primer paso es
reconocer la identidad espiritual del niño.
Con frecuencia oímos la frase:
"Los niños son el futuro de la iglesia y del mundo".
Bienintencionada, pero incompleta y peligrosa.
Los niños no son sólo la
iglesia del mañana; son la iglesia de hoy.
Tienen la capacidad presente
de orar, de creer, de adorar y de sufrir. Su cuidado pastoral no es una
preparación para cuando sean adultos, sino una atención a sus necesidades
espirituales ahora. Jesús no dijo "dejen que los niños se preparen para
venir a mí", sino "dejen que los niños vengan a Mí" (Mc 10,14).
2.- El segundo paso para un
cuidado pastoral efectivo, debemos ir más allá de la enseñanza bíblica teórica
y entrar en el terreno del pastoreo del corazón, por medio de:
A. La Dignificación (Hacerlos
Visibles). Un niño se sentirá ignorado en medio de adultos autosuficientes. El
pastor de niños (un papá, una mamá, un maestro un catequista, etc.) se
"abaja" físicamente, se arrodilla para mirarlos a los ojos. Sabe
considerar que sus problemas (un juguete roto, miedo a la oscuridad, ausencia
de los padres, una burla) son tan reales y dolorosos para ellos como una crisis
económica para un adulto. El cuidado pastoral no minimiza su dolor; lo
acompaña. Un adulto maduro los llama por su nombre y conoce su historia, con lo
cual valida su existencia ante Dios y la comunidad.
B. La Seguridad (El Refugio).
No puede haber cuidado pastoral sin seguridad física y emocional. El hogar y la
iglesia deben ser el lugar más seguro del mundo para un niño, ya que allí ha de
recibir protección por medio de políticas claras contra el abuso y la
negligencia y estabilidad en un mundo caótico, a través del compromiso de sus
padres, maestros y catequistas que le garantizan una presencia constante y
predecible. El amor de Dios se capta mejor cuando el adulto que cumple su
deber.
C. La Traducción (Hacer a Dios
Accesible). El cuidado pastoral implica ser un "traductor". Debemos
tomar las verdades eternas y complejas y "partir el pan" en trozos
que los niños puedan digerir sin atragantarse, pero sin diluir el nutriente. No
se trata de trivializar a Dios, sino de amarlo de tal modo que se vuelva
asombroso.
3.- El tercer paso es que los
adultos seamos Espejo donde los niños, especialmente en sus primeros años,
contemplen los conceptos abstractos como "Dios, Uno y Trino, Padre, Hijo y
Espíritu Santo", "Gracia", “Vida Eterna”, “Cielo”, “Infierno”,
“Encarnación”, etc., difíciles de entender, los aprendan observando a sus
figuras de autoridad.
Por tanto, si somos
impacientes, aprenderán que Dios está siempre molesto. Si somos distantes,
creerán que Dios está lejos. Si escuchamos con amor, entenderán que Dios
escucha sus oraciones.
El cuidado pastoral de los
niños requiere del adulto una santidad personal profunda, porque somos la
primera "Biblia" que ellos leen.
4.- El cuarto paso, la Era
Digital. Todos sabemos que representa un reto inédito y apabullante. Los niños
están expuestos a información adulta, ansiedad y ciberacoso a edades tempranas.
Por ende, pastorear en la era digital implica enseñarles a discernir, y no sólo
a prohibir. Es decir, ofrecerles herramientas para manejar la ansiedad y la
identidad en un mundo de "likes" y filtros, recordándoles su valor
inmutable como Imagen de Dios y llamados a ser santos.
Concluyendo, el cuidado
pastoral de los niños es un trabajo de siembra a largo plazo. Es posible que no
veas el fruto inmediato de consolar a un niño que llora o de explicar una
historia bíblica por décima vez. Pero estás construyendo los cimientos sobre
los cuales se sostendrá su vida entera.
Pastorear a un niño es decirle
con acciones y palabras: "Te veo, te escucho, y eres amado profundamente
por Dios Padre, Creador tuyo y del universo".
Querida Virgen del Valle,
Madre de la ternura y primera discípula del Señor, acudo a Ti con el corazón
lleno de confianza, para poner en tus manos la vocación y misión de nuestros catequistas.
Te pido por los niños,
pequeñas semillas de esperanza que Dios nos ha confiado. Cúbrelos con tu manto
maternal y protege su inocencia. Abre sus oídos para escuchar la Palabra de tu
Hijo y dispón sus corazones para que la fe eche raíces profundas en ellos. Que
encuentren en la Iglesia un hogar, y en Jesús, su mejor amigo.
Te ruego por los catequistas,
hombres y mujeres que han dicho "sí" al llamado de evangelizar.
Concédeles la sabiduría para enseñar con claridad, la paciencia para acompañar
los tiempos de cada niño y cada familia, y el fuego del Espíritu Santo para que
sus palabras transformen y enamoren. Enséñales, Madre Buena, a educar como tú
lo hiciste en Nazaret: con el ejemplo, con la oración y con un amor inagotable.
Que no sólo transmitan una doctrina, sino que sean testigos vivos de la alegría
del Evangelio.
Bendice nuestros encuentros de
catequesis, para que catequistas y niños caminen juntos, de tu mano, al
encuentro de Jesús. Amén.
¡¡¡Viva Jesucristo!!! ¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!
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