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08 diciembre 2025

SOLEMNE PROCESIÓN

Mons. Urbanč: “La imagen de Jesucristo como Peregrino nos ofrece una perspectiva dinámica y encarnada de la fe”

Durante la mañana de este lunes 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, se llevó a cabo la Misa Solemne, presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por sacerdotes del clero catamarqueño de los distintos decanatos: Capital, Centro, Este y Oeste, entre ellos el vicario general, padre Julio Murúa, y otros visitantes, en el atrio del Santuario Catedral.

En medio de una gran cantidad de fieles y peregrinos que poblaron el Paseo de la Fe, se destacó la participación de los Paracaidistas Militares del Ejército Argentino, quienes llegaron en peregrinación trotando desde Córdoba para honrar a la Madre del Valle, Patrona de los Paracaidistas. Recorrieron 440 kilómetros sin detenerse en 38 horas.

En la ocasión se rogó por la pronta liberación del gendarme Nahuel Gallo, detenido en Venezuela, y por el paracaidista Federico García del Hoyo, accidentado, y por todos los peregrinos que llegaron a honrar a Nuestra Madre Morena desde distintos puntos del país.

En su homilía, Mons. Urbanč dio la bienvenida “a todos a esta sentida y central celebración eucarística, que reciban de Dios, Padre Providente, todas las gracias que necesitan para poder seguir peregrinando con fe, esperanza y amor hacia su paternal, misericordioso y definitivo abrazo en la Eternidad”.

Luego contextualizó el tiempo especial en el que se desarrollan las fiestas marianas, afirmando que “en estos días de la novena hemos puesto nuestra mirada, en el marco del Año Jubilar que concluirá para todas las Iglesias particulares del mundo, el próximo 28 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, en el ícono bíblico de ‘Jesucristo Peregrino’, para aprender a peregrinar como Él… Y de esta manera, hemos querido ir preparando nuestros corazones para celebrar, a partir del 10 de enero del año próximo, hasta el 11 de mayo del 2027, un año jubilar en torno a la figura del gran peregrino franciscano, el Beato Mamerto Esquiú, obispo”.

“La imagen de Jesucristo como Peregrino nos ofrece una perspectiva dinámica y encarnada de la fe. Nos recuerda que su misión no fue estática, sino un constante caminar con la humanidad, pero para guiarla como peregrina hacia Dios, Padre de todos”, señaló, para luego agregar que “el peregrinaje de Cristo comienza en el momento de la Encarnación. Él no esperó en una distancia divina, sino que emprendió el camino hacia nosotros, aceptando la fragilidad y el movimiento constante de la vida humana”.

En este sentido, dijo que “al ser peregrino, se identifica plenamente con todos aquellos que están en tránsito, los migrantes, los exiliados, los que buscan un hogar o una verdad. Nos enseña que la vida no es un destino fijo, sino un viaje de fe y crecimiento hacia una meta bien definida: el Corazón de su Padre Dios en comunión con el Espíritu Santo”.

Asimismo, señaló que “Jesús no sólo fue un peregrino, sino que llamó a sus discípulos a ser peregrinos en camino con Él. El seguimiento de Cristo implica dejar atrás seguridades y emprender la marcha: Los apóstoles dejaron sus redes y sus hogares. Ser cristiano es un acto de movimiento espiritual en orden al desprendimiento y al desapego para poder salir de la comodidad e ir al encuentro de Dios y del prójimo”.

En una parte de su predicación destacó la ayuda de tantos catamarqueños que recibieron a los hermanos peregrinos con atención y gestos de cercanía, pidiendo un aplauso para todos ellos.

En otro tramo apuntó que “la figura del Jesucristo Peregrino transforma nuestra propia existencia. Nuestra vida entera es una peregrinación hacia Dios Padre. Jamás perdamos de vista que somos extranjeros y forasteros en este mundo (1Pe 2,11; Heb 11,13, Filp 3,20). Saberlo nos ayuda a no aferrarnos a las cosas materiales y a mantener la vista fija en los valores eternos… La fe del peregrino es una fe llena de esperanza activa. Cada día es un paso que nos acerca al encuentro definitivo con Cristo, nuestro destino y nuestra recompensa”.

“Jesucristo Peregrino nos invita a no instalarnos, sino a caminar con fe, esperanza y caridad, reconociendo que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida”, resaltó.

Hacia el final de su reflexión pidió a la Madre del Valle: “Enséñanos a desprendernos de lo superfluo y a caminar ligeros de equipaje, con la mirada fija en la meta del Cielo. Que nuestra vida sea un constante avanzar hacia la Casa del Padre. Danos la fortaleza para aceptar las dificultades del camino como oportunidades para crecer y amar más. Danos la humildad para reconocer a Jesús en cada hermano que encontramos. Que, como Tú, sepamos decir ‘Sí’ a la voluntad de Dios en cada encrucijada y en cada nuevo amanecer. Guía nuestros pasos, Estrella de la Mañana, para que, peregrinos en esta tierra, vivamos con la esperanza y el amor que nos dejó tu Hijo y así lleguemos a contemplar los cielos nuevos y la tierra nueva”.

 

Ofrenda de los Paracaidistas Militares

En el momento de las ofrendas, junto con los dones del pan y del vino, los Paracaidistas Militares de Córdoba acercaron las intenciones que fueron transportadas por cada hombre y mujer militar que participó de la posta, que fueron depositadas en las manos del Obispo por el Gral. Aldo Salas, Presidente de la Comisión de Tropas Paracaidistas, y el Gral. Pablo Francisco Depalo, Comandante de la Brigada Aerotransportada del Ejército Argentino con asiento en la ciudad de Córdoba.

Luego de la bendición final, todos los presentes reunidos en torno a Jesús Eucaristía se consagraron a su Santísima Madre en la advocación del Valle.

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos devotos y peregrinos:

 Una vez más nos convoca nuestra Madre Bendita del Valle para honrar su Pura y Limpia Concepción y para agradecerle por los innumerables e inefables favores que nos ha concedido desde el último encuentro festivo con Ella. Bienvenidos todos a esta sentida y central celebración eucarística, que reciban de Dios, Padre Providente, todas las gracias que necesitan para poder seguir peregrinando con fe, esperanza y amor hacia su paternal, misericordioso y definitivo abrazo en la Eternidad.

En estos días de la novena hemos puesto nuestra mirada, en el marco del Año Jubilar que concluirá para todas las iglesias particulares del mundo, el próximo 28 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, en el ícono bíblico de “Jesucristo Peregrino”, para aprender a peregrinar como Él, ya que siempre afirmaba que "me voy al Padre" (Jn 14,28); “su Reino no es de este mundo” (Jn 18,36); “me voy al Padre mío y Padre de ustedes” (Jn 20,17). Y de esta manera, hemos querido ir preparando nuestros corazones para celebrar, a partir del 10 de enero del año próximo, hasta el 11 de mayo del 2027, un año jubilar en torno a la figura del gran peregrino franciscano, el Beato Mamerto Esquiú, obispo.

La imagen de Jesucristo como Peregrino nos ofrece una perspectiva dinámica y encarnada de la fe. Nos recuerda que su misión no fue estática, sino un constante caminar con la humanidad, pero para guiarla como peregrina hacia Dios, Padre de todos.

1. El peregrinaje de Cristo comienza en el momento de la Encarnación. Él no esperó en una distancia divina, sino que emprendió el camino hacia nosotros, aceptando la fragilidad y el movimiento constante de la vida humana. *Su vida y su enseñanza son fruto de un caminar histórico: desde Belén (nació en un viaje), a Egipto (la huida), a Nazaret (donde creció, se educó y desde donde peregrinaba cada año a Jerusalén) y, finalmente, su ministerio itinerante por Galilea, Samaría y Judea. Jesús raramente estuvo quieto; anunciaba la presencia del Reino de Dios peregrinando por todas las aldeas y ciudades.

*Al ser peregrino, se identifica plenamente con todos aquellos que están en tránsito, los migrantes, los exiliados, los que buscan un hogar o una verdad. Nos enseña que la vida no es un destino fijo, sino un viaje de fe y crecimiento hacia una meta bien definida: el Corazón de su Padre Dios en comunión con el Espíritu Santo.

2. Jesús no sólo fue un peregrino, sino que llamó a sus discípulos a ser peregrinos en camino con Él. El seguimiento de Cristo implica dejar atrás seguridades y emprender la marcha: *Los apóstoles dejaron sus redes y sus hogares. Ser cristiano es un acto de movimiento espiritual en orden al desprendimiento y al desapego para poder salir de la comodidad e ir al encuentro de Dios y del prójimo. *El peregrino tiene una meta (la Jerusalén Celestial) y una ruta, por eso valora el camino. El encuentro con Dios ocurre no sólo al final, sino en cada paso, en cada acto de servicio, en cada encuentro. Es en el camino donde Jesús nos enseña a vivir la caridad, la paciencia y la esperanza. Y *como una imagen incuestionable nos dejó la de hacerse compañero de camino cuando se une a dos discípulos que regresaban amargados y desolados a su aldea, en Emaús, para hacernos saber que el camina con nosotros siempre, cuando experimentamos un fracaso, estamos desorientados o tristes, revelándose en la Palabra y en la Eucaristía.

3. Finalmente, la figura del Jesucristo Peregrino transforma nuestra propia existencia. Nuestra vida entera es una peregrinación hacia Dios Padre.

*Jamás perdamos de vista somos extranjeros y forasteros en este mundo (1Pe 2,11; Heb 11,13, Filp 3,20). Saberlo nos ayuda a no aferrarnos a las cosas materiales y a mantener la vista fija en los valores eternos.

*La Iglesia misma es el Pueblo de Dios que peregrina a través de la historia, portando la luz del Evangelio a todas las naciones.

*La fe del peregrino es una fe llena de esperanza activa. Cada día es un paso que nos acerca al encuentro definitivo con Cristo, nuestro destino y nuestra recompensa.

Decía el Papa Francisco: "La vida de cada cristiano, desde el bautismo, es una peregrinación. El bautismo te pone en camino... El camino de la fe y de la vida. Y cuando paramos, las cosas no van”.

En síntesis, Jesucristo Peregrino nos invita a no instalarnos, sino a caminar con fe, esperanza y caridad, reconociendo que Él mismo es el “Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6).

Oh, Santa María del Camino, Madre de Dios y Madre nuestra, Tú que guardaste todas las cosas en tu corazón y recorriste el camino de la fe con humildad y valentía, te pedimos que intercedas por nosotros ante tu Hijo, Jesús, el Peregrino por excelencia, que no tuvo un lugar donde reclinar su cabeza.

Enséñanos, Madre del Valle, a desprendernos de lo superfluo y a caminar ligeros de equipaje, con la mirada fija en la meta del Cielo. Que nuestra vida sea un constante avanzar hacia la Casa del Padre.

Danos la fortaleza para aceptar las dificultades del camino como oportunidades para crecer y amar más. Danos la humildad para reconocer a Jesús en cada hermano que encontramos.

Que, como Tú, sepamos decir "Sí" a la voluntad de Dios en cada encrucijada y en cada nuevo amanecer.

Guía nuestros pasos, Estrella de la Mañana, para que, peregrinos en esta tierra, vivamos con la esperanza y el amor que nos dejó tu Hijo y así lleguemos a contemplar los cielos nuevos y la tierra nueva. Amén.

#FiestasVirgenDelValle2025

#VirgenDelValleCatamarca

  Fotos y video: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat

Paracaidistas Militares llegan a honrar a la Virgen

La peregrinación de los Paracaidistas Militares, que dio inicio en la ciudad de Córdoba, a las 5:30 de esta madrugada se encontró desplazándose sobre la ruta provincial 33 a la altura del Aeropuerto Internacional Felipe Varela de nuestra ciudad.

Las mujeres y hombres del Ejército Argentino que participan de la Posta, mantuvieron el trote en honor a la Virgen del Valle soportando la lluvia continua por alrededor de 23 horas en gran parte del recorrido.

Como se había establecido, a las 8:30 de este lunes 8 de diciembre llegarán trotando a la Santuario de la Virgen del Valle y Catedral Basílica.

#FiestasVirgenDelValle2025

#VirgenDelValleCatamarca

 Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat

Mons. Urbanč: “La gracia del sacramento del Matrimonio tiene por objeto perfeccionar el amor de los esposos”

En la noche del domingo 7 de diciembre, último día de la novena en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, rindieron su homenaje las familias, Pastoral Familiar y Movimiento Familiar Cristiano, Grávida, Renacer y Familiares de Víctimas de Accidentes de Tránsito Catamarca (Faviatca).

La Santa Misa fue presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el padre Marcelo Amaya, asesor de la Pastoral Familiar; el padre Ramón Carabajal, capellán del Santuario Catedral; y el padre Alexis Rosales, administrador de la parroquia Santa Rosa de Lima, en Patquía, La Rioja.

En el comienzo de su homilía, el Obispo agradeció “la disponibilidad de los catamarqueños para acoger a muchos peregrinos que hoy ante las inclemencias del tiempo han estado llegando a Catamarca”.

Seguidamente, mencionó el tema de esta jornada referido a “‘Jesucristo, la Palabra anunciada por los profetas’, Quien elevó la unión del varón y la mujer a la dignidad de Sacramento, concediendo así a la familia ser ‘iglesia doméstica’”, dijo.

Luego recomendó la lectura y el estudio “del último documento del Dicasterio sobre la Doctrina de la Fe, ‘Una caro’, sobre el valor del matrimonio como unión exclusiva y pertenencia recíproca, que ayudará, a matrimonios y familias, a valorar más lo que ya viven. ‘Una Carne’ es una expresión verbal de algo más profundo: una convicción y una decisión de pertenecer el uno al otro, de ser ‘una sola carne’, de recorrer juntos, hasta el final, el camino de la vida. La expresión bíblica ‘una sola carne’ (una caro) no limita la libertad personal, sino que la lleva a su plenitud. De ahí procede la idea de que dicha unión sólo puede darse entre dos personas, ‘de lo contrario no se compartiría todo, sino solo una parte’".

Apuntó que “otro elemento destacado por esta Nota Doctrinal es sobre la caridad conyugal, ya que el matrimonio no puede entenderse bien sin hablar del amor, que para los cristianos siempre está llamado a alcanzar las alturas de la caridad, el amor sobrenatural que «todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1Cor 13,7). En efecto, «la gracia propia del sacramento del Matrimonio tiene por objeto perfeccionar el amor de los esposos». Este amor sobrenatural es un don divino, que se pide en la oración y se nutre en la vida sacramental, e invita a los esposos a recordar que Dios es el autor principal de la unidad del matrimonio, y que, sin su ayuda, su unión nunca alcanzará su plenitud”.

Al reflexionar sobre la Palabra de Dios proclamada, manifestó que “el mensaje de las lecturas de este domingo, ayudan mucho a fundamentar la realidad sagrada y sacramental del matrimonio y la familia”.

 

El Adviento nos pide un cambio existencial

Más adelante, al referirse al tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad, dijo que “la conversión que nos pide este tiempo de Adviento consiste en un cambio existencial. Se nos invita a una revisión de nuestras actitudes ante lo presente y ante lo futuro y definitivo… a ordenar nuestra escala de valores, a distinguir entre lo esencial y lo secundario, entre lo importante y lo urgente, pues, para Jesús, nada valen la raza, títulos, rangos, honores, riquezas o cargos, sólo nos pedirá cuenta de nuestras obras, que hayan sido hechas con amor. En lo práctico, el Señor nos pide arrepentimiento y confesión de los pecados”.

Hacia el final de su predicación, Mons. Urbanč se dirigió a la Virgen del Valle, expresando: “En tu Inmaculado Corazón pongo, lleno de confianza filial, los matrimonios y las familias de nuestra Patria. Tú, que fuiste el corazón de la Sagrada Familia en Nazaret, enséñanos a hacer de nuestros hogares un lugar luminoso, acogedor y sagrado donde siempre reine Jesús”.

“Te suplico -continuó- que intercedas ante el Buen Dios, para que el amor de los esposos sea genuino, fuerte y fiel… Protege a sus hijos, nietos y bisnietos, que los puedan guiar por el camino del bien y de la fe. Dales la sabiduría para educarlos con dulzura y firmeza. Que en sus hogares jamás falte el pan, la comprensión, el diálogo, la unidad, la alegría, la esperanza y el perdón sincero”.

“Madre Misericordiosa, rompe los muros que dividen, desata los nudos que oprimen, sana las heridas del pasado y cúbrelos con tu manto de ternura. Que, a ejemplo de tu hogar con San José y Jesús, vivan en paz, oración y trabajo, amándose los unos a los otros”, imploró.

En el momento de las ofrendas, los alumbrantes llevaron ofrendas y los dones del pan y del vino, para preparar la mesa eucarística.

Hacia el final de la celebración eucarística, el Obispo bendijo ajuares para bebés.

Luego todos juntos se consagraron y alabaron a la Virgen con el canto.


TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos devotos y peregrinos:

En este último día de la Novena rinden su homenaje a la Virgen del Valle, las familias. Bienvenidos todos a esta celebración vespertina para honrar a la Madre de Dios, de la Iglesia y las Familias. ¡Que lluevan las bendiciones del cielo sobre nuestros hogares!

El tema de esta jornada es “Jesucristo, la Palabra anunciada por los profetas”, Quien elevó la unión del varón y la mujer a la dignidad de Sacramento, concediendo así a la familia ser ‘iglesia doméstica’.

Por eso, les recomiendo que lean y estudien el último documento del dicasterio sobre la Doctrina de la Fe, “Una caro”, sobre el valor del matrimonio como unión exclusiva y pertenencia recíproca”, que ayudará, a matrimonios y familias, a valorar más lo que ya viven.

“Una Carne” es una expresión verbal de algo más profundo: una convicción y una decisión de pertenecer el uno al otro, de ser “una sola carne”, de recorrer juntos, hasta el final, el camino de la vida.

La expresión bíblica "una sola carne" (una caro) no limita la libertad personal, sino que la lleva a su plenitud. De ahí procede la idea de que dicha unión sólo puede darse entre dos personas, "de lo contrario no se compartiría todo, sino solo una parte".

Hay dos formas complementarias de entender esta indisoluble unión: *la del "nosotros", en la que "el otro está conmigo", motivada "por las cosas comunes que nos unen"; y *la del "yo-tú", en la que los dos cónyuges se entregan mutuamente de tal modo que "la otra persona actúa íntegramente como sujeto, nunca como mero objeto".

Otro elemento destacado por esta Nota Doctrinal es sobre la caridad conyugal, ya que el matrimonio no puede entenderse bien sin hablar del amor, que para los cristianos siempre está llamado a alcanzar las alturas de la caridad, el amor sobrenatural que «todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1Cor 13,7). En efecto, «la gracia propia del sacramento del Matrimonio tiene por objeto perfeccionar el amor de los esposos». Este amor sobrenatural es un don divino, que se pide en la oración y se nutre en la vida sacramental, e invita a los esposos a recordar que Dios es el autor principal de la unidad del matrimonio, y que, sin su ayuda, su unión nunca alcanzará su plenitud. Cuando el rito latino del matrimonio cita las palabras del Señor: «Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre» (cf. Mt 19,6; Mc 10,9), observamos que la unidad conyugal no se constituye únicamente por el consentimiento humano, sino que es obra del Espíritu Santo. Lo mismo cabe decir del crecimiento de la comunión entre los esposos, animada por la gracia y la caridad. Esta comunión se desarrolla como respuesta a una «vocación de Dios y se realiza como respuesta filial a su llamada». Pero el crecimiento de la caridad no se produce sin la cooperación humana: en este caso, la colaboración de los esposos que buscan cada día una comunión cada vez más intensa, rica y generosa.

El mensaje de las lecturas de este domingo, ayudan mucho a fundamentar la realidad sagrada y sacramental del matrimonio y la familia. En la primera lectura (Is 11,1-10), la profecía de Isaías anuncia el nacimiento de un vástago del tronco de Jesé, quien fuera el padre de David. Se trata, por tanto, de un descendiente de David quien estará lleno del espíritu del Señor y que sintetiza por sus atributos los grandes personajes del pasado: sabio como Salomón, fuerte como David y lleno de temor de Dios como Moisés. El profeta insiste en que la intervención futura de Dios en la historia se concentra en el nacimiento de un niño, de un descendiente de David. Ahora bien, el descendiente de David es san José, no la Virgen María. Por tanto, Jesús, es descendiente legítimo de David, porque san José y María eran verdadero matrimonio, a pesar de que san José no es le padre biológico de Jesús.

Lo que debemos no sólo entender, sino aceptar con docilidad es que Dios dispuso el matrimonio sólo entre un varón y una mujer, y que Jesucristo lo elevó a la dignidad de sacramento, representando la unión estrecha que existe en Él y su Iglesia que somos todos los bautizados. Esta unión es indisoluble y siempre abierta a la vida, para ello se cimenta en la fidelidad y el amor mutuo, siguiendo el ejemplo de Jesús.

En la segunda Lectura (Rom 15,4-9), San Pablo nos recuerda que todo lo consignado en la Biblia está dirigido a los cristianos de cada época para su instrucción con el fin de que reciban de ella constancia y consolación y, de este modo, mantengan la esperanza para alcanzar la Felicidad eterna, es decir, la unión definitiva con Dios. También san Pablo pide a Dios que nos conceda tener, a ejemplo de Cristo

Jesús, sentimientos de paz y unidad para con todos… Ya que Dios, en

Cristo, nos ha recibido a todos, somos invitados a "recibirnos y a

aceptarnos unos a otros". La recepción del don de Dios, que es

el mismo Cristo, nos debe llevar a la aceptación fraterna de los demás y a glorificar a Dios por su misericordia. Lo cierto es que la mutua aceptación y la mutua acogida, sostenida por la Gracia de Dios, es la ley basal de toda convivencia cristiana. Sólo así es de esperar una vivencia estable de los matrimonios, la familia, la Iglesia y la sociedad.

En el texto del Evangelio, san Mateo, siempre atento a las

Escrituras, nos presenta a Juan, el Bautista, como aquél en quien se cumple la profecía de Isaías 40,3 acerca de la voz que grita en el desierto para que preparen el camino del Señor. Para ello, se vale de dos estrategias: *una, referida a todos por igual: “Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca”, la que, después, también usará Jesús; y otra, más direccionada, con los fariseos, escribas y saduceos, a quienes trata de hacer comprender que, para ser auténticos descendientes de Abraham deben vivir según el Espíritu de la Ley; que no alcanza con la pertenencia étnica a la descendencia del patriarca.  Se anticipa así el choque que Jesús tendrá con este mismo grupo y con nosotros, cuando nos conformamos con cierta práctica cómodas de la fe, como ser la mera repetición de acciones piadosas, pero vacías de contenido y, sobre todo, de real compromiso en la transformación personal, familiar, eclesial, cultural, política y social a la luz de los valores del Evangelio.

Por tanto, hermanos, ante la certeza de que el Señor viene a nuestro encuentro, lo primero que se nos pide es ‘despertarnos del letargo’, fue el mensaje del domingo pasado; hoy, tenemos que ‘ir a los bifes’, ‘convertirnos’, ‘allanar el camino’, ‘quitar los obstáculos’ para que nada impida su venida a nosotros. Y sabemos que, como insistía el evangelio del domingo pasado, nuestro estilo de vida puede ser un obstáculo. Y también podemos poner resistencia a su venida a nosotros al igual que los fariseos que se resistían a una sincera conversión y por eso Juan Bautista es tan duro con ellos. La conversión que nos pide este tiempo de Adviento consiste en un cambio existencial. Se nos invita a una revisión de nuestras actitudes ante lo presente y ante lo futuro y definitivo. Ya que el juicio de Dios será un hecho para cada uno, se nos invita a ordenar nuestra escala de valores, a distinguir entre lo esencial y lo secundario, entre lo importante y lo urgente, pues, para Jesús, nada valen la raza, títulos, rangos, honores, riquezas o cargos, sólo nos pedirá cuenta de nuestras obras, que hayan sido hechas con amor.

En lo práctico, el Señor nos pide arrepentimiento y confesión de los pecados. La gente sencilla lo entiende bien. El pecado no es un problema sin solución, pues existe la posibilidad del arrepentimiento y del perdón de Dios. El verdadero problema es la autosuficiencia e hipocresía de escribas y fariseos, el combate entre el orgullo y la humildad, pues con esta actitud no preparan, sino que cierran el camino al Señor que viene. El Adviento es un tiempo de gracia para sacarnos las máscaras… ¡ojo, que todos las tenemos!... para ponernos en la fila con los humildes y liberarnos de la presunción de creernos mejores que otros, para ir a confesar nuestros pecados, esos escondidos, y acoger el perdón de Dios y para pedir perdón a quien hemos ofendido. Así comienza una nueva vida. El remedio es uno solo: la humildad, que nos ayudará a erradicar ansias de superioridad, el formalismo, la figuración y la hipocresía. Sólo, así, podremos ver en los demás, a pecadores como nosotros; pero, sobre todo, a Cristo como al Salvador, que viene por nosotros y, no sólo por los otros. Con Jesús la posibilidad de volver a comenzar siempre existe. Nunca es demasiado tarde. Siempre estará la posibilidad de volver a comenzar. No tengamos miedo. ¡Ánimo! Él, siempre, está empeñado en nuestra CONVERSIÓN.

Por eso, los invito a revisar el uso que hacen de su tiempo:

¿Para qué tienen tiempo? y ¿Para qué nunca tienen tiempo? ¿Tienen siempre tiempo para Dios? ¿Y para el prójimo, en especial, los más necesitados? ¿Y para ustedes mismos? ¿para su vida interior? ¿el cuidado de su salud? y ¿el cultivo de sus vínculos familiares? De hecho, en el juicio final daremos cuenta de lo que hicimos y dejamos de hacer con nuestra vida, con nuestro tiempo.

No obstante, esta conversión no se reduce al ámbito individual, sino que debe extenderse al plano comunitario. Esto es lo que remarca San Pablo cuando nos exhorta a aceptar a los demás, como Cristo nos acoge a todos. La apertura solidaria al prójimo, como hermano, es causa y condición para recibir a Cristo que viene a nosotros.

Querida Virgen del Valle, Madre de Dios y Madre nuestra, en tu Inmaculado Corazón pongo, lleno de confianza filial, los matrimonios y las familias de nuestra Patria. Tú, que fuiste el corazón de la Sagrada Familia en Nazaret, enséñanos a hacer de nuestros hogares un lugar luminoso, acogedor y sagrado donde siempre reine Jesús.

Te suplico que intercedas ante el Bien Dios, para que el amor de los esposos sea genuino, fuerte y fiel… Como en las Bodas de Caná, estate atenta a sus necesidades; y, si en algún momento les falta "el vino" de la alegría, de la paciencia o de la ternura, ruégale a tu Hijo que renueve su amor y lo haga mejor que al principio.

Protege a sus hijos, nietos y bisnietos, que los puedan guiar por el camino del bien y de la fe. Dales la sabiduría para educarlos con dulzura y firmeza. Que en sus hogares jamás falte el pan, la comprensión, el diálogo, la unidad, la alegría, la esperanza y el perdón sincero.

Madre Misericordiosa, rompe los muros que dividen, desata los nudos que oprimen, sana las heridas del pasado y cúbrelos con tu manto de ternura. Que, a ejemplo de tu hogar con San José y Jesús, vivan en paz, oración y trabajo, amándose los unos a los otros. Amén.

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