+ Luis Urbanč,
por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica,
Obispo
de Catamarca
Decreto: 56/2024Núm.: 890/ Año XVIIIº del EpiscopadoFecha: 07.11.2024Ref.: Año Jubilar 2025
Siguiendo el ejemplo del Creador (Gen 2, 2-3; Heb 4, 10), experimenta el hombre en lo más íntimo de su conciencia una acuciante llamada a entrar en un clima de reposo que le permita reflexionar sobre el pasado, ahondar en el sentido de lo presente y proyectarse hacia un porvenir que, al amparo de la Divina Providencia, le permita centrar su vida en el Señor haciendo nacer en su corazón una justa valoración de las realidades y preocupaciones terrenales.
En el curso de su
historia, la Santa Madre Iglesia ha celebrado Años Jubilares orientados a volver a sus raíces de fe y
espiritualidad, para centrar la vida en Jesús, ahondar en el misterio de la
penitencia y la paz, buscar su propia renovación y la de cada fiel, promover la
práctica de la peregrinación como un símbolo de nuestra condición de
caminantes, predicar con mayor esmero la Palabra de Dios, fomentar la
experiencia de la alegría cristiana, asumir su ínsita catolicidad y la necesidad
de cumplir el mandato misionero, experimentar con mayor intensidad la
misericordia divina y recibir con gratitud la gracia de la reconciliación y de
la indulgencia.
Este año, el Santo
Padre Francisco, mediante la Bula “Spes non confundit” (09.05.2024), nos
convocó a celebrar el Año Jubilar Ordinario 2025, exhortándonos a renovar la
Esperanza, fundada en el amor de Cristo, con quien somos llamados a
encontrarnos personalmente en el Año Jubilar; a recuperar la “paciencia”, hoy
relegada por la “prisa”; a recordar, mediante las peregrinaciones, que estamos
“en camino”; a preparar la celebración de los dos mil años de la salvación
(2033); a encontrar “signos” de esperanza en el mundo actual; a trabajar con
denuedo por la paz; a promover una visión de la vida llena de entusiasmo para
compartir con los demás; a desterrar la penuria que afecta a tantas personas; a
estimular la esperanza en la juventud; a promover la acogida de los migrantes;
a valorar el tesoro que representan los ancianos y atender a los pobres; a
promover la esperanza en la Iglesia y en el mundo constituyendo un Fondo
mundial para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países
más pobres, condonando las deudas por parte de los países más ricos respecto a
los países más pobres, y concretando la forma sinodal en la Iglesia; a anclar
en la esperanza la vida cristiana, porque nos orientamos hacia el encuentro con
el Señor en la gloria, ya que la vida no termina con la muerte sino que se
transforma, puesto que todo ser humano está llamado a una felicidad sempiterna que
sacia todos sus anhelos, mientras esperamos el juicio final con la certeza de
que Dios nos ama; a ahondar nuestra confianza en la Virgen Santísima, a quien
llamamos Stella maris, porque, en los borrascosos acontecimientos de la vida,
Ella viene en nuestro auxilio, nos sostiene y nos invita a confiar y a seguir
esperando.
Nuestra Iglesia de
Catamarca no puede permanecer indiferente ante esta convocatoria del Santo
Padre. Al contrario, ha de involucrarse con toda la fuerza de la fe, la
esperanza y el amor, en esta experiencia Jubilar para hacer nuestras las
enseñanzas de las Sagradas Escrituras, de la historia de la Iglesia y de las
exhortaciones papales.
Por ello, el
domingo 29 de diciembre de 2024, abriré la Puerta Santa en la Iglesia Catedral,
al culminar la peregrinación que partirá del Convento de los Padres
Franciscanos a las 09 horas, seguidamente celebraré la Eucaristía en el
Santuario Mariano como apertura solemne del Año jubilar que se prolongará hasta
el Domingo 28 de diciembre del Año 2025. En la misma celebración se anunciará
al pueblo la indulgencia plenaria jubilar, que podremos obtener según las
prescripciones emanadas de la Santa Sede.
Durante el Año
Jubilar organizaremos celebraciones ecuménicas que pongan de manifiesto la
riqueza del testimonio de los mártires de todas las tradiciones cristianas;
redescubriremos la belleza de la sanación, de la alegría y del perdón de los
pecados en el Sacramento de la Reconciliación; nos dejaremos liberar de los
efectos residuales del pecado mediante la indulgencia jubilar; y acentuaremos
la significación de los santuarios como lugares santos de acogida y espacios
privilegiados para generar esperanza.
Entre los grandes
beneficios que podremos experimentar durante el Año Jubilar, contamos de un
modo especial con la gracia de las Indulgencias Plenarias, concedidas por
Decreto de la Penitenciaría Apostólica, de fecha 13 de mayo de 2024.
Para vernos
agraciados por este gran don de la Iglesia, hemos de tener plena conciencia de
la indulgencia plenaria jubilar, que puede ser obtenida por los fieles que
participan de las acciones enriquecidas con este don y también que se puede
aplicar a las almas del Purgatorio en forma de sufragio, sabiendo que aunque
normalmente se puede conseguir solo una Indulgencia plenaria al día, durante
este año especialísimo, los fieles que habrán emitido un acto de caridad en
favor de las almas del Purgatorio, si se acercan legítimamente al sacramento de
la Comunión una segunda vez en el mismo día en el contexto de una celebración
Eucarística, podrán conseguir dos veces en el mismo día la Indulgencia
plenaria, aplicable sólo a los difuntos.
Hemos de saber,
queridos hermanos, que las acciones enriquecidas con la gracia de la indulgencia
plenaria son las Sagradas Peregrinaciones hacia cualquier lugar sagrado
jubilar, con toda su fuerza simbólica, capaz de manifestar la necesidad
apremiante de conversión y de reconciliación; las Pías visitas a los lugares
sagrados jubilares; la participación en las Misiones populares; la participación
en ejercicios espirituales; la participación en otros encuentros de formación
sobre los textos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia
Católica, que se realicen en una iglesia u otro lugar adecuado, según la
intención del Santo Padre; la práctica de las obras de misericordia; y la
práctica más intensa de la penitencia.
Por otra parte, y
esto es muy importante, los fieles verdaderamente arrepentidos que no podrán
participar en las solemnes celebraciones, en las peregrinaciones y en las pías
visitas por graves motivos (enfermedad, ancianidad, discapacidad, etc.),
conseguirán la Indulgencia jubilar, con las mismas condiciones si, unidos en
espíritu a los fieles en presencia, particularmente en los momentos en los
cuales las palabras del Sumo Pontífice o del Obispo diocesano sean trasmitidas
a través de los medios de comunicación, reciten en la propia casa o ahí donde
el impedimento les permita: el Padre Nuestro, la Profesión de Fe en cualquier
forma legítima y otras oraciones conforme a las finalidades del Año Santo,
ofreciendo sus sufrimientos o dificultades de la propia vida.
En nuestra Iglesia
de Catamarca, serán lugares sagrados jubilares: el Santuario y Catedral
Basílica de Nuestra Señora del Valle, cuya puerta se abrirá el Domingo 29 de
diciembre del presente año, luego de la peregrinación que iniciará en el
Convento Franciscano a las 09 horas; el templo “San Maximiliano Kolbe” de la
Penitenciaría Provincial, con apertura de la puerta santa el día 30 de diciembre
del corriente año, a las 09 horas; el Santuario Gruta de Nuestra Señora del
Valle, con apertura de la puerta santa el día miércoles 1 de enero del año
2025, a las 19 horas; el Santuario de Nuestra Señora de Belén, cuya puerta santa
se abrirá el día sábado 4 de enero del año 2025, a las 19 horas; el oratorio de
“El Suncho”, en el Departamento La Paz, con apertura de la puerta santa el día
10 de enero del año 2025, a las 08 horas; y la Iglesia de San José, en Piedra
Blanca, Departamento Fray Mamerto Esquiú, cuya puerta santa se abrirá ese mismo
día 10 de enero, a las 19 horas.
En las fechas y
horas indicadas, impartiré la Bendición Papal con anexa Indulgencia plenaria,
conseguible por todos los fieles que reciban tal Bendición con las habituales
condiciones.
Además, por estas
Letras Episcopales y para todo este Año Jubilar, concedo a todos los sacerdotes
que desempeñan su ministerio en esta Diócesis, la facultad ordinaria, no
delegable, de absolver en el fuero sacramental de las censuras latae sententiae
no declaradas, ni reservadas a la Santa Sede, incluso respecto de quienes se
encuentren en la diócesis sin pertenecer a ella, y respecto a los diocesanos,
aun fuera del territorio de la misma. Aclarando que dichos sacerdotes que
acompañen o se unan a peregrinaciones jubilares fuera de la Diócesis, pueden
valerse de las mismas facultades de las cuales fueron provistos en esta Iglesia
de Catamarca.
Queridos hermanos,
durante este Año Jubilar estamos invitados a promover las peregrinaciones, a
visitar píamente los lugares sagrados, a practicar con mayor fervor las obras
de misericordia y a practicar más intensamente la penitencia, todo ello
enriquecido con indulgencias plenarias.
Para ello es
menester saber que las peregrinaciones hacia cualquier lugar sagrado jubilar
deben concluir, optativamente, con la participación devota en la Santa Misa; con
la participación devota en una Misa ritual para conferir los sacramentos de
iniciación cristiana o la Unción de los enfermos; con la celebración de la
Palabra de Dios; con el rezo de la Liturgia de las Horas (oficio de lecturas,
laudes, vísperas); con el rezo del Via Crucis; con el rezo del Rosario mariano;
con el rezo del himno del Akathistos; o con una celebración penitencial, que
concluya con las confesión individual de los penitentes, como está establecido
en el rito del sacramento de la Reconciliación.
En cuanto a las
visitas piadosas, los fieles podrán conseguir la Indulgencia jubilar si,
individualmente o en grupo, visitan devotamente cualquier lugar jubilar y ahí,
durante un período de tiempo adecuado, realizan adoración eucarística y
meditación, concluyendo con el Padre Nuestro, la Profesión de Fe en cualquier
forma legítima e invocaciones a María, Madre de Dios.
En lo referido a
la práctica de las obras de misericordia, hemos de recordar que consiste en
realizar más frecuentemente obras de caridad o misericordia, principalmente al
servicio de aquellos hermanos que se encuentran agobiados por diversas
necesidades; consiste, asimismo, en redescubrir y practicar más frecuentemente
las obras de misericordia corporales y espirituales; y también consiste en
dirigirse a visitar por un tiempo adecuado a los hermanos que se encuentran en
necesidad o en dificultad (enfermos, encarcelados, ancianos en soledad,
personas con capacidades diferentes…), como realizando una peregrinación hacia
Cristo presente en ellos (cfr. Mt 25, 34-36) y siguiendo las habituales
condiciones espirituales, sacramentales y de oración. Los fieles, sin duda,
podrán repetir tales visitas en el curso del Año Santo, obteniendo en cada una
de ellas la Indulgencia plenaria, incluso cotidianamente.
Y, en fin, la
práctica más intensa de la penitencia consiste en tomar parte activa en las
iniciativas que ayuden en modo concreto y generoso al espíritu penitencial que
es como el alma del Jubileo. Particularmente redescubriendo el valor
penitencial del viernes e intensificando las prácticas de abstención de
consumos superfluos y de distracciones banales, para poder volcar nuestros
muchos o pocos bienes en obras que beneficien a los pobres y procuren el
sostenimiento de obras de carácter religioso o social, especialmente en favor
de la defensa y protección de la vida en cada etapa y de la calidad de la
misma, de la infancia abandonada, de la juventud en dificultad, de los ancianos
necesitados o solos, y de los migrantes; recordando al mismo tiempo que estamos
invitados a dedicar una adecuada parte del propio tiempo libre a actividades de
voluntariado, que sean de interés para la comunidad u otras formas similares de
compromiso personal.
Queridísimos
hermanos, que este tiempo de gracia nos sirva a todos para experimentar con
indecible júbilo el gozo de sabernos amados por Dios, quien nos convoca a ser
signos de su amor mediante la esperanzada alegría personal, la gratitud
expresada sin cesar y un especial cultivo de la vida espiritual.
Para ello contamos
con la privilegiada protección y la maternal ayuda de nuestra Señora del Valle,
a quien nos encomendamos para sentir anticipadamente en la tierra el júbilo que
Ella y todos los santos experimentan en plenitud en el cielo.
Dado en San Fernando del Valle de Catamarca, Sede Diocesana, a siete días del mes de noviembre del Año del Señor de dos mil veinticuatro.
+ Luis Urbanč
Obispo de Catamarca