Durante la tarde del lunes 16 de noviembre, cientos de fieles de las distintas comunidades parroquiales, delegaciones de colegios católicos y sacerdotes de toda la Diócesis de Catamarca, se congregaron en el templo del Sagrado Corazón de Jesús, para recibir jubilosos las reliquias de San Juan María Vianney, conocido como el Santo Cura de Ars, que vienen recorriendo distintos puntos del país.
En la Catedral
Con la Catedral Basílica colmada de fieles, se ofició la Santa Misa , presidida por el Vicario Episcopal de Pastoral, Pbro. José Antonio Díaz, y concelebrada por un gran número de sacerdotes provenientes de la ciudad capital y del interior de la Diócesis , que llegaron especialmente para esta ocasión.
Apenas iniciada la celebración, el Secretario Canciller de la Diócesis , Pbro. Juan Olmos, leyó una carta escrita por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč, el pasado 5 de noviembre, antes de viajar a Buenos Aires para participar de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. En la misma, Mons. Urbanč señala, entre otros conceptos: “Hoy han llegado a nuestro suelo las reliquias de San Juan María Vianney, el Cura de Ars. A través de ellas ‘tocarán’ el corazón puro y santo de aquél que marca el sendero espiritual durante este Año Sacerdotal”.
“Quiera el Señor que la ‘visita’ del Cura de Ars, a través de las reliquias de su corazón, signifique un poderoso impulso en la vida pastoral y espiritual de toda la comunidad catamarqueña, y que la ‘presencia’ de tan amado sacerdote marque el comienzo de un renovado florecimiento de vocaciones sacerdotales como regalo del Señor para nuestro pueblo en el Año del Centenario de nuestra Iglesia de Catamarca”, indica el Pastor Diocesano en su carta.
Cristo que camina entre nosotros
La homilía estuvo a cargo del párroco del departamento Fray Mamerto Esquiú, Pbro. Héctor Salas, quien exhortó a que “como Pueblo de Dios, elevemos súplicas por la santidad de nuestros sacerdotes, la perseverancia de los seminaristas y el aumento de las vocaciones sacerdotales”. Luego recordó que en un retiro realizado en la localidad de Cura Brochero, Córdoba, el entonces Cardenal Primatesta definió al sacerdote señalando que es Cristo que camina entre nosotros, que camina en nuestros pueblos, en nuestras comunidades; que es elegido por Dios, consagrado y enviado en favor de los hombres; es el profeta de la Esperanza , el maestro de la Palabra , el Buen Pastor elegido como un hombre en medio de los hombres. Después, el Padre Salas manifestó que el sacerdote cuenta con la gracia de Dios para ejercer su ministerio, pero “también necesitamos de ustedes -dijo- que con su oración nos sostengan, nos acompañen y nos ayuden a ser sacerdotes, sólo sacerdotes”. Tuvo presente entonces las palabras pronunciadas por el Pbro. Gerardo Denett, que al recibir horas antes en su parroquia del Corazón de Jesús las reliquias provenientes de Córdoba dijo: “Me arrodillé consciente de mi nada y me levanté sacerdote”. Continuando con su homilía, el sacerdote expresó: “Con la presencia de las reliquias del Santo Cura de Ars elevemos nuestras súplicas para que en nuestra Diócesis florezcan muchísimas vocaciones. Para eso necesario apuntalar a la familia; que se viva la santidad en el hogar y los padres den testimonio de fe a sus hijos. Concluyó su homilía rezando la jaculatoria que todos los presentes fueron repitiendo con fervor: “¡Señor, danos sacerdotes! ¡Señor, danos muchos sacerdotes! ¡Señor, danos muchos y santos sacerdotes!”.
Al final de la Santa Misa , el Padre Díaz repasó en breves palabras algunas características de San Juan María Vianey, de quien dijo que “superó sus límites y nos hizo ver el camino de Santidad y servicio”, e invitó a todos a invocarlo con la Oración por el Año Sacerdotal.
Vigilia en el Monasterio del Valle
Al término de la Santa Misa , las reliquias quedaron durante quince minutos para la veneración de sacerdotes y laicos. Luego fueron trasladadas al Monasterio del Valle, de las monjas dominicas, donde permanecieron durante toda la noche.
El martes 17, a las 7.30, las reliquias fueron llevadas nuevamente a la Catedral Basílica , donde se ofició la Santa Misa , a cuya finalización se concretó el traslado a la Diócesis de Concepción, en la vecina provincia de Tucumán.