Camino a la Beatificación

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09 junio 2018

Acerca del Corazón de Jesús


Si nuestro corazón es para nosotros el centro donde se juntan y la fuente desde donde manan los talentos y las virtudes; y si sabemos valorar el corazón de los bienhechores, ¿cuánto más tenemos que honrar el Corazón de Jesús como el abismo, el santuario y el tabernáculo de todas las virtudes?
Por eso les voy a transcribir una reflexión de un autor italiano que murió en el año 1461. Sus palabras serán una indicación para comprender las enseñanzas de la Iglesia, que no son otras que las de su celestial Esposo, Jesucristo: “Si quieren purificarse completa y fácilmente de sus pecados, liberarse de sus pasiones y dotarse de todos los bienes, métanse en la escuela de la eterna caridad. Sumérjanse frecuentemente con todo el corazón y toda la mente en el Corazón de Jesús Crucificado. Este Corazón está lleno de Amor. Por medio de él tenemos acceso a Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo. Él abraza con inmenso amor a todos los elegidos. En su amble Corazón se encuentran todo tipo de virtudes, la fuente de la vida, la consolación perfecta, la verdadera luz que ilumina a todo hombre, pero sobre todo para aquél que ha recurrido a Él en cada aflicción y necesidad. Todo bien deseable se lo puede obtener con abundancia de Él. Toda ayuda y toda gracia proceden sólo de este manso Corazón. Este Corazón es el fuego del amor divino que quema y purifica, que consume y transforma en sí a todos aquellos que se confían a Él.
Ahora bien, como todo don procede de este amante Corazón, todo también debe orientarse a Él, sin pretender que es mérito nuestro. A este Corazón confesarán sus pecados, pedirán perdón y gracia, y ofrecerán alabanza y gratitud. Por lo cual besarán seguido este Corazón que es imagen del Corazón divino de Jesús en el que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia de Dios. Se esmerarán por contemplarlo cara a cara confiándoles sus penas y así atraerán a sus corazones su Amor, su Espíritu, sus Gracias y sus Virtudes. A Él recurrirán en la prosperidad como en la adversidad. En Él deben confiar siempre. Deben aferrarse siempre a Él y morar en Él, para que Él se digne poner su morada en sus corazones. En su Corazón podrán reposar dulcemente y en paz. Pues aunque los corazones de todos los mortales los llegaran a abandonar, el fiel Corazón de Jesús jamás los engañará ni abandonará. Y no se olviden de honrar devotamente y de invocar a la gloriosa Madre de Dios, la siempre Virgen María, para que les conceda de parte del Corazón de su Hijo todo cuanto necesitan. Y de parte de ustedes ofrezcan todo al Corazón de Jesús por medio de sus benditas manos”.

Mons. Luis Urbanc
Obispo de Catamarca