El miércoles 24 de diciembre, el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, presidió la Misa de Nochebuena en la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, celebrando el misterio del Nacimiento del Hijo de Dios, que vino al mundo para salvarnos.
La Eucaristía fue concelebrada
por los sacerdotes Juan Ramón Cabrera y Ramón Carabajal, rector y capellán del
Santuario Catedral, respectivamente, con la participación de los fieles que se
congregaron en torno al altar para vivir esta gran fiesta de la fe.
En el inicio de su homilía,
Mons. Urbanč manifestó que “los textos bíblicos nos hablan de una gran alegría,
que haya venido el Hijo de Dios a la tierra, porque no es solamente un cuento
del pasado, es una realidad histórica que ha cambiado el giro de la historia. Y
el mensaje del profeta Isaías es que un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha
dado, la soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre Consejero Maravilloso,
Dios Fuerte, Príncipe de la Paz, su soberanía será grande y habrá paz hasta el
fin”.
Sobre este aspecto dijo que “Cristo
trajo la paz porque Él ha reconciliado a la humanidad con Dios. Pero la paz dada
hasta antes de Cristo la condenación era inexorable, ahora las puertas del Cielo
están abiertas. Esa es la paz que trae Cristo, Él va a sostener el derecho y la
justicia”.
Luego reflexionó que “hay dos
palabras que el Ángel va a decir, tanto a María como a José, respecto de Jesús,
primero, Emmanuel, es decir, Dios
con nosotros. Y la otra palabra es que le pondrán por nombre Jesús, porque Él salvará al pueblo de
sus pecados… Jesús y Emmanuel, dos palabras hebreas, una nos habla de la misión
de salvarnos y la otra de quién es el que nos salva, Dios, porque solamente
Dios podía hacer un acto de justicia para reparar la ofensa que hemos hecho a
Dios con nuestra desobediencia”.
Al explicar el misterio de la
Encarnación del Hijo de Dios, tomó las palabras del apóstol Pablo, “quien dice:
‘Así como por la desobediencia de uno solo entró el pecado en el mundo y nos
afectó a todos, así por la obediencia de uno solo entra la gracia, la vida, la
salvación al mundo’. Adán desobediente, Jesús obediente, el primer hombre en la
pareja primera desobediente, Jesucristo obediente, y la obediencia de Cristo
afecta también a todos”.
En este sentido expresó que “lo
que estamos celebrando hoy es la venida del Hijo de Dios, que eligió el camino
ordinario. Jesucristo podía haber venido ya grande a la tierra, sin necesidad
de tener que nacer, crecer, aprender a hablar, y no, quiso la cooperación del
ser humano. Así como Adán y Eva son los padres de la humanidad, para que venga
el Hijo del Hombre, también Dios quiso que haya un hombre y una mujer, éstos
son José y María, verdaderos esposos, a pesar de que no vivían juntos todavía”.
“Y pide el consentimiento de
María para lo cual manda a un Ángel, así como Adán y Eva eran libres, María es
libre y puede decir sí o puede decir no. Como Adán y Eva dijeron no, María dijo
sí, y comienza a gestarse en sus purísimas entrañas el Hijo de Dios. También
José tiene que dar su consentimiento y aceptar que ese Niño viene del Espíritu
Santo, y que se va a comprometer a que junto con María lo van a educar como
verdadero hombre. Ahí está la cooperación del ser humano; Jesús asume nuestra
naturaleza y en esta naturaleza humana sufrirá y pagará por nuestras deudas”,
afirmó.
En otro tramo de su predicación,
el Obispo hizo alusión a la segunda lectura, “sobre todo porque estamos muy
atrapados por la sociedad de consumo”, apuntó, señalando que “no les quepa la
menor duda que la evaluación que saldrá por los medios de comunicación de todo
tipo, va a ser cuánto ha gastado la gente en esta Navidad, y los consumidores somos
nosotros… Y el apóstol Pablo decía a Tito, uno de los obispos jóvenes que había
puesto, que ‘la gracia de Dios es fuente de salvación para todos los hombres, ella
nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos para vivir en la vida
presente con sobriedad’. Esa palabra creo que ya no tiene carta de ciudadanía
en nuestra sociedad”.
“Jesús se entregó por nosotros
para librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un pueblo
elegido”, dijo, remarcando que la Navidad no es prepararnos para “una comilona,
para gastar… y por ahí un fin de semana más largo para pasear, pero no para
meditar en el misterio de Cristo, solamente para seguir consumiendo, disfrutando
de esto pasajero que no lo vamos a llevar al Cielo”, manifestó.
“Que
en esta Navidad signifique encontrarnos con el Dios de la vida”
Frente a esta realidad, deseó “que
esta Navidad signifique encontrarnos con el Dios de la vida, el Dios que puede
causar la verdadera alegría que el ser humano necesita. Sólo Jesucristo puede
saciar las apetencias del corazón humano, que quiere ser verdaderamente feliz.
Si lo dejamos nacer a Jesús en nuestro corazón tendremos la verdadera felicidad”.
En este contexto, dijo que
nuestro corazón debe convertirse en “una hermosa cuna acogedora, una habitación
llena de luz, fragante, para acoger a Jesús, eso lo que teníamos que haber
hecho a lo largo de estas cuatro semanas de Adviento, preparar nuestro corazón
con una buena confesión. Hay que acercarse al sacerdote para recibir el perdón
de los pecados, porque solamente así nos hacemos partícipes de la redención que
Cristo nos consiguió desde la Encarnación hasta la Resurrección”.
Hacia el final, resaltó que “los
pastores fueron a adorar al Niño y los ángeles decían: ‘Gloria a Dios en las
alturas y en la tierra paz a los hombres que son amados por Él’”, exhortando a
que “seamos de ese grupo de los amados por Dios, que nos dejamos amar por Él,
que nos dejamos mimar por Él, que nos gusta estar con Él, que no tenemos apuro de
salir de su lado, sino que siempre disfrutamos del amor, de la ternura, de la misericordia,
de la paciencia de nuestro Buen Dios que se revela en su Hijo Jesucristo”.
Luego de la Comunión, la Cantoría
del Valle, con la dirección de Exequiel Andrada, interpretó la canción Noche de
Paz y al final villancicos folclóricos argentinos, anunciando el Nacimiento del
Niño Dios.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat
