Bajo el lema “Con la Familia
de Nazaret, peregrinamos en esperanza”, durante la tarde de este sábado 25 de
octubre se celebró el Jubileo Diocesano de las Familias, en el marco del cierre
de las fiestas patronales en honor de la Sagrada Familia, que se desarrollaron
en la parroquia puesta bajo su patrocinio.
La peregrinación jubilar se
inició en la sede parroquial ubicada en el barrio Villa Cubas, donde se dieron
cita matrimonios, niños, jóvenes, abuelos, para caminar con espíritu sinodal en
este año que nos invita a la conversión y la misericordia. Portando la imagen
de Jesús, María y José, la Sagrada Familia de Nazaret, mientras entonaban
cantos de alabanza matizados con oraciones, los peregrinos culminaron su
trayecto en el Santuario de la Virgen del Valle y Catedral Basílica, donde
atravesaron la Puerta Santa para recibir las indulgencias plenarias que otorga
la Iglesia en este Año Santo.
En el interior del templo
participaron de la Santa Misa, presidida por el padre Marcelo Amaya,
responsable de la Pastoral Familiar en la diócesis, y concelebrada por el padre
Oscar Tapia, párroco de la parroquia Sagrada Familia.
En el inicio de su homilía, el
padre Tapia afirmó: “Dice un pasaje de San Pablo que Dios dispone de todas las
cosas para el bien de los que Él ama. Y realmente la Providencia de Dios nos ha
conducido a esta peregrinación y a esta culminación de nuestra fiesta patronal,
y digo la Providencia porque el padre Marcelo me llamó cuando estábamos
organizando nuestras festividades, y junto con la gente del Movimiento Familiar
Cristiano y de la Pastoral Familiar querían caminar con nosotros y venir desde
la Sagrada Familia hasta la Casa de Nuestra Madre. Así que nos hemos sumado a
esa hermosa iniciativa, y acá estamos”.
Comentó que “el Señor Obispo
deseaba acompañarnos, pero como es un gran pastor y peregrino, está en la
sierra en El Alto” terminando su visita pastoral, a la vez que agradeció “de
modo especial al padre Juan Ramón Cabrera, el rector del Santuario, que nos ha
cedido la Catedral en este horario en que podemos disfrutar junto a la Madre
Santísima y la Sagrada Familia”.
Respecto de la Palabra de Dios
proclamada expresó: “Hemos revivido, por la gracia de Dios, una escena que está
solamente en el Evangelio de Lucas en el capítulo 2, del versículo 42 en
adelante, una escena preciosa porque es la única en que contemplamos a Jesús Niño,
como nuestros niños de la Catequesis. Jesús, dice el texto bíblico, y sus
padres iban todos los años a Jerusalén”, ya que “en la ley dice que un creyente
judío tenía que peregrinar tres veces a Jerusalén. Como José y María eran
creyentes suben a Jerusalén con el Niño, y cuando regresan se dan cuenta que no
lo tenían al Niño…lo buscan algo angustiados, y Jesús les dice: ‘¿No sabían que
debo estar en las cosas de mi Padre?’. Pero, dice el texto, ellos no
comprendieron, María tampoco, guardaba estas cosas y las meditaba en su corazón”…
“Él regresó con ellos en obediencia y crecía en estatura, en sabiduría y en
gracia. Y ahí termina el Evangelio de la infancia, lo que sabemos del Niño”.
“Caminar
juntos guiados por el Señor”
“Hoy hemos caminado con José,
con María y con el Niño en peregrinación, cantando, rezando, a la Casa de la Madre.
Miren qué interesante en ese pasaje dice: ‘Caminaban juntos’, esto que nos
pidió tanto el Papa, pero no se camina solo a la casa, caminar guiados por el Señor,
caminar con un sentido, iban al templo a celebrar la vida”.
Tras resaltar que Dios debe
ocupar el centro de nuestras vidas, tomó el testimonio de un joven de la
Comunidad Cenáculo de recuperación de chicos con adicciones -quien participó de
las fiestas patronales de la Sagrada Familia-, para extrapolar los tres pilares
de la vida esa comunidad: oración, trabajo y amistad verdadera, al ámbito
familiar, señalando que “necesitamos que el Señor salve nuestra familia, y para
eso pone estos pilares. En primer lugar, la oración, la oración en familia, la
bendición de los padres, la oración diaria, la Misa dominical en familia…; el
trabajo, recuperar y enseñar el valor del trabajo; y el tercer valor que dicen
los chicos del Cenáculo, los vínculos verdaderos, la corrección fraterna, el
diálogo por encima de los gritos y de la violencia”.
En este sentido puntualizó que
“nuestra oración tiene que ser sincera, humilde, desde adentro”, e imploró “por
la paz para nuestra Patria, porque las agresiones mutuas de uno o de otro, las
descalificaciones, no nos educan democráticamente. Para eso también deberíamos ir
cambiando en el hogar con esta ayuda del Señor. Pedimos esta gracia y que nos
encontremos acá al Niño, que es la sabiduría, y que nos dejemos enseñar
nuevamente para una oración sincera y para una vida cristiana plena”.
Oración
común y ofrendas
En el momento de la oración
común se rogó por la Iglesia, por el Papa León XIV, nuestro obispo Luis Urbanč y
los sacerdotes, por las familias, los jóvenes, niños y abuelos.
Al presentar las ofrendas del
pan y del vino, representantes de la Pastoral Familiar y del Movimiento
Familiar Cristiano acercaron objetos que representan a la familia: flores, como
expresión de lo más hermoso de sus vidas; una Biblia, la Palabra que ilumina
los hogares; una vela, signo de la fe que crece en el hogar; las alianzas,
símbolo del amor de los esposos; y un rosario, símbolo de la oración en
familia.
Las familias también participaron
de los otros momentos de la ceremonia litúrgica, guiando y proclamando la
Palabra de Dios.
Luego de consagrar a Nuestra
Señora del Valle a todas las familias, el padre Amaya agradeció “al padre Juan
Cabrera, rector del Santuario Catedral, a la parroquia Sagrada Familia, a los
movimientos y a la Pastoral Familiar, por apostar a la familia, ese núcleo tan
importante para la vida del ser humano. Jesús ha querido tener una familia,
entonces nosotros trabajemos por las familias”.
#JubileoDeLaFamiliaCatamarca
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat