Durante la Santa Misa de las
21.00, la Pastoral de la Niñez conmemoró el centenario de la partida al Cielo
de Santa Jacinta Marto -una de las pastorcitas a quienes se le reveló la Virgen
de Fátima- a los pies de Nuestra Madre del Valle, que cobró especial
significación en este Año Jubilar por los 400 años del hallazgo de la bendita
Imagen en la Gruta de Choya.
La celebración eucarística
fue presidida por el Pbro. Santiago Granillo, asesor de la Pastoral de la
Niñez, y contó con la participación de miembros del equipo y niños, quienes
tuvieron a cargo la guía de la Liturgia y la proclamación de la Palabra de Dios,
junto a los fieles en general.
En su homilía, el sacerdote
recordó que “el año pasado celebramos los 100 años de la partida al Cielo de
San
Francisco Marto, el hermanito de Santa Jacinta. Cuando la Virgen se les
aparece en Fátima, Francisco tenía 9 años y Jacinta, 7, y la Virgen les había
dicho que a ellos dos, pronto los llevaría al Cielo, y que su prima Lucía, de
12 años, debía quedarse un poco más aquí, en la tierra”.
“Y hoy celebramos el
centenario de la partida al Cielo de
Jacinta, quien muere lejos de su familia, de su tierra, muere solita, pero con
una certeza grande en su corazón, que nunca había sido abandonada por la Santísima
Virgen”, afirmó.
Respecto de este tiempo
especial que vive la Iglesia catamarqueña, el Padre Granillo manifestó: “Hoy
estamos en este Santuario de la Madre del Valle, que es un centro de
irradiación hacia toda nuestra Patria argentina, estamos dentro de este Año
Jubilar Mariano por los 400 años de la presencia de la Virgen en nuestra tierra.
Por eso, este centenario de la partida al Cielo de Jacinta tiene un significado
especial, y es que María, al igual que Dios, sigue y seguirá
eligiendo a los
pequeños”.
En este sentido dijo que “Dios
ha elegido a los pequeños, a los pobres, para enriquecernos con la fe y la
fuerza transformadora de la oración. Eso es lo que Dios, a través de la
Santísima Virgen, ha hecho en el corazón de Lucía, de Francisco y de Jacinta,
enriquecerlos con una fe tan grande y con una entrega tan generosa en su vida y
en la oración, que alcanzaron en poco tiempo una madurez espiritual que les mereció
estar hoy en el Cielo”.
Por eso, “el centenario de
la partida al Cielo de Jacinta tiene que ser una gran invitación. Dios nos
propone a nosotros, pueblo de Catamarca, el camino de la pequeñez, que es el de
la santidad”, de allí que “nuestro homenaje tiene que ser la expresión de la
pequeñez de nuestra vida frente a tan grande don que tenemos en Catamarca, y que
se comparte hacia toda nuestra Patria”, enfatizó.
Antes de concluir la
Eucaristía, el sacerdote invitó a los miembros de la Pastoral de la Niñez a
acercarse al altar, y les impartió una bendición especial por su labor, junto a
todos los presentes.