Jubilosa celebración por el 2º año de la Beatificación de Fray Mamerto Esquiú
“Tanto la vida de la Virgen María,
como la del Beato Mamerto Esquiú nos orientan en el modo como debemos encarar
nuestra vida personal, familiar, social y eclesial”, dijo el Obispo.
Este
lunes 4 de septiembre, la localidad de Piedra Blanca, tierra natal del Beato
Mamerto Esquiú, fue el epicentro de las celebraciones por el segundo aniversario
de su Beatificación, que fueron engalanados con la presencia de Nuestra Madre
del Valle, a quien celebramos con gratitud en estos días por su protección durante
el sismo del 7 de septiembre de 2004.
La
fiesta se inició con la partida de la imagen de la Virgen Morena desde la
Catedral Basílica acompañada por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y el
rector del Santuario mariano, padre Gustavo Flores, en una alegre caravana vehicular
que recorrió calles y avenidas de San Fernando del Valle, atravesando territorio
chacarero por la ruta Nº 41 hasta Piedra Blanca, donde la esperaban miembros de
agrupaciones gauchas, devotos y peregrinos, a quienes se sumaron los
biciperegrinos.
Todos
juntos, como Iglesia sinodal participaron de la procesión alrededor de la plaza
de la localidad portando las imágenes de la Virgen del Valle y del Beato
Mamerto Esquiú y las reliquias que se veneran en la Catedral. Entre cantos
matizados con oraciones y reflexiones alusivas a este acontecimiento de fe,
arribaron a la explanada del histórico templo de San José donde se dispuso el
altar para la celebración de la Santa Misa presidida por Mons. Luis Urbanč y
concelebrada por el párroco de San José, padre Carlos Robledo; el rector y el
capellán de la Catedral Basílica y Santuario mariano, padres Gustavo Flores y
Ramón Carabajal, respectivamente; los párrocos de San Isidro Labrador (Valle
Viejo), San Francisco de Asís (Andalgalá) y San Antonio de Padua (Capital),
presbíteros Javier Grosso, Julio Quiroga del Pino y Ángel Nieva,
respectivamente.
Participaron
de la ceremonia litúrgica el intendente de Fray Mamerto Esquiú, Dr. Guillermo
Ferreyra, junto con miembros de su gabinete, concejales y legisladores
provinciales, brindando un marco especial los abanderados y escoltas de
escuelas del departamento.
“Hoy
nos encontramos en este solar de la Iglesia de San José frente a la casa donde
nació, creció y se educó fray Mamerto Esquiú, en el segundo aniversario de la
entrañable ceremonia de su beatificación. Por eso los invito a expresar nuestro
gozo y gratitud con las palabras del salmista: «Canten al Señor un cántico
nuevo, cante al Señor, toda la tierra. Cuenten a los pueblos su gloria, sus
maravillas a todas las naciones»”, expresó Mons. Urbanč en el inicio de su
homilía, agregando que “nuestro Beato ha sido un devoto y fiel hijo de la
Virgen del Valle, reconociendo en Ella a su madre protectora en los avatares de
su vida familiar, política y religiosa. Hermoso ejemplo a imitar y difundir”.
Al
aludir a la Caravana que se realizó desde la Catedral hasta la sede parroquial
de Piedra Blanca, portando la venerada imagen de la Virgen, el Obispo exhortó:
“Que esto nos ayude a tomar conciencia de que somos peregrinos por esta tierra
que se nos confía como don y tarea, con la certeza de que nuestra morada
definitiva y real es la Vida Eterna, junto al Buen Dios, Uno y Trino, en
comunión con todos los bienaventurados, ángeles y santos”.
Después,
al reflexionar sobre las lecturas bíblicas proclamadas se refirió a la carta de
san Pablo a los efesios, en la que el apóstol pide que «nos comportemos de una
manera digna de la vocación que hemos recibido» y afirmó que “en esto empeñó su
vida el Beato Mamerto. Para instrumentarlo se valió de cuanto de legítimo tenía
a su alcance. Por eso, hasta incursionó en el servicio de la política y la
prensa, sin jamás perder de vista los valores recibidos en el Bautismo, que
regían todo su accionar, sentir y pensar”.
Más
adelante Mons. Urbanč habló de la tarea que desde hace dos años se emprendió
para devolverle a esta Iglesia diocesana su impronta sinodal, indicando que
“para lograrlo vamos realizando nuestras actividades en clave sinodal, es
decir, a pensar juntos, escuchar juntos, planificar juntos (…) De esta manera,
lograremos superar un defecto ínsito a nuestra frágil naturaleza humana: la de
considerarnos que unos somos más grandes o importantes que otros, lo cual
genera todos los problemas en nuestras relaciones interpersonales e
institucionales”. Y vinculó este pensamiento con el pasaje proclamado, del
Evangelio de san Lucas, sobre la discusión de los apóstoles sobre quién debía
ser considerado el más grande. “Tanto la vida de la Virgen María, como la del
Beato Mamerto Esquiú -dijo entonces- nos orientan en el modo como debemos
encarar nuestra vida personal, familiar, social y eclesial. No malogremos esta
gracia que Dios nos da”.
Concluyó
su homilía invitando a los presentes a rezar la oración para profundizar y
enraizar el camino sinodal en la vida de todas las comunidades diocesanas.
Antes
de la bendición final, el párroco de San José agradeció a todas las personas
que colaboraron para vivir esta fiesta en honor de nuestro amado Beato Mamerto
Esquiú, tras lo cual se rezó la Oración por su pronta canonización.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos
devotos y peregrinos:
En
este primer día del triduo de acción de gracias por la protección que recibimos
a diario de la Virgen del Valle se nos propuso meditar la primera línea de
acción pastoral que consiste en que seamos comunidades abiertas y acogedoras
que escuchan y dialogan, que, a su vez, constituye la primera unidad pastoral
junto con otras dos líneas de acción que nos invitan a ser comunidades que
animan y atienden las necesidades pastorales de la gente y que articulan y
planifican la tarea pastoral, asumiendo, con las otras dos unidades, la décima
línea que procura que todas las comunidades rechacen la violencia y sean
constructoras de la paz.
Hoy nos encontramos en este solar de
la Iglesia de San José frente a la casa donde nació, creció y se educó fray
Mamerto Esquiú, en el segundo aniversario de la entrañable ceremonia de su
beatificación. Por eso los invito a expresar nuestro gozo y gratitud con las
palabras del salmista: “Canten al Señor un cántico nuevo, cante al Señor, toda
la tierra. Cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las
naciones” (Sal 96,1.3).
Nuestro Beato ha sido un devoto y
fiel hijo de la Virgen del Valle, reconociendo en Ella a su madre protectora en
los avatares de su vida familiar, política y religiosa. Hermoso ejemplo a
imitar y difundir.
Acabamos de peregrinar con la imagen
de la Morena Virgen del Valle desde su santuario, que la culminamos con la
procesión en compañía de la imagen del Beato Mamerto de la Ascensión Esquiú.
Que esto nos ayude a tomar conciencia que somos peregrinos por esta tierra que
se nos confía como don y tarea, con la certeza de que nuestra morada definitiva
y real es la Vida Eterna, junto al Buen Dios, Uno y Trino, en comunión con
todos los bienaventurados, ángeles y santos.
Qué hermosa exhortación nos hace la
Palabra de Dios cuando nos está invitando a que nos “comportemos de una manera
digna de la vocación que hemos recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y
paciencia, soportándonos mutuamente por amor, y tratando de conservar la unidad
del Espíritu mediante el vínculo de la paz” (Ef 4,1-3). En esto empeñó su vida
el Beato Mamerto. Para instrumentarlo se valió de cuanto de legítimo tenía a su
alcance. Por eso, hasta incursionó en el servicio de la política y la prensa,
sin jamás perder de vista los valores recibidos en el Bautismo, que regían todo
su accionar, sentir y pensar. Aquí tenemos un ejemplo de que sí se puede, más
aún, para un cristiano es el único camino. Todo con Dios, nada sin Él. Y la
Madre celestial es imprescindible que esté, pues nos ayuda en nuestras
flaquezas y fracasos a ser perseverantes y a no perder la esperanza y la
alegría de servir a la salvación de la gente, para que todos “formemos un solo
Cuerpo en un mismo Espíritu de acuerdo con el llamado que Dios nos ha hecho de
ser santos e irreprochables ante Él por el amor (cf. Ef 4,4; 1,4), hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al
estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de
Cristo” (Ef 4,13).
Desde hace 2 años nos hemos embarcado
en la tarea de devolverle a nuestra Iglesia diocesana su impronta sinodal. Para
lograrlo vamos realizando nuestras actividades en clave sinodal, es decir, a
pensar juntos, escuchar juntos, planificar juntos, llevar a cabo las acciones
juntos y evaluar juntos, ya que a caminar se aprende caminando; a nadar,
nadando; a leer, leyendo, a amar, amando y a perdonar, perdonando.
De esta manera, lograremos superar
un defecto ínsito a nuestra frágil naturaleza humana: la de considerarnos que
unos somos más grandes o importantes que otros, lo cual genera todos los
problemas en nuestras relaciones interpersonales e institucionales.
Es lo que acabamos de oír en el
texto del Evangelio: “surgió una discusión sobre quién debía ser considerado
como el más grande. Jesús les dijo: Los reyes de las naciones dominan sobre
ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores.
Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se
comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor… Yo estoy entre
ustedes como el que sirve” (Lc 22,24-27).
Tanto la vida de la Virgen María,
como la del Beato Mamerto Esquiú nos orientan en el modo como debemos encarar
nuestra vida personal, familiar, social y eclesial. No malogremos esta gracia
que Dios nos da.
Para
concluir, los invito a que recemos en presencia de nuestra Madre del Valle y
del Beato Mamerto Esquiú la oración que venimos haciendo para profundizar y
enraizar el camino sinodal en la vida de todas las comunidades diocesanas:
Estamos
ante ti, Espíritu Santo, transitando como Iglesia este tiempo de profunda
sinodalidad.
Hemos
vivido nuestra Asamblea Diocesana con mucha alegría, como una experiencia de
comunión, participación y misión, y con tu asistencia, en un clima de
discernimiento, para escuchar tu voluntad en el camino de los próximos años.
Que
las líneas pastorales que hemos asumido nos ayuden a ser:
*Una comunidad abierta y acogedora, que
escucha y dialoga.
*Una comunidad que anima y atiende las
necesidades de su pueblo.
*Una comunidad que acoge y acompaña a la
familia y a la juventud.
*Una comunidad comprometida con los pobres y
necesitados.
*Una comunidad que Evangeliza con una
Catequesis kerigmática y en salida.
*Una comunidad sensible y al servicio del
hermano en situación vulnerable.
*Una comunidad que promueve el protagonismo
alegre de los jóvenes.
*Una comunidad atenta e involucrada en las
problemáticas sociales.
*Una comunidad organizada que articula y
planifica la tarea pastoral.
*Una comunidad que rechaza la violencia y
busca construir la paz.
Que
en este caminar con estilo sinodal nos sintamos acompañados por nuestra Madre
del Valle y el Beato Mamerto Esquiú, intercesores de nuestra querida Diócesis.
Esto
te lo pedimos a Ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre
y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca