El
domingo 28 de junio, la comunidad de Nuestra Señora de Belén recibió con entusiasmo
al nuevo Párroco, el Pbro. Javier Grosso, y al Vicario Parroquial, Pbro. Javier
Cisternas, quien acompañará la labor pastoral en esa amplia jurisdicción
parroquial, que comprende el denominado Norte Chico de Belén.
La
ceremonia se concretó en el templo y santuario mariano, siendo presidida por el
Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por algunos sacerdotes de
los
Decanato Oeste y Capital.
Luego
de las palabras de bienvenida a cargo de un miembro de la comunidad parroquial,
el Pbro. Rogelio Suárez, párroco de Nuestra Señora del Rosario, Hualfín,
departamento Belén, dio lectura al decreto de designación del nuevo Párroco y
Vicario Parroquial.
Continuando
con la ceremonia, el padre Grosso roció a todos los presentes con el agua
bendecida por el Obispo. Y antes de la proclamación de la Palabra de Dios,
recibió el Evangelio.
En
su homilía, Mons. Urbanc manifestó que “es una gran alegría estar en este Santuario
que dice mucho a la historia de nuestra diócesis. Hoy, una vez más, para
designar a un nuevo párroco, a quien ustedes ya conocen como Administrador y
ahora lo tendrán como Párroco por seis años”.
Agradeció
“a Dios por todos los sacerdotes que han estado acá”, y “a todos los agentes
pastorales, a todos aquellos que colaboran de una manera activa en la vida
pastoral de esta parroquia de Belén. Hay que seguir trabajando en la línea de
los anteriores sacerdotes, quienes como pastores generosos han ido dando su
vida y
orientando al santo Pueblo de Dios en esta parroquia de Nuestra Señora
de Belén”.
Tras
reflexionar sobre aspectos de los textos bíblicos proclamados, se dirigió al
padre Javier a quien “le deseo un hermoso caminar en esta comunidad”, y al
padre Cisternas, “también te pido de corazón que tengas un hermoso ministerio.
Sean uno, cuídense el uno al otro, hagan cosas fructíferas”. Asimismo, encomendó
“el cuidado, la santidad, el buen el ejemplo de estos dos sacerdotes al Señor
del Milagro y a la querida Madre de Belén”.
Seguidamente,
el padre Grosso realizó la profesión de fe y el juramento de fidelidad ante el
Obispo, sellados con la rúbrica del documento que registra este momento y el
saludo por parte de ambos.
El
Pastor Diocesano depositó en las manos del sacerdote los óleos sagrados para la
administración de los sacramentos, el pan y el vino para su consagración. Y al
finalizar la Comunión, las llaves del Sagrario.
Antes
de la bendición final, el flamante párroco dirigió unas palabras a la comunidad
confiada a su servicio y luego recibió el saludo de los presentes.