Fervorosa acción de gracias por el primer aniversario de la beatificación de Esquiú
“No dejemos de ver en el Beato Mamerto Esquiú a un
verdadero y apasionado intérprete de las enseñanzas y ejemplos de Jesús”, dijo
el obispo.
Una jornada
de júbilo se vivió este domingo 4 de septiembre con el inicio de la Fiesta de
la Protección de la Virgen a 18 años del sismo y el primer año de la beatificación
de nuestro amado Mamerto Esquiú, por quien la Iglesia se une en oración para que
pronto sea declarado santo.
Los
festejos comenzaron desde horas tempranas, con la Solemne Bajada de la Imagen cuatro
veces centenaria de la Virgen del Valle en la Catedral Basílica, y el repique
de campanas en los templos de la diócesis anunciando estos días de gracia.
Luego,
la Madre Morena partió hacia Piedra Blanca, acompañada por una extensa y
entusiasta caravana vehicular, para engalanar la fiesta por el primer año de la
ceremonia en que su amado hijo, el Beato Mamerto Esquiú, fue elevado a los
altares. En el ingreso a la localidad la esperaban agrupaciones gauchas que la
escoltaron hasta la plaza.
Allí,
los fieles emocionados la esperaban en la explanada del histórico templo de San
José, donde se llevó a cabo la Misa Solemne presidida por el obispo diocesano,
Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del clero diocesano, franciscanos
y de Fasta.
Previamente
se entonaron el Himno Nacional Argentino y el Himno a Catamarca, interpretados
por la Banda de Música de la Policía de la Provincia.
Participaron
de este acontecimiento el intendente local, Dr. Guillermo Ferreyra, junto con miembros
de su gabinete, el senador departamental, Prof. Oscar Vera, la diputada
nacional Verónica Mercado, entre otras autoridades, gauchos, miembros de
instituciones y movimientos eclesiales, destacándose la presencia de 90 niños
de la parroquia San Nicolás de Bari, de Capital, y grupos de peregrinos de toda
la comunidad parroquial.
Mons. Urbanc, en su homilía, destacó
la festiva y entusiasta participación de los devotos de la Virgen y de nuestro
Beato en esta jornada, como también se refirió al pedido de la pronta
canonización de Esquiú que el Pueblo de Dios eleva con sus plegarias,
recordando luego la “hermosa y fervorosa
celebración que nos llenó de júbilo y gratitud”, como fue la ceremonia de
Beatificación que en tuvo lugar hace un año allí, en Piedra Blanca.
“Todos
nos sentíamos muy unidos en el gozo, la alabanza, la súplica y el estupor ante
este acontecimiento inédito en Catamarca. Me imagino a los Esquiú y Medina,
llenos de júbilo en el cielo y agradeciendo a Dios por lo que hizo en su
providencia, relacionando lo que ellos vivieron cuando habitaban este lugar y
lo que ven que ahora sucede, ha sucedido y sucederá porque han sido creyentes,
practicantes de la fe, fervorosos en el cumplimiento de la voluntad de Dios,
honestos ciudadanos, abnegados trabajadores y ejemplar familia educadora en los
valores evangélicos”, expresó.
Después, se refirió a los textos
bíblicos proclamados. “Son muy decidores
para esta ocasión en la que honramos al Beato Obispo Esquiú”, dijo.
“En
el libro de la Sabiduría se afirma que «los pensamientos de los mortales son frágiles, e inseguros nuestros
razonamientos». De esto era muy consciente Esquiú… ¡Qué importante es aceptar
que los seres humanos no somos omnipotentes ni omniscientes! Que necesitamos de
la luz del Espíritu Santo para poder obrar con sabiduría y provecho”, aseguró.
Refiriéndose al pasaje del Evangelio que se había
leído, analizó: “Comienza con unas
palabras enigmáticas, casi escandalosas, que parecen contradecir, no sólo el
espíritu del Evangelio mismo, centrado todo él en el mandamiento nuevo del
amor, sino, incluso, los mandamientos de la ley de Dios, que, en el cuarto de
ellos, nos mandan honrar padre y madre. Estos versículos 26 y 27 de Lucas cap.
14, han marcado la vida de fray Mamerto. Al exponer las condiciones para ser
discípulos suyos, Jesús dice que para ello es preciso amarlo a Él más que al
padre, a la madre, a la mujer (marido), a los hijos, hermanos y hermanas,
incluso a sí mismo”.
En este sentido señaló más adelante que “poner a Jesús en el primer lugar y preferirle
por encima de todo significa valorar más el tesoro de la relación, de los
vínculos familiares, de la amistad, etc., que nuestras aficiones o ideas
particulares, la razón que creemos tener, o la fortuna grande o pequeña que
tanto nos tienta, pero que no nos podremos llevar a la tumba”.
“La
renuncia a todos los bienes no significa que todos, ni siquiera la mayoría,
hayan de despojarse de todo lo que tienen para poder ser cristianos, sino que
también debemos anteponer nuestra fe en Jesús a todo interés material, a todo
egoísmo que grava e impide nuestra capacidad de amar”,
explicó el Obispo.
Por último, habló de la segunda lectura proclamada. “En la carta de Pablo a Filemón, constatamos
que gracias a esa preferencia por Cristo nuestra capacidad de amar se amplía
infinitamente, supera toda barrera y alcanza a todos. En Cristo, el Hijo de
Dios, comprendemos que todos los hombres, sin excepción, son de verdad, sin
eufemismos, hermanos nuestros. (…) Y ahí vemos con toda claridad, con toda su
fuerza, hasta qué punto preferir a Cristo por encima de todo es el mejor modo
de amar a todos con un amor puro y un corazón indiviso, de superar barreras y
conflictos, y de poner las bases para un mundo nuevo y fraterno”.
Así, concluyó afirmando: “Por tanto hermanos no dejemos de ver en el Beato Mamerto Esquiú a un
verdadero y apasionado intérprete de las enseñanzas y ejemplos de Jesús, el
Maestro y Salvador del Mundo. Invoquémoslo para que nos ayude a amar y servir a
los hermanos más necesitados como él se empeñó en hacerlo en toda ocasión”.
Luego de la celebración eucarística, los fieles se
acercaron a tomar gracia de las sagradas imágenes del Señor de los Milagros -que
antes de la celebración llegó también en caravana desde su santuario de La
Tercena-, Nuestra Madre del Valle y el Beato Mamerto Esquiú.
Unos minutos después, con el sonido de las campanas de fondo,
la Madre del Valle regresó a su Santuario por ruta N° 41, pasando por la
Ermita, en territorio de la parroquia San Isidro Labrador, que celebra los 400
años de la canonización de su Santo Patrono.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca