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23 febrero 2023

Mons. Urbanč en el inicio de la Cuaresma

“La ceniza nos recuerda que es Dios quien da la grandeza a nuestra nada y pequeñez”

 

El 22 de febrero, con la celebración del Miércoles de Ceniza y en comunión con la Iglesia universal, Catamarca dio inicio a la Cuaresma en distintos templos del territorio diocesano.

La ceremonia litúrgica central fue presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el capellán, padre Ramón Carabajal, a las 21.00, en el altar mayor de la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora del Valle.

Una gran cantidad de fieles colmó el Santuario mariano para participar del inicio de este tiempo de 40 días en que la Iglesia llama a la conversión y a prepararse para vivir el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.

Mons. Urbanč comenzó su homilía afirmando que “el tiempo de Cuaresma que estamos iniciando es una nueva oportunidad que nos brinda Dios, Padre Misericordioso, para profundizar mejor nuestro camino de conversión”.

“Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cómo en cualquier época el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a él”, expresó después, e hizo un repaso por distintos momentos narrados en la Biblia en este sentido.

Más adelante manifestó que Dios dijo: “«No me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva»”, añadiendo además aquellas palabras tan conocidas: “«Cesen de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: Aunque sus pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la grana y rojos como escarlata, si se convierten a mí de todo corazón y dicen: ‘Padre’, los escucharé porque son mi pueblo»”.

Entonces exhortó: “Sometámonos a su espléndida, majestuosa y gloriosa voluntad, e, implorando humildemente su misericordia y benignidad, refugiémonos en su clemencia, abandonando las obras vanas, las riñas y la envidia, cosas que llevan a la muerte. Seamos, pues, humildes de espíritu; abandonemos toda soberbia y altanería, toda insensatez, y pongamos por obra lo que está escrito, pues dice el Espíritu Santo: ‘No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza, quien se gloríe, que se gloríe en el Señor, buscándolo a Él y obrando el derecho y la justicia, recordando sobre todo las palabras del Señor Jesús, con las que enseña la equidad y la bondad’”.

Posteriormente pidió: “Ajustemos nuestra conducta a estos mandatos y así, obedeciendo a sus palabras, comportémonos siempre con toda humildad”.

 

Significado de la ceniza

“La imposición de la ceniza nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva y plena se encuentra en el Cielo”, dijo, y luego agregó que “la ceniza nos recuerda que es Dios quien da la grandeza a nuestra nada y pequeñez. Y como en el principio Dios insufló vida en el polvo, así Él puede dar vida nueva a los que hemos caído en el pecado y la muerte”.

Hacia el final se refirió a “los tres ejercicios cuaresmales de los que nos habla el Evangelio de hoy, sobre todo, advirtiéndonos que no se quede en mera formalidad ni en mezquina apariencia: La oración, el ayuno o penitencia y las obras de caridad, simbolizadas en la limosna. Hagámoslo por amor de Dios, puesto que Él nos ama como un verdadero Padre. Sólo así obtendremos la recompensa que vale la pena: la salvación eterna, que consiste en gozar de su Amor por toda la eternidad”.

Cerró sus palabras dando ánimo a todos para vivir esta Cuaresma 2023 “con la certeza de que nuestra Madre del Valle nos acompañará con su poderosa intercesión”.

Al concluir su predicación, el obispo bendijo las cenizas que luego fueron impuestas a los participantes de la Eucaristía como signo de arrepentimiento y de la caducidad de la vida terrena.

Con esta celebración litúrgica también se retomó la transmisión de la Santa Misa diaria de las 21.00 en la Catedral, a través de las redes sociales de la Catedral y del Obispado: http://tiny.cc/FacebookCatedral - http://tiny.cc/FacebookObispado - http://tiny.cc/YoutubeCatedral - http://tiny.cc/YoutubeObispado

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos hermanos:

El tiempo de Cuaresma que estamos iniciando es una nueva oportunidad que nos brinda Dios, Padre Misericordioso, para profundizar mejor nuestro camino de conversión. Todos necesitamos de la Gracia de Dios para ser auténticos hijos e hijas de Dios.

Fijémonos atentamente en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos del Dios Padre, ya que, derramada por nuestra salvación, ofreció a todo el mundo la gracia de la conversión.

Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cómo en cualquier época el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que le hicieron caso se salvaron, lamentablemente sólo su familia, el resto de la humanidad lo tomó a la ligera y pereció a causa del diluvio. Jonás anunció la destrucción a los ninivitas, pero ellos, haciendo penitencia de sus pecados, aplacaron la ira de Dios con sus plegarias y alcanzaron la salvación, a pesar de que no pertenecían al pueblo de Dios.

Los ministros de la gracia divina, los sacerdotes, inspirados por el Espíritu Santo, hablamos acerca de la conversión. El mismo Señor de todas las cosas habló también de la conversión, avalando sus palabras con juramento: Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva, añadiendo además aquellas palabras tan conocidas: Cesen de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: «Aunque sus pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la grana y rojos como escarlata, si se convierten a mí de todo corazón y dicen: "Padre", los escucharé porque son mí pueblo».

Queriendo, entonces, que todos los que Él ama se beneficien de la conversión, confirmó aquella sentencia con su voluntad omnipotente.

Sometámonos a su espléndida, majestuosa y gloriosa voluntad, e, implorando humildemente su misericordia y benignidad, refugiémonos en su clemencia, abandonando las obras vanas, las riñas y la envidia, cosas que llevan a la muerte. Seamos, pues, humildes de espíritu; abandonemos toda soberbia y altanería, toda insensatez, y pongamos por obra lo que está escrito, pues dice el Espíritu Santo: No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza, quien se gloríe, que se gloríe en el Señor, buscándolo a Él y obrando el derecho y la justicia, recordando sobre todo las palabras del Señor Jesús, con las que enseña la equidad y la bondad.

En efecto, dijo: Sean misericordiosos y alcanzarán misericordia; perdonen y serán perdonados; como ustedes obren, así obrarán con ustedes; den y se les dará; no juzguen y no serán juzgados; con la medida con que midan se los medirá a ustedes.

Ajustemos nuestra conducta a estos mandatos y así, obedeciendo a sus palabras, comportémonos siempre con toda humildad. Dice, en efecto, la palabra de Dios: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.

De este modo, imitando las obras de tantos otros, grandes e ilustres, corramos de nuevo hacia la meta que se nos ha propuesto desde el principio, que es la paz; no perdamos de vista al que es Padre y Creador de todo el mundo, y tengamos puesta nuestra esperanza en el don de la paz que nos ofrece por medio de su Hijo Amado, Jesucristo.

A continuación bendeciré las cenizas, que nos recuerdan lo que somos: polvo, con las que salpicaré la cabeza de los que se acerquen a recibirlas como signo de arrepentimiento y propósito sincero de cambio, orientando los pensamientos, intenciones y deseos según las enseñanzas y ejemplos de nuestro Salvador, Jesucristo.

La imposición de la ceniza nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva y plena se encuentra en el Cielo.

La ceniza nos recuerda que es Dios quien da la grandeza a nuestra nada y pequeñez. Y como en el principio Dios insufló vida en el polvo, así Él puede dar vida nueva a los que hemos caído en el pecado y la muerte.

Para mantenernos atentos y para que este tiempo sea fecundo tenemos tres ejercicios cuaresmales de los que nos habla el Evangelio de hoy, sobre todo, advirtiéndonos que no se quede en mera formalidad ni en mezquina apariencia: La oración, el ayuno o penitencia y las obras de caridad, simbolizadas en la limosna. Hagámoslo por amor de Dios, puesto que Él nos ama como un verdadero Padre. Sólo así obtendremos la recompensa que vale la pena: la salvación eterna, que consiste en gozar de su Amor por toda la eternidad. Para lo cual Cristo vino a la tierra, haciéndose semejante a nosotros, menos en el pecado, y muriendo en la cruz para liberarnos del pecado y la muerte eterna.

Ánimo, hermanos, entremos con decisión y generosidad de corazón a disfrutar de las gracias de arrepentimiento y conversión que el Señor nos tiene preparadas para esta Cuaresma 2023, que seguramente será la última para muchísimas personas. Y con la certeza de que nuestra Madre del Valle nos acompañará con su poderosa intercesión.

Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca