“En una época tan conflictiva, tan difícil, que estamos viviendo, San Isidro nos invita a volver el corazón a Dios y confiar en la Providencia”, dijo el párroco.
El miércoles 15 de mayo en
horas de la tarde, se llevó a cabo el cierre de las fiestas patronales en honor
de San Isidro Labrador, en el departamento Valle Viejo.
Luego de nueve días de
intensas actividades, que contaron con la visita de la imagen peregrina de la
Virgen del Valle, fieles de las distintas comunidades de la jurisdicción
parroquial y otras vecinas colmaron el templo parroquial en la fría jornada otoñal
para honrar a su Santo Patrono. Entre los presentes se destacó la presencia de
las banderas de ceremonia del Colegio Parroquial Nuestra Señora de Guadalupe de
Valle Viejo, y el Coro Parroquial que interpretó los cantos litúrgicos.
La Misa Solemne fue presidida
por el padre Javier Grosso, párroco del lugar, y concelebrada por el padre Carlos
Robledo, párroco de San José de Piedra Blanca, y el padre Argentino Lauría, de
Tandil, quien atendió a quienes se acercaron a recibir el Sacramento de la
Reconciliación en este día y los anteriores.
A la luz de la Palabra de Dios
proclamada, el padre Grosso se refirió a la figura de San Isidro Labrador y su ejemplo
de confianza en Dios, comentando que provenía de una familia muy pobre, por eso
“los papás no pudieron mandarlo a la escuela, pero cultivaban en el corazón de
San Isidro, desde muy temprana edad, el santo temor de Dios, es decir amar a Dios
con todo su corazón. A los 9 años queda huérfano y tiene que ir a buscar
trabajo, se ofrece para trabajar en el campo. Y a pesar de lo que le tocó vivir
no fue un hombre resentido, cultivó un vínculo de amor con Dios muy grande; su
fe y su confianza en la Providencia era tan grande que ni sus propios enemigos
pudieron quebrarlo”.
Más adelante remarcó que “San
Isidro no nació en un ámbito de abundancia, creció en la adversidad como un
pequeño retoño. Se casa con su esposa Santa María de la Cabeza, y los dos se
santifican junto con su hijo. No vivieron nunca en la opulencia, pero San
Isidro tenía claro el valor de la Providencia, de lo que ganaba, una parte donaba
a la Iglesia, otra era para los pobres y la otra para su familia, y nunca le
faltó nada”.
“Hoy, en una época tan
conflictiva, tan difícil, que estamos viviendo en carne propia la mayoría, donde
la Iglesia no es la excepción, San Isidro nos invita a volver el corazón a Dios
y confiar en la Providencia, porque Dios jamás nos abandona, nunca nos deja,
espera siempre lo mejor de nosotros. Pero a pesar de que no siempre podemos dar
lo mejor porque somos humanos, Dios va a suplir nuestras miserias con su
misericordia. Nos da una nueva oportunidad para crecer en fe, esperanza y
caridad, para que seamos signos, como lo fue San Isidro Labrador, de confianza
absoluta en Dios y de amor al prójimo”, expresó.
También rogó “que San Isidro
Labrador ilumine a nuestros gobernantes y a nuestros pueblos, para que cada vez
que atravesemos por momentos difíciles, lo busquemos siempre a Dios, porque nos
dice que el que está unido a Él da frutos de santidad, de gozo, de alegría,
para que así seamos siempre testigos de la esperanza que no defrauda, y que
está permanentemente con nosotros”.
Antes de la bendición final,
el párroco agradeció a los vecinos e instituciones del medio que colaboraron
para la realización de las fiestas patronales, que comprendieron variadas actividades
y celebraciones, junto a San Isidro Labrador con la presencia de Nuestra Madre
del Valle.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat