Queridas mamás:
En primer
lugar, les escribo para saludarlas y bendecirlas en el nombre del Señor que las
eligió para esta tarea tan sublime y trascendental en la vida de todos los
seres humanos.
En
segundo lugar, les comparto unas enseñanzas de las Sagradas Escrituras, para
ayudarlas a profundizar y valorar más la vocación recibida de Dios; así pongo
en práctica el IV Mandamiento ‘Honra a tu padre y a tu madre’ (Éx 20,12).
En Tito 2,4-5 Dios nos dice: “enseñen a las mujeres
jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas
de su casa, buenas, unidas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea
blasfemada”. En el texto original griego (2,4) aparece la palabra compuesta “fileo-teknos” con la que se quiere
remarcar el amor materno como responsabilidad, que implica ‘cuidar’ a los
hijos, ‘alimentarlos’, ‘atender a sus necesidades’, ‘abrazarlos con amor’,
‘entablar una tierna relación con cada uno como si fuera el único creado por
Dios’ y ‘hacerles palpar la presencia de Dios en sus vidas’.
La
Palabra de Dios ordena, tanto a madres como a padres, prestar
varios servicios a los hijos:
*Estar
disponibles y atentos mañana, tarde y noche (Dt 6,6-7).
*Involucrarse,
interactuar, reflexionar junto a y con los hijos (Ef 6,4).
*Enseñarles
el punto de vista bíblico del mundo (Dt 4,10; Sal 78,5-6; Ef 6,4).
*Entrenarlos a desarrollar sus habilidades y
descubrir sus posibilidades (Prov 22,6).
*Instruirlos
en el santo temor de Dios, para que conozcan sus límites de modo serio, sólido, amoroso y firme (Ef 6,4; Heb 12,5-11; Prov
13,24; 19,18; 22,15; 23,13-14; 29,15-17).
*Crearles un ambiente donde quien se
equivoca pueda enmendarse, donde haya aceptación,
afecto
y amor incondicional (2 Tim 1,7; Tito 2,4; Ef 4,29-32; 5,1-2; Gál 5,22; 1 Pe
3,8-9).
*Formarlos íntegramente con la autoridad del
ejemplo, es decir, siendo un modelo del que el niño pueda aprender la esencia de una vida
piadosa (Dt 4,9; 15,23; Sal 37,18.37; Prov 10,9).
Cabe
aclarar que la Biblia
nunca ordenó que todas las mujeres deban ser madres; sin embargo, afirma que,
todas aquellas que son bendecidas con la maternidad, deben asumir
responsablemente esta misión, pues cumplen un rol delicado e indelegable en las
vidas de sus hijos, especialmente cuando son niños, adolescentes y jóvenes. Si
bien es cierto que el amor maternal jamás terminará en el cuidado, la educación
y el apoyo anímico que da una madre a lo largo de toda la vida.
En tercer y último
lugar, les comparto una conocida formulación de sabiduría popular acerca de los
padres que la formateo para ustedes, queridas mamás, pues puede serles útil
saberlo de antemano, a la hora de tener que pasar por los momentos más
desagradables y de disfrutar en los buenos.
A los 8 años: “¡Mi mamá sabe mucho! ¡Muchísimo!”
A los 12
años: “Mi mamá realmente no lo sabe todo.”
A los 14
años: “Naturalmente, mi madre no tiene ni idea sobre esto”
A los 16
años: “¿Mi madre? Pero ¿qué sabrá ella?”
A los 18
años: “¿Esa vieja? ¡Pero si se crió con los dinosaurios!”
A los 25
años: “Bueno, puede que mamá sepa algo del tema…”
A los 35
años: “Antes de decidir, me gustaría saber la opinión de mamá.”
A los 45 años:
“Seguro que mi madre me puede orientar”
A los 55
años: “Qué hubiera hecho mi madre en mi lugar?”
A los 65
años: “¡Ojalá pudiera hablar de esto con mi mamá!”
Ruego
a la Madre del
Valle que las colme de abundantes bendiciones en este día y por el resto de su
vida, especialmente, en la comprensión y aprecio del designio de Dios sobre la
maternidad.
Mons.
Luis Urbanč, 8° Obispo de Catamarca