“Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz”.
“Al
inicio de este nuevo año que nos da el Padre celestial, tiempo jubilar dedicado
a la esperanza, dirijo mi más sincero deseo de paz a toda mujer y hombre, en
particular a quien se siente postrado por su propia condición existencial,
condenado por sus propios errores, aplastado por el juicio de los otros, y ya
no logra divisar ninguna perspectiva para su propia vida. A todos ustedes,
esperanza y paz, porque este es un Año de gracia que proviene del Corazón del
Redentor”, dice el Papa Francisco en el comienzo de su Mensaje para la LVIII Jornada Mundial de
la Paz.
Esta Jornada, que celebramos
cada 1 de enero, este año 2025 está animada por el lema: “Perdona nuestras
ofensas, concédenos tu paz”.
Hacia el final del documento,
el Santo Padre expresa: “Que el 2025 sea un año en el que crezca la paz. Esa
paz real y duradera, que no se detiene en las objeciones de los contratos o en
las mesas de compromisos humanos. Busquemos la verdadera paz, que es dada por
Dios a un corazón desarmado: un corazón que no se empecina en calcular lo que
es mío y lo que es tuyo; un corazón que disipa el egoísmo en la prontitud de ir
al encuentro de los demás; un corazón que no duda en reconocerse deudor
respecto de Dios y por eso está dispuesto a perdonar las deudas que oprimen al
prójimo; un corazón que supera el desaliento por el futuro con la esperanza de
que toda persona es un bien para este mundo”. Y agrega: “El desarme del corazón
es un gesto que involucra a todos, a los primeros y a los últimos, a los
pequeños y a los grandes, a los ricos y a los pobres. A veces, es suficiente
algo sencillo, como una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una
escucha sincera, un servicio gratuito. Con estos pequeños-grandes gestos, nos
acercamos a la meta de la paz y la alcanzaremos más rápido; es más, a lo largo
del camino, junto a los hermanos y hermanas reunidos, nos descubriremos ya
cambiados respecto a cómo habíamos partido. En efecto, la paz no se alcanza
sólo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo
en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que
habíamos imaginado”.
Y concluye formulando una
plegaria: “¡Concédenos tu paz, Señor! Esta es la oración que elevo a Dios,
mientras envío mis mejores deseos para el año nuevo a los jefes de estado y de
gobierno, a los responsables de las organizaciones internacionales, a los
líderes de las diversas religiones, a todas las personas de buena voluntad”.
El mensaje completo del Papa
Francisco se puede leer en http://tiny.cc/JornadaMundialPaz2025.