El jueves 25, día en que la
Iglesia celebró a Santiago Apóstol, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc,
presidió la Santa Misa de acción de gracias por un nuevo año de vida, en el
altar mayor de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle. La celebración
eucarística fue concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio
Quiroga del Pino, el Rector del Santuario Mariano, Pbro. José Antonio Díaz,
sacerdotes del clero local y tucumano.
Durante su homilía, el
Obispo reflexionó sobre la Carta del apóstol Pablo, quien “nos dice que nadie
puede decir Jesús es el Señor si no es movido por el Espíritu Santo; para
reconocer que Dios es Padre necesito la fuerza del Espíritu Santo. Creo que si
cada uno analiza un poquito su propia vida se dará cuenta cuán frágil es… y cuando el ser humano no está unido a
Dios, utiliza sus capacidades en contra del mismo ser humano. Por eso vemos cuánto
desastre hay en el mundo. De allí que el apóstol decía en este texto que
llevamos un tesoro en vasijas de barro. Esa es la figura que utiliza el apóstol
para hablar de la fragilidad esencial
que nosotros tenemos. El tesoro que llevamos en esa vasija de barro pone
en evidencia la grandeza del tesoro, y Dios
confía este tesoro a cada ser humano, porque nosotros somos imagen y semejanza
de Dios. Y así, en esa fragilidad actúa Dios para que cada uno lleve su Palabra
al mundo”.
Tomar
conciencia de nuestra fragilidad
Continuando su predicación dijo
que “los apóstoles tomaron conciencia de su fragilidad, por eso el apóstol
llegó a manifestar que ‘cuanto más débil soy más se manifiesta el poder de Dios
en mí’. El ser humano llega al esplendor
de sí mismo en la medida que
dejamos que Cristo aparezca en nuestra vida, que aparezca a través de nuestra
conducta, nuestras actitudes y acciones. Decía Pablo: ‘Ya no vivo yo, es Cristo
quien vive en mí’. ¿Podemos decir eso nosotros hoy? Ya no vivo yo, la gente que
me está viendo a mí está viendo a Jesús, a ese Jesús que es manso, humilde,
servicial, amable, que es serio para tomar las cosas de este mundo, ese Cristo
que se compadece, que es misericordioso, que es cercano, ese Jesús es el que
tiene que aparecer a través de nosotros”.
En otro tramo de su mensaje,
Mons. Urbanc afirmó que “tenemos que ser
testigos de Jesús, y es lo que está faltando en nuestro tiempo. El Papa Francisco
está pidiendo por favor esto en su encíclica sobre la fe, que la inició el Papa
Emérito Benedicto y él la termina. También dice Pablo que nosotros creemos y por eso hablamos, por eso predicamos, por
eso somos misioneros, por eso vamos y anunciamos. Quiere decir que hoy, el que
no habla de Jesús no cree, porque el que no anuncia a Jesús en su casa, en su
vecindario, con sus obras, con su ejemplo, en primer lugar, después con
enseñanzas explícitas, no cree, porque solamente se habla de lo que se cree”.
Por último, el Pastor
Diocesano dio gracias a Dios por el don de la vida y pidió por todos los que
ese día celebraron su onomástico.
Finalizada la Santa Misa,
fue homenajeado por los fieles en la Catedral, donde sopló las velitas.
Con
los sacerdotes
Por su parte, en horas del
mediodía, Mons. Urbanc fue agasajado por los sacerdotes durante un almuerzo que
compartieron en el comedor del Obispado local, en un encuentro fraterno y de
mucha alegría. Se sumaron a este brindis su hermano Francisco, también
sacerdote, y amigos que llegaron desde Tucumán para esta ocasión especial.