Durante el martes 2 de agosto, una gran cantidad de fieles llegó hasta el templo franciscano de Catamarca para celebrar la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles y obtener la Indulgencia Plenaria de la Porciúncula o el Perdón de Asís, que la Iglesia concede todos los años en esta jornada.
Muchas personas se acercaron
al sacramento de la Reconciliación, formando largas colas en los
confesionarios, y luego participaron de la celebración eucarística, que fue
presidida por fray Pablo Reartes.
El sacerdote franciscano
ofreció una sustanciosa homilía sobre la vida de San Francisco de Asís, quien
se convirtió a los 25 años de edad, luego del encuentro con la Cruz de San
Damián, cuando decide cambiar su vida cómoda por otra itinerante y pobre.
También explicó el sentido
de esta indulgencia especial que “tiene que ver con una parte trascendental de
la vida de San Francisco y con el perdón”, algo que anhelaba en lo profundo de
su corazón, y finalmente Dios se lo concede.
Esto ocurrió en la capilla
de la Porciúndula, que “era un lugar donde los frailes hacían una vida
contemplativa, de oración, y después salían en itinerancia para anunciar el
Evangelio. Luego regresaban allí, por eso se llama la Cuna de la Orden de los
Frailes Menores”, comentó Fray Pablo.
Relató que “en esta capilla
se le presentaron a San Francisco de Asís, la Virgen María y Jesucristo, quien
le dijo: ‘Francisco, Francisco, por tu vida de gran penitencia y por todo lo
que me has pedido, todos tus pecados te quedan perdonados’. Francisco estaba
tan feliz que quiso que ese perdón que sentía en su corazón lo pudieran
experimentar todos los que visitaran esa capillita. Fue y se lo pidió al Papa
Honorio III, quien se lo concedió. Después, la Iglesia lo hizo extensivo a todo
el mundo, no sólo a las iglesias franciscanas sino también a las parroquias,
catedrales y todas las iglesias católicas”.
Para recibir esta gracia es
necesario “confesarse, participar de la Santa Misa, rezar las oraciones y pedir
por las intenciones del Papa Francisco”, detalló fray Pablo, indicando que “confesarse
bien, como ha hecho mucha gente hoy, da una alegría muy grande porque necesitamos
estar reconciliados no solamente con Dios sino con nosotros mismos, con nuestra
historia personal, y también con el otro”.
Por este motivo, “la Iglesia
celebra todos los 2 de agosto esta solemnidad”, apuntó, resaltando que “Francisco
decía: ‘Si yo recibí esta gracia, quiero que todos ustedes se vayan al Cielo
conmigo’. Por eso ésta es la puerta del Cielo”.
Hacia el final de la celebración
litúrgica se rezó por la pronta canonización del Beato Mamerto Esquiú.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca