Un grupo de veinte devotos de la Virgen del Valle acompañados por el padre Tomás Barbero, vicario parroquial de San Francisco de Asís, en Andalgalá, participaron de la primera peregrinación mariana a los Nevados de Aconquija.
Esta travesía de fe se inició
el sábado 17 y concluyó el jueves 22 de junio en horas del mediodía, abarcando
cuatro días de ascenso y dos de descenso.
El objetivo era llegar hasta la
Virgen del Valle colocada en la pequeña gruta construida el año pasado en el
Cerro Overo, a 4.400 metros de altura por integrantes del Grupo Kuntur de la
Policía de la Provincia. La sagrada imagen fue trasladada hasta allí durante
uno de los cursos de supervivencia de alta montaña de este grupo especial de la
fuerza de seguridad provincial, como un gesto de gratitud por su protección en las
misiones extremas.
La idea de esta caminata se
gestó en ese entonces y llevó un año de preparación, con el apoyo de mucha
gente que acompañó con su oración.
En aquella ocasión, el padre
Barbero bendijo la imagen antes de que fuera trasladada al cerro; y ahora
bendijo la gruta emplazada entre rocas con vista hacia Andalgalá, El Manchao y
la Cordillera. Los peregrinos -cinco integrantes del Grupo Kuntur que ascendió el
año pasado, adultos y jóvenes como también aficionados al montañismo, junto con
el sacerdote- también le llevaron un vestido, un manto y un ponchito a la
Virgen, y pusieron en sus manos las intenciones nacidas en sus corazones.
El sacerdote comentó que “fue una
hermosa experiencia, en la que estuvo muy presente la fe, siempre nos
consideramos peregrinos con todo el simbolismo que tiene peregrinar hacia un
lugar sagrado. Lo vivimos con ese espíritu, con mucho deseo de llegar. Debimos
sortear muchos obstáculos, pero sintiéndonos cuidados por Dios y por María”.
“Nos sentimos muy unidos
haciendo esta experiencia. Como son varios días, uno se cansa y había que
ayudar a llevar la mochila, cruzar el río, haciendo una experiencia de Iglesia
sinodal que camina junta”, manifestó. En este sentido, compartió que “celebramos
juntos la Eucaristía todos los días alrededor de un fogón, a veces guarecidos entre
las rocas, hasta que llegamos a la gruta. La Creación era un marco imponente
que nos ayudaba a estar en contacto con el Creador. Fue una experiencia de fe
en fraternidad y comunión, unidos al Dios trascendente que nos acompañaba y que
nos rodeaba por todos lados”.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca