Los comunicadores sociales le rindieron su homenaje a la Virgen
“Que
la Madre de Dios inspire, oriente y sostenga la delicada labor con la que
sirven a la sociedad”, dijo el Obispo a los comunicadores.
Durante la noche del miércoles
29 de noviembre, en la jornada de inicio de las fiestas en honor de la Pura y
Limpia Concepción del Valle, rindieron su homenaje los Medios de Comunicación
Social estatales, privados y eclesiales, y la Pastoral Diocesana de
Comunicación Social.
La Santa Misa fue presidida
por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por sacerdotes del
clero catamarqueño y otros peregrinos que llegaron a honrar a la Patrona de
Catamarca.
Como ocurre cada año, los
representantes de distintos medios de comunicación social participaron en el
servicio litúrgico a través de la guía de la celebración eucarística; la proclamación
de la Palabra de Dios y la oración universal de la Iglesia, rogando de modo
particular por quienes se desempeñan en el ámbito de las comunicaciones, por
quienes están atravesando problemas de salud, y por aquellos que ya partieron a
la Casa del Padre.
En el momento del ofertorio
acercaron al altar ofrendas particulares, especialmente agua potable destinada
a los hermanos peregrinos, y los dones del pan y del vino para preparar la mesa
eucarística.
En el inicio de su homilía,
dio la bienvenida a los alumbres y rogó “que
la Madre de Dios inspire, oriente y sostenga la delicada labor con la que
sirven a la sociedad”.
En torno a la temática de
reflexión referida a la sinodalidad convocada por el Papa Francisco, expresó su
anhelo “que todos los catamarqueños, devotos de María, le regalemos al Señor
Jesucristo, el logro de ser una Iglesia sinodal: que caminamos juntos, que
pensamos y decidimos juntos y que trabajamos juntos construyendo el Reino de
Dios”.
En esta línea, se dirigió a
los alumbrantes expresando: “A ustedes, queridos comunicadores sociales, les
pido que se pongan al hombro este proceso tan importante para toda la sociedad,
rehaciendo vínculos o generándolos por medio de las redes y otros modos
tecnológicos”.
Tomando las reflexiones del Pontificio
Consejo para las Comunicaciones Sociales, Aetatis novae, 2, manifestó que “el
impacto de la comunicación social es enorme. Por medio de ella la gente entra en
contacto con personas y con acontecimientos, se forma sus opiniones y valores.
No sólo se transmiten y reciben información e ideas a través de estos
instrumentos, sino que a menudo las personas experimentan la vida misma como
una experiencia de los medios de comunicación social”.
“La Iglesia asume los medios
de comunicación social con una actitud positiva y estimulante. No se limita
simplemente a pronunciar juicios y condenas; por el contrario, considera que
estos instrumentos no sólo son productos del ingenio humano, sino también
grandes dones de Dios y verdaderos signos de los tiempos (cf. Inter mirifica,
1; Evangelii nuntiandi, 45; Redemptoris missio, 37)”, dijo, apuntando que “la
Iglesia apoya a los comunicadores, proponiéndoles principios éticos positivos
para asistirlos en su delicado trabajo”.
Asimismo, señaló que “los
medios de comunicación social y, por ende, los comunicadores, tienen la noble
misión de procurar que los seres humanos sean conscientes de su dignidad,
comprendan los pensamientos y sentimientos de los demás, cultiven un sentido de
responsabilidad mutua, y crezcan en la libertad personal, en el respeto a la
libertad de los demás y en la capacidad de escucha y diálogo, creando una
cultura de la verdad, el amor y la paz”.
“Jesús es el modelo y el
criterio de toda comunicación. Para quienes están implicados en la comunicación
social -responsables de la política, comunicadores profesionales, usuarios, sea
cual sea el papel que tengan- la conclusión es clara: «desechen la mentira,
hablen con verdad, pues somos miembros los unos de los otros. No salgan de sus
bocas palabras dañosas, sino las que sean útiles para edificar y hacer el bien
a los que los escuchen» (Ef 4,25.29). Servir a la persona humana, construir una
comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y
decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios han sido, son
y seguirán siendo el centro de la ética en los medios de comunicación”,
enfatizó.
Hacia el final de su
predicación rogó: “Querida Madre del Valle, Madre de los atribulados, de los
miedosos, de los cobardes, de los desesperados y de los desencantados,
socórrenos en nuestras penas, fortalécenos la esperanza, aviva la capacidad de
amar de nuestros corazones, ábrenos a las necesidades del prójimo, motívanos a
perseverar en nuestros buenos propósitos, infunde en cada uno de nosotros el
vivo empeño de hacer crecer una relación profunda con Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo para que seamos verdaderos testigos del Amor de Dios en el mundo
y abnegados constructores de solidaridad, justicia y paz”.
Antes de la bendición final, toda la asamblea reunida en torno a la Eucaristía alabó a la Madre del Valle con el canto.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y
peregrinos:
En este primer día de la
novena honran a la Santísima Virgen del Valle quienes trabajan en los medios de
comunicación social, estatales, privados y eclesiales. Bienvenidos, y que la
Madre de Dios inspire, oriente y sostenga la delicada labor con la que sirven a
la sociedad.
Se nos propuso como tema de
reflexión para este día que evaluemos si estamos “viviendo nuestra vocación
bautismal con estilo sinodal”, temática que venimos trabajando desde el año
2021, por iniciativa del Papa Francisco y también de nuestro proyecto
diocesano, como continuidad de la ardua década con la que nos preparamos para
celebrar el jubileo de los 400 de la presencia de la Virgen del Valle entre
nosotros, en el 2020. La pandemia nos impidió hacer presencialmente el IV
Congreso Mariano Nacional, pero lo hicimos virtualmente durante los meses de
agosto y setiembre, al que accedieron más de un millón de visitantes, a las más
de cien ponencias. En el horizonte tenemos los 400 años de la Virgen de Luján,
patrona de Argentina, 2030; los 500 años de la Virgen de Guadalupe, Emperatriz
de América, 2031; y los 2000 años de la Redención, 2033. Qué bueno sería que
todos los catamarqueños, devotos de María, le regalemos al Señor Jesucristo, el
logro de ser una Iglesia sinodal: que caminamos juntos, que pensamos y
decidimos juntos y que trabajamos juntos construyendo el Reino de Dios.
A ustedes, queridos
comunicadores sociales, les pido que se pongan al hombro este proceso tan
importante para toda la sociedad, rehaciendo vínculos o generándolos por medio
de las redes y otros modos tecnológicos.
El impacto de la
comunicación social es enorme. Por medio de ella la gente entra en contacto con
personas y con acontecimientos, se forma sus opiniones y valores. No sólo se
transmiten y reciben información e ideas a través de estos instrumentos, sino
que a menudo las personas experimentan la vida misma como una experiencia de
los medios de comunicación social (Pontificio Consejo para las Comunicaciones
Sociales, Aetatis novae, 2).
La evolución tecnológica
tiene como consecuencia inmediata que los medios de comunicación resulten cada
vez más penetrantes y poderosos, causando una verdadera revolución cultural.
La Iglesia asume los medios
de comunicación social con una actitud positiva y estimulante. No se limita
simplemente a pronunciar juicios y condenas; por el contrario, considera que
estos instrumentos no sólo son productos del ingenio humano, sino también
grandes dones de Dios y verdaderos signos de los tiempos (cf. Inter mirifica,
1; Evangelii nuntiandi, 45; Redemptoris missio, 37). La Iglesia apoya a los
comunicadores, proponiéndoles principios éticos positivos para asistirlos en su
delicado trabajo.
Los medios de comunicación
social y, por ende, los comunicadores, tienen la noble misión de procurar que
los seres humanos sean conscientes de su dignidad, comprendan los pensamientos
y sentimientos de los demás, cultiven un sentido de responsabilidad mutua, y
crezcan en la libertad personal, en el respeto a la libertad de los demás y en
la capacidad de escucha y diálogo, creando una cultura de la verdad, el amor y
la paz.
Jesús es el modelo y el
criterio de toda comunicación. Para quienes están implicados en la comunicación
social —responsables de la política, comunicadores profesionales, usuarios, sea
cual sea el papel que tengan— la conclusión es clara: «desechen la mentira,
hablen con verdad, pues somos miembros los unos de los otros. No salgan de sus
bocas palabras dañosas, sino las que sean útiles para edificar y hacer el bien
a los que los escuchen» (Ef 4,25.29). Servir a la persona humana, construir una
comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y
decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios han sido, son
y seguirán siendo el centro de la ética en los medios de comunicación.
Querría que todos volvamos
sobre la lectura que hizo el profeta Daniel del sueño del rey Baltasar, y tratemos
de ver las similitudes con lo que nos está pasando: Se han rebelado contra el Señor del cielo…
Han alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera,
que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de sus vidas y
sus empresas no lo han honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir
ese texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La
interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu
gestión y los ha acotado; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te
falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a
medos y persas».
En estos días de la novena
tenemos la oportunidad, quizás la última, de examinar nuestro modo de vivir y
decidir las correcciones oportunas para que no tengamos que lamentar el fracaso
de nuestra existencia.
Las palabras escritas en el muro le debieron
parecer terroríficas al rey Baltasar. “Contado, pesado, dividido”. Los días
están contados, el rey no da el peso apropiado, y el reino está dividido. Pero,
¿qué tal si se trata de nuestra propia pared, nuestro propio reino interior
donde encontramos un escrito sombrío? ¿Qué cosas en nuestra vida pueden estar
contadas, pesadas o divididas? En estos tiempos nos enfrentamos, sin duda, y
somos muy conscientes de ello, a un futuro muy incierto, a la precariedad de
nuestra vida y a la fragilidad de las relaciones. Nos enfrentamos, también
internamente, a un sentido de ineptitud, a nuestro fallo en dar la medida, a
nuestras divisiones internas. ¿Qué temblores sentimos ante eso? ¿En qué
momentos pensamos que “no damos la talla”? Puede llegar un momento en la vida
en que no importe mucho… Podemos psicoanalizarlo o espiritualizarlo: ese temor
es falta de autoestima, o falta de humildad… hay que superarlo. Y todo eso es
verdad. No es sano hacer depender nuestra valía de lo que piensen los demás.
Pero también es cierto que, mientras haya amor, habrá temor de decepcionar a
quienes queremos, o a quienes han puesto en nosotros su confianza. Esa manera
de mirar “lo escrito en el muro” puede no ser tan insana, y menos aún lo será
el miedo a no responder a Dios, a no dar el peso ni la medida después de tanto
que recibimos de Él. Eso no sería un temor pusilánime ni enfermizo, sino más
bien la reverencia y la gratitud debidas al ser amado.
Sin embargo, el Evangelio de
hoy nos habla de un temor distinto, del que también hay señales por todas
partes: a la persecución, al juicio, al acoso. Pero también nos da la receta:
perseverancia y firmeza. No se preocupen de lo que van a decir: yo les daré
palabras y sabiduría. Es una escritura en el muro que, sin perder el sentido
realista y agudo, resulta mucho más reconfortante. “Ni un cabello se les caerá
de la cabeza” Así, ¿sin más? “Si perseveran hasta el fin, se salvarán” (Lc 21,18-19).
La perseverancia no es fácil. Requiere una decisión diaria que va mucho más
allá del sentimiento, la inclinación o el gusto. Pero no es una perseverancia
sin apoyos. El apoyo está en la Palabra que se nos da. Y esa Palabra es un
nuevo muro firme, donde no se mide, no se pesa ni se encuentran deficiencias,
sino donde se suplen todas ellas con la sabiduría que se nos regala. Un muro
donde no se escribe contado, pesado, dividido, sino más bien: reconocido,
perseverante, unificado.
Querida Madre del Valle,
Madre de los atribulados, de los miedosos, de los cobardes, de los desesperados
y de los desencantados, socórrenos en nuestras penas, fortalécenos la
esperanza, aviva la capacidad de amar de nuestros corazones, ábrenos a las
necesidades del prójimo, motívanos a perseverar en nuestros buenos propósitos,
infunde en cada uno de nosotros el vivo empeño de hacer crecer una relación
profunda con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo para que seamos verdaderos
testigos del Amor de Dios en el mundo y abnegados constructores de solidaridad,
justicia y paz. Amén.
¡¡¡Viva la Virgen del
Valle!!!
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Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat