Con el lema “La esperanza de los pobres nunca se
frustrará”, el domingo 17 de noviembre, se llevará a cabo la III Jornada
Mundial de los Pobres.
Se trata de una iniciativa impulsada por el Papa
Francisco al concluir el Año de la Misericordia, a fines de 2016, con el
objetivo de “ayudar a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar sobre
cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio” y sobre el hecho de que mientras
haya pobreza “no podrá haber justicia ni paz social”.
Se celebra todos los años en el XXXIII Domingo del Tiempo
Ordinario, cierre del año litúrgico.
La palabra del
Papa Francisco
El documento de este año se llama “La esperanza de los
pobres nunca se frustrará”, una frase tomada del Salmo 9, versículo 19.
El Papa toma como punto de partida esta cita en la que “el salmista describe la
condición del pobre y la arrogancia del que lo oprime; invoca el juicio de Dios
para que se restablezca la justicia y se supere la inequidad”, destacando su
vigencia en nuestro tiempo.
”La crisis económica no ha impedido a muchos grupos de
personas un enriquecimiento que con frecuencia aparece aún más anómalo si vemos
en las calles de nuestras ciudades el ingente número de pobres que carecen de
lo necesario y que en ocasiones son además maltratados y explotados”, afirma.
Y agrega que hoy existen “numerosas formas de nuevas
esclavitudes a las que están sometidos millones de hombres, mujeres, jóvenes y
niños”.
Francisco utiliza expresiones muy crudas para describir
esta situación: “Con frecuencia vemos a los pobres en los vertederos recogiendo
el producto del descarte y de lo superfluo, para encontrar algo qué comer o con
qué vestirse. Convertidos ellos mismos en parte de un vertedero humano son
tratados como desperdicios, sin que exista ningún sentimiento de culpa por
parte de aquellos que son cómplices en este escándalo”, agrega.
A los pobres, “considerados generalmente como parásitos
de la sociedad, no se les perdona ni siquiera su pobreza. Se está siempre
alerta para juzgarlos. No pueden permitirse ser tímidos o desanimarse; son
vistos como una amenaza o gente incapaz, sólo porque son pobres, destaca”.
El Papa afirma que “no hay forma de eludir la llamada
apremiante que la Sagrada Escritura confía a los pobres. Dondequiera que se
mire, la Palabra de Dios indica que los pobres son aquellos que no disponen de
lo necesario para vivir porque dependen de los demás. Ellos son el oprimido, el
humilde, el que está postrado en tierra”.
“Los pobres no son números, son personas a las que hay
que ir a encontrar: son jóvenes y ancianos solos a los que se puede invitar a
entrar en casa para compartir una comida; hombres, mujeres y niños que esperan
una palabra amistosa. Los pobres nos salvan porque nos permiten encontrar el
rostro de Jesucristo”, expresa el Papa.
Y finaliza con un llamado “a todas las comunidades
cristianas y a cuantos sienten la necesidad de llevar esperanza y consuelo a
los pobres, pido que se comprometan para que esta Jornada
Mundial pueda reforzar en muchos la voluntad de colaborar activamente para
que nadie se sienta privado de cercanía y solidaridad”.
·
Qué dice
Cáritas
Para Cáritas, esta Jornada Mundial de los Pobres tiene
una importancia particular “porque nuestra misión, la de miles de voluntarios
en todo el país, es acompañar y promover a las personas en situación de pobreza
para lograr su inclusión social. Trabajamos para transformar sus vidas a través
de la ayuda material concreta, la presencia, la contención y el acompañamiento”,
expresan desde la institución a nivel nacional.
“Como dice el Papa Francisco, los pobres no son números
ni son estadísticas, para nosotros son personas, son hermanos con rostro e
historias que necesitan algo más que un plato de comida caliente. ‘Los pobres
necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de
nuevo el calor del afecto, nuestra presencia para superar la soledad’, dice el
Papa”.
Asimismo, expresan que “vemos como cada vez más hermanos,
niños, jóvenes y abuelos están sufriendo la realidad de no tener para vivir
dignamente, ni lo suficiente para comer y tampoco acceso a la salud. Por eso
decimos que el aumento de la pobreza es algo que nos duele y nos avergüenza. Los
índices oficiales reflejan pálidamente la realidad que vemos en los comedores,
merenderos y centros comunitarios, en el conurbano bonaerense y las grandes
ciudades del interior. A esto se le suma el cierre de las fuentes de empleo y
el aumento en la atención de jóvenes, familias y adultos mayores”.
“Para nosotros, la opción por los más pobres es una
opción prioritaria, que los discípulos de Jesús estamos llamados a realizar
para no traicionar la credibilidad de la Iglesia y dar esperanza efectiva a
tantas personas indefensas. Estar cerca de ellos es tocar la carne de Cristo,
es donde la caridad cristiana encuentra su verificación”.
“Desde Cáritas hacemos todo lo posible no solo para
satisfacer las necesidades inmediatas, sino para transformar las realidades que
están en la base de las estructuras de pobreza: promovemos activamente la
educación, la capacitación, la cultura del trabajo, el desarrollo comunitario y
la integración de las personas a su propio entramado social”, destacan.
“Entendemos que la pobreza es una cuestión que nos
interpela a todos como sociedad, porque no podemos admitir ni acostumbrarnos a
que haya hermanos que sufren en un país con tanta potencialidad como el nuestro.
Es un tema que involucra a todos los sectores de nuestra sociedad, desde la
clase política hasta los ciudadanos comunes, cada uno desde el lugar y la
responsabilidad que nos compete”, afirman, apuntando que “en una sociedad todos
somos actores y todos tenemos algo que aportar para la solución de los
problemas comunes. Precisamente en esto se basa el bien común, que es la razón
de ser de toda sociedad: colaborar entre todos para lograr condiciones de vida
que nos permitan el desarrollo de cada uno de nosotros. Por eso creemos en la
solidaridad, en la educación, en la reconstrucción de la cultura del trabajo y
en la contención afectiva de los más vulnerables, como principales caminos para
salir de la pobreza”.
“En esta Jornada Mundial de los Pobres hacemos un llamado
a todas las personas de buena voluntad, a superar la discusión sobre ideologías
políticas o teorías económicas, para centrar nuestra atención en las personas
que más sufren, para darnos cuenta que existen, que son muchas y que entre
todos tenemos el deber de darles urgente respuesta a sus necesidades más
vitales. Para que, como dice el Papa, no caigamos en la peor discriminación que
padecen los pobres: el no prestarles atención”.
Pobreza y adicciones
El entorno de la pobreza genera, a su vez, realidades que
han recibido el nombre de “nuevas formas de pobreza”, que afectan con
particular fuerza a personas en situación de vulnerabilidad social.
Una de estas nuevas formas es el consumo problemático de
sustancias que llegan a destruir personas, familias y hasta comunidades. Las
causas de su extensión y penetración en todos los rincones del país son muchas,
y afecta a gran cantidad de personas sin importar la edad, situación social o
ubicación geográfica.
Las personas con adicciones a las drogas y los lugares
que las venden pueden encontrarse en cualquier barrio. No obstante, encuentran
terreno propicio en aquellos lugares donde el Estado está ausente y donde las
oportunidades de progreso social son escasas. El círculo de esta nueva pobreza
se completa porque a la situación de vulnerabilidad de esas personas se suman
la imposibilidad de acceder a redes de contención en la propia comunidad por
falta de recursos.
Los voluntarios de las Cáritas de los barrios más pobres
fueron los primeros en entender que había que dar una respuesta comunitaria a
este problema. Así comenzaron a tejerse redes que llegaron a enlazarse con el
trabajo impulsado por la Pastoral de la Drogadependencia. Así, en pocos años
llegaron a integrarse más de 150 centros barriales para el abordaje pastoral y
comunitario de las adicciones en todo el país, que brindan apoyo y
acompañamiento directo a unas 23.000 personas, principalmente jóvenes.
Las personas con adicciones también sufren discriminación
por su situación, al tiempo que viven con dolor al ver cómo se desmorona su
vida y sus afectos, por la imposibilidad
de superar una adicción que los consume, a pesar de sus múltiples esfuerzos.
Ellos necesitan de nosotros porque no pueden salir adelante solos, no podemos
ser indiferentes frente a su necesidad de integración.