“Nuestros
deseos de verlo en la gloria de
los altares se han hecho realidad”
Expresó Mons. Luis Urbanc,
durante la Misa en la Casa Natal, agregando que “sólo basta esperar la
resolución de los últimos trámites del proceso”.
Durante la noche del lunes
11 de mayo, la humilde casa donde Fray Mamerto Esquiú viera por primera vez la
luz de este mundo, hoy protegida por un templete,
fue el epicentro del último homenaje de esta jornada en que se sucedieron las celebraciones
por el 194° aniversario de su natalicio. Un acontecimiento que adquiere
características especiales tras haberse conocido días pasados la aprobación del
milagro atribuido a su intercesión, por parte de la Comisión de Teólogos. Para
los hijos de esta tierra es una gracia en este Año Jubilar Mariano por las cuatro
centurias de la presencia de la Madre del Valle en Catamarca.
La Eucaristía fue presidida
por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario
General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, y el párroco de San José,
Pbro. Juan Olmos.
En este tiempo de pandemia, participó
de la ceremonia litúrgica un reducido número de autoridades civiles,
encabezadas por el Gobernador, Lic. Raúl Jalil; y el Intendente de Fray Mamerto
Esquiú, Dr. Guillermo Ferreyra. En tanto, los fieles y devotos lo hicieron desde
sus hogares, a través de las transmisiones radiales y de las redes sociales.
“Nos hemos congregado en
este solar para
conmemorar el 194° aniversario del natalicio del ilustre retoño
de este pueblo, fraile franciscano y obispo de Córdoba, Mamerto Esquiú”, comenzó
expresando en su homilía Mons. Urbanc, indicando que esta celebración tiene “la
peculiaridad de que nuestros deseos de verlo en la gloria de los altares se han
hecho realidad, sólo basta esperar la resolución de los últimos trámites del
proceso”.
Luego de destacar las
virtudes de su hogar cristiano, impregnado de valores, manifestó que “la
Declaración de la Independencia y la jura de la Constitución, como dijo Fray
Mamerto Esquiú, han quedado inseparablemente
unidas, como actos fundacionales
de la República en su sermón en la Iglesia Matriz de Catamarca, el 9 de julio
de 1853, el día en que se juró nuestra Ley Fundamental. Con ello concluían 37
desdichados años de anarquía y desencuentros, y era la oportunidad para
reflexionar y suplicar a Dios acerca de los fundamentos de la sociedad política
que se organizaba, en torno a la Ley”.
Y continuó: “El ilustre
orador exclamaba desde el púlpito, que se conserva en
nuestro templo parroquial:
‘¡Argentinos! Es por esto, que al encontraros en la solemne situación de un
pueblo que se incorpora, que se pone de pie, para entrar dignamente en el gran
cuadro de las naciones, la Religión los felicita, y como ministro suyo los
vengo a saludar en el día más grande y célebre con el doble grandor de lo
pasado y de lo presente, en el día en que se reúne la majestad del tiempo con
el halago de las esperanzas’…“.
En otro tramo, el Pastor
Diocesano dijo que “el joven fraile afirmará enfáticamente que ‘el inmenso don
de la Constitución hecho a nosotros no sería más que el guante tirado a la
arena, si no hay en lo sucesivo inmovilidad y sumisión; inmovilidad por parte
de ella y sumisión por parte de nosotros’. ¡Cuánto nos queda por aprender a ser
humildes y dóciles!... Y concluirá con
el inmortalizado imperativo: ’Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley, sin
leyes no hay patria, no hay verdadera libertad: existen sólo pasiones,
desorden, anarquía, disolución, guerra y males de los que Dios libre
eternamente a la República Argentina’".
“Y qué mejor corolario de
esta meditación que las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: ‘El que recibe
mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado
por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él… El que me ama será fiel a mi
palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama
no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del
Padre que me envió’”, expresó.
“Que Nuestra Madre del Valle
nos siga acompañando para ser dóciles hijos de Dios y auténticos hermanos los
unos de los otros, sin ningún tipo de excluidos”, concluyó.
En la liturgia eucarística,
se rezó la oración de la Comunión Espiritual, y con la bendición del Obispo y
la entonación del Himno a Fray Mamerto Esquiú, concluyó la Santa Misa en la
tierra natal del Venerable fraile catamarqueño, que camina hacia los
altares.
Acto
en la plaza
En horas de la mañana, se
realizó un acto en la plaza de Piedra Blanca, con el izamiento de la Bandera,
la entonación de Himnos y la bendición del párroco, Pbro. Juan Olmos.
También se colocaron
ofrendas forales en el busto que perpetúa la memoria de Esquiú, ubicado en el
principal paseo público de la localidad, cerrando con palabras del intendente Guillermo
Ferreyra.