Camino a la Beatificación

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11 mayo 2020

194° aniversario del natalicio de Fray Mamerto Esquiú


“Nuestros deseos de verlo en la gloria de los altares se han hecho realidad”

Expresó Mons. Luis Urbanc, durante la Misa en la Casa Natal, agregando que “sólo basta esperar la resolución de los últimos trámites del proceso”.

Durante la noche del lunes 11 de mayo, la humilde casa donde Fray Mamerto Esquiú viera por primera vez la luz de este mundo, hoy protegida  por un templete, fue el epicentro del último homenaje de esta jornada en que se sucedieron las celebraciones por el 194° aniversario de su natalicio. Un acontecimiento que adquiere
características especiales tras haberse conocido días pasados la aprobación del milagro atribuido a su intercesión, por parte de la Comisión de Teólogos. Para los hijos de esta tierra es una gracia en este Año Jubilar Mariano por las cuatro centurias de la presencia de la Madre del Valle en Catamarca.
La Eucaristía fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, y el párroco de San José, Pbro. Juan Olmos.
En este tiempo de pandemia, participó de la ceremonia litúrgica un reducido número de autoridades civiles, encabezadas por el Gobernador, Lic. Raúl Jalil; y el Intendente de Fray Mamerto Esquiú, Dr. Guillermo Ferreyra. En tanto, los fieles y devotos lo hicieron desde sus hogares, a través de las transmisiones radiales y de las redes sociales.
“Nos hemos congregado en este solar para
conmemorar el 194° aniversario del natalicio del ilustre retoño de este pueblo, fraile franciscano y obispo de Córdoba, Mamerto Esquiú”, comenzó expresando en su homilía Mons. Urbanc, indicando que esta celebración tiene “la peculiaridad de que nuestros deseos de verlo en la gloria de los altares se han hecho realidad, sólo basta esperar la resolución de los últimos trámites del proceso”.
Luego de destacar las virtudes de su hogar cristiano, impregnado de valores, manifestó que “la Declaración de la Independencia y la jura de la Constitución, como dijo Fray Mamerto Esquiú, han quedado inseparablemente
unidas, como actos fundacionales de la República en su sermón en la Iglesia Matriz de Catamarca, el 9 de julio de 1853, el día en que se juró nuestra Ley Fundamental. Con ello concluían 37 desdichados años de anarquía y desencuentros, y era la oportunidad para reflexionar y suplicar a Dios acerca de los fundamentos de la sociedad política que se organizaba, en torno a la Ley”.
Y continuó: “El ilustre orador exclamaba desde el púlpito, que se conserva en
nuestro templo parroquial: ‘¡Argentinos! Es por esto, que al encontraros en la solemne situación de un pueblo que se incorpora, que se pone de pie, para entrar dignamente en el gran cuadro de las naciones, la Religión los felicita, y como ministro suyo los vengo a saludar en el día más grande y célebre con el doble grandor de lo pasado y de lo presente, en el día en que se reúne la majestad del tiempo con el halago de las esperanzas’…“.
En otro tramo, el Pastor Diocesano dijo que “el joven fraile afirmará enfáticamente que ‘el inmenso don de la Constitución hecho a nosotros no sería más que el guante tirado a la
arena, si no hay en lo sucesivo inmovilidad y sumisión; inmovilidad por parte de ella y sumisión por parte de nosotros’. ¡Cuánto nos queda por aprender a ser humildes y dóciles!... Y  concluirá con el inmortalizado imperativo: ’Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley, sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad: existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males de los que Dios libre eternamente a la República Argentina’".
“Y qué mejor corolario de esta meditación que las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: ‘El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él… El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió’”, expresó.

“Que Nuestra Madre del Valle nos siga acompañando para ser dóciles hijos de Dios y auténticos hermanos los unos de los otros, sin ningún tipo de excluidos”, concluyó.
En la liturgia eucarística, se rezó la oración de la Comunión Espiritual, y con la bendición del Obispo y la entonación del Himno a Fray Mamerto Esquiú, concluyó la Santa Misa en la tierra natal del Venerable fraile catamarqueño, que camina hacia los
altares.

Acto en la plaza
En horas de la mañana, se realizó un acto en la plaza de Piedra Blanca, con el izamiento de la Bandera, la entonación de Himnos y la bendición del párroco, Pbro. Juan Olmos.
También se colocaron ofrendas forales en el busto que perpetúa la memoria de Esquiú, ubicado en el principal paseo público de la localidad, cerrando con palabras del intendente Guillermo Ferreyra.