Camino a la Beatificación

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25 mayo 2020

Mons. Urbanc desde el Camarín de la Virgen en el 210° aniversario de la Patria


“La deuda que tenemos con nuestra Nación es hacer de ella un hogar de hermanos”

El Obispo confió que “Dios mantendrá viva nuestra esperanza y nos dará la fuerza para encarar los retos más difíciles que nos sobrevengan, como esta pandemia del Covid-19”.

El lunes 25 de mayo, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la ceremonia litúrgica, acompañado por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, rogando especialmente por nuestra Patria, al cumplirse los 210 años de su nacimiento. La Eucaristía se celebró en el Camarín de la Virgen del Valle, bajo cuya protección fue el
país, en este Año Mariano Nacional por los 400 años de su presencia en tierras catamarqueñas.
Debido al tiempo especial que vivimos por la pandemia del coronavirus, los fieles participaron desde sus hogares a través de la transmisión por youtube, las redes sociales de la Catedral Basílica y del Obispado, y por radio Valle Viejo y sus plataformas digitales.
Mons. Urbanc comenzó su homilía con un “¡Feliz día de la Patria!”, tras lo cual invocó a “Jesucristo, Señor de la historia te necesitamos… Así también lo sentían nuestros antepasados de 1810: sin Dios no somos nada. Toda empresa humana se diluye, e
irremediablemente se vuelve contra el mismo ser humano. Por eso dispusieron que se rezara un Tedeum en acción de gracias por la gesta libertadora que acometía. La fe junto con la razón y el desafío de manejar su libertad fueron los acicates que signaron el comienzo de nuestra aún laboriosa vida independiente como nación. ‘Queremos ser Nación…’”, enfatizó.
Por ello, invitó a “rezar para que todos los
que vivimos en este suelo bendito renovemos nuestra conciencia de que ‘nuestra Patria es un don de Dios’ confiado a nuestra libertad, como regalo que debemos cuidar y perfeccionar con la firme convicción de que Dios mantendrá viva nuestra esperanza y nos dará la fuerza para encarar los retos más difíciles que nos sobrevengan, como esta pandemia del Covid-19”.
El Obispo manifestó que “la deuda que tenemos con nuestra Nación es hacer de ella un hogar de hermanos”, afirmando que “en dos centurias no hemos aprendido casi
nada. Son más las heridas, los agobios, las injusticias y los desencuentros, que llevan a generaciones y generaciones a la desconfianza, al sálvese quien pueda, al desencanto y a buscar la fácil. Lo del ‘Bien Común’ nos parece una quimera”.

La Patria como Don y Tarea
En otro tramo de su mensaje, rogó “que Dios y la Virgen del Valle nos ayuden a reconocer que la Patria es ‘Don y Tarea’,
que la construimos entre todos desde una honesta opción política, libre creencia religiosa y oficio que tengamos en la sociedad, sobre la trama de una auténtica amistad social”.
Asimismo, expresó que “para ser Nación se necesita, trabajo, educación y fe en Dios, fuente y razón de toda justicia. Sólo así doblegaremos la lógica de la dádiva, de la especulación financiera, de la chicana, de la ley del menor esfuerzo y del enriquecimiento a costa de otros, que sólo conducen a la disolución de los vínculos sociales y al enfrentamiento”.

Y consideró que “nuestro tiempo reclama un acuerdo para vivir juntos, un pacto social y cultural que plasme y sirva de hoja de ruta hacia la República que queremos ser: inclusiva y cuidadora de toda vida humana. El protagonista no puede ser otro que el pueblo con sus culturas, puesto uno de sus oídos en la Palabra de Dios y el otro en su prójimo”.
Cerrando su reflexión invitó a “que juntos digamos la oración que nos acompaña desde la crisis del 2001: ‘Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde el Valle nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén’”.