Camino a la Beatificación

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31 mayo 2020

Vigilia de Pentecostés en el Camarín de la Virgen del Valle con adoración eucarística


Mons. Urbanc, quien dio gracias por sus 38 años de ordenación sacerdotal, expresó que “necesitamos la fuerza del Espíritu Santo para poder enfrentar el desafío de esta pandemia”.

En la noche del sábado 30 de mayo, día de San Fernando, rey, Patrono de la ciudad capital, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Misa de Vigilia de Pentecostés, en la que dio gracias a Dios por los 38 años de su ordenación sacerdotal.
La ceremonia litúrgica fue concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio
Quiroga del Pino; y el Rector de la Catedral Basílica y Santuario Mariano, Pbro. José Antonio Díaz, en el Camarín de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle.
Tras la proclamación de las lecturas y la Secuencia de Pentecostés, Mons. Urbanc  dirigió su homilía, manifestando que con la Solemnidad de Pentecostés “llegamos al final del tiempo pascual, acogiendo una vez más el don del Espíritu Santo, que Jesús nos prometió”, el cual “infunde el calor, la pasión por dar testimonio del Resucitado. Esto es la Fiesta de Pentecostés”.

“Una vez al año celebramos la efusión del Espíritu Santo, recordando la promesa de Jesús, pero cada vez que en nuestras comunidades se administra el Sacramento de la Confirmación, hay una nueva efusión del Espíritu sobre aquellos que se han preparado y sobre aquellos que acompañan”, expresó, apuntando que “el Espíritu Santo está con nosotros desde aquel día en que Jesús lo mandó a la
comunidad apostólica, que estaba reunida en torno a María. Ahí nació la Iglesia, ahí nacimos todos, y este nacimiento se va perpetuando a lo largo de los siglos hasta que llegue el fin del mundo”.
Resaltó que “al Espíritu Santo lo necesitamos día a día”, porque “siempre actúa renovando, transformando, sanando, dando fuerza y vitalidad a la Iglesia, sobre todo en los tiempos difíciles o de confusión doctrinal está allí para animarnos y ayudarnos”.

“Hace 38 años me puse al servicio del Pueblo de Dios
a través del sacerdocio por acción del Espíritu”

En otro tramo de su mensaje compartió con los fieles, quienes siguieron la celebración a través de radio Valle Viejo y las redes sociales de la Catedral y el Obispado, que “hoy estoy dando gracias a Dios por 38 años de ordenación sacerdotal”, y “es el Espíritu Santo quien me ha transformado en otro Cristo, el Sumo y Eterno Sacerdote”. Recordó que este acontecimiento se realizó “hace 38 años en la Catedral de Tucumán, era un domingo 30 de mayo, Fiesta de Pentecostés, y ahí recibí la efusión del Espíritu, para poder ponerme al servicio del Pueblo
de Dios, a través del ministerio sacerdotal, por acción del Espíritu”.
El Obispo enfatizó que “debemos tener una gran devoción al Espíritu”, porque “necesitamos su fuerza para poder enfrentar el desafío de esta pandemia”. Por ello invitó a que “le pidamos que nos dé la gracia que estamos necesitando en este tiempo concreto de nuestra Patria, con los desafíos, los miedos y angustias que tenemos”.
También pidió que “el Espíritu Santo entre en nuestros corazones y los transforme; que nos guíe y nos lleve por el camino de la virtud, del bien, del servicio, del cuidado de la casa común, como lo dice el Papa. Para eso necesitamos las luces del Espíritu, que nos haga humildes, que nos haga tomar conciencia de que somos eternos necesitados de la misericordia de Dios, que no podemos vivir sin su ayuda”.

Asimismo, exhortó a que le demos el lugar que Dios debe tener en nuestras vidas, porque “quienes han abierto el corazón a Dios, han traído la paz, la integridad de vida, la inclusión, la fraternidad entre todos”.
Finalmente, rogó que “Nuestra Madre, la Virgen, a quien los padres de la Iglesia llamaron muy oportunamente la Esposa del Espíritu Santo, porque ha concebido por obra y gracia del Espíritu, que nos ayude a tener una relación de mucha confianza con el Espíritu Santo”.
Al finalizar la Santa Misa, se realizó un momento de adoración eucarística en el Camarín de la Virgen del Valle, pidiendo la efusión del Espíritu Santo.