Camino a la Beatificación

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08 diciembre 2019

Solemne apertura del Año Jubilar por las cuatro centurias de la Virgen del Valle


“Querida Madre del Valle, para ti es este Año Jubilar, con el que queremos honrarte y agradecerte por todo lo que has hecho, haces y harás por tus hijos peregrinos en este ‘valle de lágrimas’”, dijo Mons. Urbanc  en la Misa Solemne.

Durante la mañana del 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, Catamarca inició solemnemente el Año Jubilar Mariano por los 400 años de la presencia de la Madre del Valle entre nosotros.
La Sagrada Eucaristía fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Obispo Emérito de La Rioja, Mons. Roberto Rodríguez, y numerosos sacerdotes del clero catamarqueño y de otras jurisdicciones eclesiásticas del país, quienes
llegaron como peregrinos a honrar a la Santa Patrona de Catamarca y del Noroeste Argentino.
En el inicio de la celebración litúrgica, el Pbro. Marcelo Amaya dio lectura a los decretos de Indulgencias Plenarias concedido por la Penitenciaría Apostólica por especial mandato del Papa Francisco; y el correspondiente al Año Jubilar Mariano Diocesano, emitido por el Obispo de Catamarca.
Una gran cantidad de devotos y peregrinos, que desbordó el Santuario Mariano, participó de la Eucaristía, en la que se pidió especialmente por el eterno descanso del alma de la madre del Pbro. José Antonio Díaz, Rector de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle.
En su homilía, Mons. Urbanc expresó:
Año Jubilar. Queridos devotos y peregrinos: Con esta Misa solemne damos inicio al Año
Jubilar Mariano en acción de gracias por los 400 años de presencia de esta sagrada imagen de la Pura y Limpia Concepción, por todos ahora conocida como la Virgen del Valle y así invocada por el pueblo creyente, por los niños, jóvenes, adultos y ancianos. Ella es la Madre de los enfermos y de los pobres.
Ella es la Madre de todos. Ella es la que nos ayuda a superar las odiosas diferencias y a sabernos encontrar después de nuestros desencuentros y rabietas. Ella es la que nos acompaña en nuestras acciones de Gracias por tantos y tan variados dones con los que Dios, Padre providente, nos bendice.
Ella es la ‘Morenita’, la ‘Negrita’, la ‘Virgencita, la ‘Mama Achachita’, la ‘Virgen Gaucha’, la ‘Madre’, la ‘Señora’, la ‘Patrona’, la ‘Virgen’.
Inmaculada Concepción. Hoy celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción, cuya explicación la encontramos en la primera lectura del Génesis (3,9-15), que acabamos de escuchar, en la que se nos ha narrado la caída en desgracia de la humanidad, debido a la desobediencia de la primera pareja que nos representa. Allí mismo Dios no abandonó al ser humano a su triste suerte, sino que inmediatamente ideó nuestra salvación. Allí cuajó la realidad de la nueva Eva, María, Virgen Inmaculada, que libremente habría de asumir ser la Madre del que vendría a aplastar la cabeza del viperino demonio y así liberarnos del fuego eterno, ofreciendo de nuevo la esperanza de la salvación a la especie humana. Lo que encuentra en el relato del Evangelio de san Lucas su humilde y gloriosa consumación. El pecado de la humanidad es asumido y destruido por la humilde obediencia del Hijo de Dios Encarnado y Exaltado en la Cruz. Victoria que queda patente con la gloriosa Resurrección.

Con el país. En otro orden de cosas, también hoy en toda nuestra Nación damos inicio al Año Jubilar Mariano, es por ello que, a lo largo de estos doce meses de gracia y bendiciones divinas, pondremos la mirada de la mente y el corazón en la Persona de la Bienaventurada Virgen María, Causa de nuestra Alegría, pues por medio de su humilde, decidido y generoso SÍ, la Salvación se ha incoado en toda la creación, es decir, se ha revertido la maldición, trocándose no sólo en perdón, sino en algo más grandioso e inmerecido ni soñado por nadie: en Adopción filial de todo ser humano, con todos los deberes y derechos propios de quien goza de tal definitivo estado de vida.
Congreso Mariano Nacional. Para poder vivir con mayor provecho este año, en el que, los catamarqueños seremos anfitriones del IV Congreso Mariano Nacional, les he escrito una breve, pero creo que sustanciosa, carta pastoral para motivarlos a no desaprovechar la oportunidad única de profundizar en el misterio de María en el Plan de Salvación de Dios. Así que a leerla y compartir en familia, en la escuela, entre amigos o colegas, en los movimientos eclesiales y diversos ámbitos pastorales los temas mariológicos de nuestra fe.
Recuerden, hermanos, que nadie ama lo que no conoce. Por tanto, ocúpense de ustedes mismos, de manera que lleguen a valorarse desde el proyecto amoroso de Dios, quien todo lo hizo y sigue haciendo en orden a la realización plena de cada ser humano y de que seamos en verdad felices.

Carta Pastoral. Hoy les entregaré formalmente la carta pastoral, en la que comienzo diciendo: “Ya pasaron diez años desde nuestro último jubileo, en el 2010, en el que celebramos los 100 años de nuestra Iglesia particular de Catamarca. Y al concluir los festejos nos propusimos hacer un largo camino hasta el 2020 para agradecer a Dios por los 400 años de ininterrumpida y fecunda presencia de la sagrada imagen de la ‘Pura y Limpia Concepción’, a la que tiernamente llamamos Virgen del Valle.
Gesto del Episcopado. Tal celebración ha cobrado mayor relieve con la doble disposición de todo el episcopado argentino de un Año Mariano Nacional y del IV Congreso Mariano Nacional, que se llevará a cabo, aquí en san Fernando del Valle de Catamarca, del 23 al 26 de abril de 2020.
En efecto, estos acontecimientos también son expresión elocuente de lo que llamamos ‘la Gracia del Valle’, y que debemos agradecer a la Providencia de Dios, valorándolos e incorporándolos definitivamente al patrimonio sociocultural y religioso de nuestra historia provinciana.
¡Cómo no agradecer a Dios que, con ocasión de este Gran Jubileo, vendrán del norte y del sur, del este y del oeste, multitud de hermanos no sólo como congresistas, sino como devotos y peregrinos a honrar al Dios Altísimo que se hizo providencia maternal en la persona de la Santísima Madre de su Hijo Jesucristo, a través de una frágil imagen con rostro curtido y afligido propio de los nativos, a los que el Padre Eterno vino a consolar y esperanzar! Nosotros somos el legado de aquellas gestas evangelizadoras y necesitamos renovarnos en nuestro amor a la Santa Trinidad, a la Madre de Dios, a la Iglesia y a toda la humanidad, con un gran ardor misionero y discipular”.

“También nosotros, herederos de las promesas de nuestros padres en la fe y coherederos, en Jesús, de la vida eterna, hemos hecho un alto en nuestro camino hace diez años para celebrar con peculiar fervor el centenario de nuestra Iglesia de Catamarca, insertarnos en su particular historia de amor evangelizador, recibir con gratitud los frutos de la labor apostólica de quienes nos precedieron, comprometernos a cumplir con fidelidad el mandato misionero, revisar lo realizado, pedir perdón por nuestras falencias, renovar e intensificar los aciertos y abrir el alma para que “la gracia del Señor Jesucristo, la caridad de Dios y la comunicación del Espíritu Santo” (2 Cor 13,13) estén con todos nosotros”.
“Para ello nos será de mucha ayuda repasar, una y otra vez, las maravillas obradas entre nosotros por el Señor por intercesión de Nuestra Madre del Valle; tanto aquellas por todos conocidas, cuanto las que, no habiendo sido muy difundidas, muestran con sencillez la portentosa protección orante de Santa María, siempre Virgen”.
A la Madre. Querida Madre del Valle, para ti es este Año Jubilar, con el que queremos honrarte y agradecerte por todo lo que has hecho, haces y harás por tus hijos peregrinos en este ‘valle de lágrimas’.
En Ti siempre queremos ver a la mujer creyente que supo vivir el misterio de la Virginidad unida a la Maternidad. A la joven diligente que corre presurosa a ayudar a su prima Isabel en las tareas más exigentes del hogar, para hacerle más llevadero los últimos meses de gestación de Juan, el Bautista. A la maestra de oración que nos enseña a alabar la grandeza del Señor, reconociendo que Él es el origen de los supremos gozos del alma, de la santidad, de la misericordia, de la justicia, del amor por los humildes y de la fidelidad. Y a la perfecta discípula de Jesús por el cumplimiento perseverante, fiel y perfecto de la voluntad del Padre.
Tierna y paciente, Madre, escucha siempre el clamor de tus hijos. Amén.           
Antes de la bendición final se cantó el Himno a la Virgen del Valle y se rezó la Oración del Año y IV Congreso Mariano Nacional.
Los vivas y aplausos resonaron en el templo, mientras era incesante el paso de los peregrinos ante la Imagen cuatro veces centenario de la Virgen Morenita.