Con un templo colmado de
fieles, se llevó a cabo la misa de despedida de los restos mortales del Padre
Elio Fernández en el templo parroquial de Jesús Niño, a cuya comunidad sirviera
por casi 20 años. La misma fue presidida por el Vicario General de la Diócesis,
Pbro. Julio Quiroga del Pino, y concelebrada por sacerdotes del clero
catamarqueño, tanto de la ciudad capital como del interior, quienes llegaron especialmente
para acompañarlo hacia su última morada en esta tierra.
Durante su homilía, el Padre
Salvador Armengol Acevedo destacó que “providencialmente estamos despidiendo a
nuestro hermano sacerdote en el día del apóstol San Bernabé, que nos permite
volver a los orígenes de la Iglesia, cuyos fundamentos están en los apóstoles”.
Resaltó las cualidades del apóstol, “bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de
fe, que atrae a las personas a Dios, y quienes conocieron al Padre Elio
supieron que él fue como dice la Palabra de Dios. Creo que nuestro hermano ha
sido un testimonio de esto en medio de la comunidad. Por eso estamos
convencidos de que estará con los apóstoles, alabando al Señor, gozando del
Señor, de lo que él predicó acá”.
Hubo muestras de profundo
dolor por la partida de quien fuera un sacerdote amigo y testimonio vivo de la
presencia de Dios en medio de la comunidad. Pero también aplausos para
agradecer al Señor por el don que fue el Padre Elio, quien sobresalió además en
su faceta intelectual, sobre todo como periodista, siendo columnista de LA
UNION, cuyos lectores se deleitaron con sus brillantes escritos sobre diversos
temas.
Los fieles lo despidieron
con sentidas palabras, recordando su empeño para propagar la devoción a la
Divina Misericordia, su amor a los niños y a Nuestra Madre del Valle, a quien
seguramente hoy estará contemplando en el cielo. “Nos dio su ejemplo de hombre
de fe inquebrantable, de hombre humilde, caritativo y de total desprendimiento
por las cosas materiales”, expresaron.
Luego de la celebración
eucarística, el cuerpo mortal del Padre Elio fue acompañado por sus hermanos
sacerdotes y fieles en general hasta el cementerio municipal, donde recibió
cristiana sepultura en el Panteón del Clero, con lágrimas de dolor, pero sobre
todo con una enorme gratitud a Dios por habernos regalo a este sacerdote, que
hoy muere como la semilla, para que gustemos los frutos de su testimonio de
amor y entrega generosa.