El Obispo de Catamarca,
Mons. Luis Urbanc, saluda a los escritores y periodistas en el día de su Santo
Patrono San Francisco de Sales, exhortándolos a transitar por el camino del
amor y la verdad.
Francisco Buenaventura nació
en Thorens, ciudad sita en el Ducado de Saboya, en Francia hoy día, el 21 de
agosto de 1567. El mayor de seis hermanos, fue su padre Francisco de Sales de
Boisy, y su madre, la piadosa Francisca de Sionnaz, verdadera responsable de la
inclinación religiosa de Francisco, pertenecientes los dos a la más recia
aristocracia saboyana.
Tras pasar por los colegios
de estudios superiores de La Roche y Annecy, Francisco estudió retórica,
humanidades y teología en el colegio jesuíta de Clermont en París, y leyes en
Padua, doctorándose con 25 años de edad.
De carácter amable, piadoso y caritativo, Francisco
fue un joven de lo más prometedor. Su padre le había arreglado un interesante
matrimonio y estaba a punto de ser elegido para ingresar en el senado de
Saboya. Pero tras haber hecho voto de castidad ante la imagen de Nuestra Señora
en San Esteban de las Rocas, declaró su intención de abrazar la vida
eclesiástica, lo que, como era de esperar, le enfrentó a su progenitor. Con 26
años de edad, en 1594, Francisco recibió finalmente las órdenes sagradas.
A los treinta y cinco años
de edad, es consagrado obispo. Inicia la reforma de las comunidades religiosas,
y continúa su fecunda labor literaria, que le vale un lugar entre los
forjadores de la bella lengua francesa. Junto con Santa Juana Francisca de
Chantal funda en 1607 el Instituto de la Visitación de la Santísima Virgen.
A fines de diciembre de 1622,
falleció en Lyon, teniendo apenas 55 años de edad. Su cuerpo fue enterrado en
el Convento de la Visitación de Annecy, aunque su corazón se quedó en Lyon a
modo de reliquia, ciudad de la que en tiempos de la Revolución Francesa fue
llevado por las monjas de la Visitación a Venecia, donde hoy es venerado.
Importante
obra escrita
San Francisco de Sales dejó
una vasta e importante obra escrita. Para empezar, los folletos que repartía
para la misión entre los habitantes del Chablais y de los que ya hemos hablado.
Y junto a ellos, su “Defensa del Estandarte de la Cruz”; su “Introducción a la
Vida Devota”, con la que entra en una de las grandes cuestiones de su época, la
del “libre albedrío” frente a la “fe sin obras” luterana, que es, a la vez, una
obra maestra de psicología y moral; su “Tratado del Amor de Dios” en doce
libros; sus “Conferencias Espirituales”, sobre las virtudes religiosas,
dirigidas a las monjas de la Visitación y por ellas compiladas; sus “Sermones”,
tanto los que él mismo escribe como los que le compilan quienes los oyeron; sus
“Cartas”, en su mayor parte escritas para la dirección espiritual; y un gran
número de tratados y opúsculos. En 1892 el benedictino inglés Dom Mackey
realizó una maravillosa edición de su obra.
Beatificación
Transcurridos cuarenta años
de su muerte, Francisco fue beatificado, y sólo cuatro años después, en 1665,
Alejandro VII lo canonizó. En 1877, Pío IX, quien lo denominó “maestro y
restaurador de la elocuencia sagrada”, lo proclamó doctor de la Iglesia como
“Doctor Amable”. Y el 26 de enero de 1923, Pío XI, mediante la Encíclica “Rerum
Omniun”, lo nombró santo patrono de escritores y periodistas.
El ejemplo de Francisco
inspirará durante el s. XIX muchas fundaciones que aunque no creadas por él,
llevan su nombre. Así los Misioneros de San Francisco de Sales de Annecy,
fundados en 1838 por el Padre Pierre-Marie Mermier; los Oblatos de San
Francisco de Sales de Troyes, fundados por el Padre Louis Brisson en 1873; y
por encima de todos, los Salesianos, fundados en Turín en 1859 por San Juan
Bosco, especialmente dedicados a la educación de los más pobres.