“El Beato Mamerto Esquiú fue abrevando en las aguas del Evangelio, para poder promover entre los suyos, en su tiempo, la fraternidad y la caridad”, dijo el Obispo.
Durante la tarde de este
jueves 4 de septiembre, Piedra Blanca, su tierra natal, celebró con gozo el 4º
aniversario de la Beatificación de Fray Mamerto Esquiú, en el marco del Año
Jubilar de la Esperanza y el tiempo de preparación para vivir los 200 años de
su natalicio en 2026.
Las celebraciones se iniciaron
con el arribo de la imagen de la Virgen del Valle desde el Santuario y Catedral
Basílica de Capital, y previamente fue recibido el Señor de los Milagros proveniente
del Santuario de La Tercena.
Luego del rezo del Santo
Rosario, se concretó la procesión con las sagradas imágenes alrededor de la
plaza central de la localidad, con la participación autoridades eclesiásticas y
civiles, miembros de la Policía de la Provincia y de la Escuela de Cadetes,
gauchos, peregrinos y fieles en general, quienes llegaron a honrar al Beato
catamarqueño en este día especial.
A su arribo a la explanada del
paseo público, se celebró Santa Misa en el atrio del histórico templo de San José,
que fue presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada
por el párroco anfitrión, padre Carlos Robledo; el rector y el capellán del
Santuario Catedral, padres Juan Ramón Cabrera y Ramón Carabajal,
respectivamente; el párroco de la Santa Cruz de Capital, padre Guillermo
Chanquía, y el sacerdote Argentino Lauría.
Participaron autoridades municipales,
encabezadas por la intendenta de Fray Mamerto Esquiú, Prof. Alejandra
Benavídez, del Concejo Deliberante local, el rector de la Universidad Nacional
de Catamarca, Ing. Oscar Arellano, entre otras.
En el comienzo de su homilía,
el Obispo expresó: “Nos hemos congregado para dar gracias a Dios por estos
cuatro años que nos acompaña la figura de nuestro querido comprovinciano Fray Mamerto
Esquiú como Beato, con ese gran rol que le asigna Dios para cuidarnos”.
Seguidamente, recordó que “nos
encontramos en el Mes de la Biblia, y los textos que acabamos de escuchar, sobre
todo el del apóstol Pablo, nos ponen en esta órbita de la centralidad de la
Palabra de Dios. También la oración que se compuso para esta Misa pone de
relieve que el Beato Mamerto Esquiú fue abrevando en las aguas del Evangelio,
para poder promover entre los suyos, en su tiempo, la fraternidad y la caridad”.
En este sentido especificó que
“el Evangelio es Jesús, quien se quedó de un modo concreto en estos cuatro
textos que llamamos Evangelios”, agregando que “esta Buena Noticia es una
persona: Jesucristo… Cuando uno habla de Evangelio significa algo que se
anuncia, que se pronuncia, y de ahí viene la palabra ángel, un mensajero. El Beato
Mamerto Esquiú fue un verdadero mensajero de Jesucristo allá en el siglo XIX,
siglo conflictivo, como lo es nuestro siglo XXI, problemas, desafíos que se
presentan y que ponen a prueba el talante de cada ciudadano y, de un modo
particular, de cada cristiano, qué valía hay en nosotros. Esquiú, en su tiempo
la mostró, un gran temple que lo encontraba en Jesucristo. No hacía componendas
con el mundo, se puso a trabajar de lleno en medio de este servicio tan
importante como es la política. Pero no se dejó tergiversar por los intereses mezquinos,
siempre estaba Jesucristo en el centro, y por Jesucristo supo apartarse oportunamente
de las trenzas que había en su tiempo, como las hay hoy y las habrá en lo
sucesivo, porque mientras el ser humano esté peregrinando por este mundo será
frágil, tendrá mezquindades, debilidades, malas intenciones, errores,
ignorancia”.
La
fraternidad y la caridad
Frente a esta realidad,
consideró que “tenemos que ayudarnos los unos a los otros. Por eso, una de las
características de esta oración que destaca de Fray Mamerto es la fraternidad,
cosa que estaba quebrada en su tiempo y también lo está en nuestro tiempo, la
fraternidad y la caridad”. En esta línea manifestó que “la caridad es la virtud
de las virtudes, es el distintivo de la vida cristiana; es el amor hecho acto,
hecho acción”.
Más adelante pidió al Beato Esquiú
“que cada uno de nosotros, cada uno de nuestros familiares, cada miembro de
esta comunidad y de toda la diócesis, seamos personas que van abrevando,
saciando en estas aguas de las Escrituras, de la Biblia, conociendo más a Jesús
para poder amarlo, porque nadie ama lo que no conoce. Y el Beato conoció mucho
a Jesús en las Escrituras, en la oración de cada día, en el servicio a los
hermanos, por eso lo amaba entrañablemente, y no quiso la vanagloria al igual
que Jesús, sino la humildad, la sencillez”.
Resaltó que “hay que tener un
corazón como el de Dios, humilde, sencillo, que nos lo mostró Jesús, y así
podemos transformar la sociedad. Cuántos contemporáneos de Esquiú hubo en
Catamarca que hoy nadie los recuerda, y tenían mucho más poder, más dinero y más
influencia. Sin embargo, nadie los conoce ni los recuerdan, y a este humilde hombre
se lo recuerda hoy, elijamos ese camino”.
Hacia el final de su
reflexión, retiró la invitación a que “abrevemos cada día en estas aguas del
Evangelio, ahí vayamos a saciar nuestra sed de paz, de amor, de sentido de la
vida, de poder servir a los demás, de conductas que debo tener acá. El
Evangelio es nuestra brújula, nos orienta por el camino de la vida. Si esto
hacemos con mucha fe y constancia, verán cómo cambia la realidad en la que
estamos. Porque si Cristo reina de verdad en nuestros corazones, en nuestra
sociedad, todo será como decía esta oración, fraternidad y caridad”.
Reliquia
En el momento de preparar la
mesa del altar, junto con los dones del pan y del vino y ornamentos litúrgicos,
se acercó una reliquia de primer grado del Beato Mamerto Esquiú, que fue
entregada por el Arzobispado de Córdoba, y fueron acercadas al altar por el
artesano que confeccionó el relicario.
Luego de la bendición final,
el párroco de San José de Piedra Blanca agradeció la presencia del Obispo, a
las autoridades y a todos los que colaboraron para la realización del Septenario
y las distintas actividades que se llevaron a cabo para celebrar al Beato
Esquiú en este camino hacia el Bicentenario de su natalicio, como signo de
esperanza en este Año Jubilar.
Como corolario de esta fiesta
de la fe se entonó la canción de la Beatificación interpretada por el Coro
Cantus Nova, cuyos integrantes solemnizaron la ceremonia litúrgica.
#AniversarioBeatificacionEsquiú2025
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat
