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06 marzo 2025

El Obispo presidió la Misa del Miércoles de Ceniza en el Santuario de la Gruta de la Virgen del Valle

“En este tiempo cuaresmal estamos invitados a poner la mirada en Jesús, y a mirarnos a nosotros mismos con los ojos de Dios, y la mirada de Dios es llena misericordia, de ternura, eso es lo que necesitamos”, dijo.

 

Durante la tarde del miércoles 5 marzo, en un ambiente natural rodeado de montañas, el obispo diocesano Mons. Luis Urbanč presidió la Santa Misa del Miércoles de Ceniza, dando inicio a la Cuaresma que nos prepara para vivir el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Por la noche hizo lo propio en la Catedral Basílica y Santuario de la Virgen del Valle.

La Eucaristía fue concelebrada por el padre Santiago Granillo, rector del Santuario mariano donde hace más de cuatro centurias fue hallada la bendita imagen de la Virgen del Valle; y contó con la participación de peregrinos algunos de ellos provenientes de otras provincias, servidores del Santuario y fieles en general.

En su homilía, Mons. Urbanč destacó la importancia de “la Pascua que está precedida por 40 días de oración, penitencia y ayuno, 40 días en los que tenemos que entrenarnos mucho en la caridad”.

También mencionó que “hemos iniciado el Año Jubilar que el Papa inauguró el 24 de diciembre, el día del nacimiento de Jesús, y va a culminar en diciembre de este año. Y si miramos el misterio del Dios hecho hombre es porque Dios vino a traer la esperanza al mundo, la esperanza comienza con el nacimiento de Jesús y culmina en su Pasión, Muerte y Resurrección. Esto le da fundamento a la esperanza cristiana”.

Asimismo, manifestó que “en esta Cuaresma estamos invitados a dejar de lado cosas superficiales en las que nos ocupamos mucho, cosas que son intrascendentes en la vida y van copando nuestro corazón. Entonces en este tiempo estamos invitados a poner la mirada en Jesús, y mirarnos a nosotros mismos con los ojos de Dios, y la mirada de Dios sobre nosotros es llena misericordia, de ternura, eso es lo que necesitamos. Nuestros pecados nos van destruyendo por dentro, nos hacen perder la esperanza, nos llenan de angustia, nos hacen poner mal con los demás. Necesitamos rehacer nuestra vida, y eso se lo hace mirando a Dios, que nos mira con ternura, que nos ama, que nos tiene una paciencia extraordinaria”.

 

Tres pilares: oración, ayuno y caridad

Luego se refirió a las “tres prácticas antiquísimas en la vida creyente, que ya lo hacían los judíos y hoy lo practica la Iglesia siguiendo esa tradición del primer pueblo de Dios, que son la oración, el ayuno y la limosna, que es la caridad para con el prójimo. La caridad puede ser curar a un enfermo, tener paciencia con algún anciano que tenemos en casa, dar una limosna a alguien, invitar a nuestra casa a comer a un pobre. Eso no hay que declamarlo, hay que practicarlo, la caridad tiene que ser hecha por amor a Dios”.

Respecto de la oración dijo que “es ponerse en la presencia de Dios porque creo que me escucha, que está ahí delante de mí; con ese Dios me quiero encontrar en la oración. Esa oración también parte de la meditación de la Palabra de Dios, eso me ayuda a orar, un salmo, alguna oración que ya está escrita como la Oración del Jubileo, puedo repetir esa oración bien meditada; el rezo del Santo Rosario que lo pide la Virgen”.

“Y después, la penitencia o el ayuno, que es privarme de algo para disponerme a hacer la voluntad de Dios, le pongo límites a mi cuerpo, pero eso tiene que ser hecho como un medio para alcanzar un fin”, señaló, agregando que se trata de “un medio para acercarnos más a Dios, para arrepentirnos de nuestros pecados, para corregir actitudes o acciones malas, para estar más en comunión con Él. Y eso ayuda al fin que es alcanzar una vida santa, más parecida a Dios, porque somos imagen y semejanza de Él, más aún, somos hijas e hijos de Dios. Para eso está este tiempo de Cuaresma, y con estos medios: oración, penitencia y caridad, para que nos parezcamos más a Dios”.

 

“Las cenizas nos recuerdan que somos débiles, frágiles”

Acerca de las cenizas, “que se han hecho quemando los ramitos de olivos bendecidos el año pasado iniciando la Semana Santa -explicó-, nos recuerdan que somos débiles, frágiles”, y se corresponde con una de las dos fórmulas que se expresan en este rito, y dice: ‘Acuérdate hombre que eres polvo y al polvo volverás’. La otra fórmula que se aplicó en la celebración “está tomada del evangelio de Marcos: ‘Conviértete y cree en el Evangelio’. Así predicaba Juan Bautista: ‘Conviértanse y crean en la Buena Noticia’, y la Buena Noticia es Jesús, el Hijo de Dios que ha venido al mundo para salvarnos”, afirmó.

Hacia el final de su reflexión, el Obispo señaló que “estamos congregados en este solar donde encontraron la imagen de la Virgen hace más de 400 años, que Ella nos ayude a ir al encuentro de Jesús con un espíritu de penitencia, de arrepentimiento, de reconocer que necesitamos de Dios. Que este rito de imposición de las cenizas nos ayude a vivir más hondamente el espíritu cuaresmal, y a prepararnos a celebrar con alegría, con un corazón renovado, la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo”.

 

Imposición de cenizas

Seguidamente, el Pastor diocesano procedió a la bendición de las cenizas, que luego fueron colocadas en forma de cruz en la frente de todos los participantes de la celebración eucarística, mientras el Obispo y el sacerdote pronunciaba: “Conviértete y cree en el Evangelio”.

También bendijo cenizas almacenadas en pequeñas bolsitas, que al final de la Santa Misa fueron entregadas para que sean llevadas a los enfermos adultos mayores y personas con limitaciones físicas que no pudieron asistir a la celebración.

#Cuaresma2025Catamarca

Fotos y video: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat