“En este tiempo cuaresmal estamos invitados a poner la mirada en Jesús, y a mirarnos a nosotros mismos con los ojos de Dios, y la mirada de Dios es llena misericordia, de ternura, eso es lo que necesitamos”, dijo.
Durante la tarde del miércoles
5 marzo, en un ambiente natural rodeado de montañas, el obispo diocesano Mons.
Luis Urbanč presidió la Santa Misa del Miércoles de Ceniza, dando inicio a la
Cuaresma que nos prepara para vivir el misterio de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Por la noche hizo lo propio en la
Catedral Basílica y Santuario de la Virgen del Valle.
La Eucaristía fue concelebrada por el padre Santiago Granillo, rector del Santuario mariano donde hace más de cuatro centurias fue hallada la bendita imagen de la Virgen del Valle; y contó con la participación de peregrinos algunos de ellos provenientes de otras provincias, servidores del Santuario y fieles en general.
En su homilía, Mons. Urbanč
destacó la importancia de “la Pascua que está precedida por 40 días de oración,
penitencia y ayuno, 40 días en los que tenemos que entrenarnos mucho en la
caridad”.
También mencionó que “hemos
iniciado el Año Jubilar que el Papa inauguró el 24 de diciembre, el día del
nacimiento de Jesús, y va a culminar en diciembre de este año. Y si miramos el
misterio del Dios hecho hombre es porque Dios vino a traer la esperanza al
mundo, la esperanza comienza con el nacimiento de Jesús y culmina en su Pasión,
Muerte y Resurrección. Esto le da fundamento a la esperanza cristiana”.
Asimismo, manifestó que “en
esta Cuaresma estamos invitados a dejar de lado cosas superficiales en las que
nos ocupamos mucho, cosas que son intrascendentes en la vida y van copando
nuestro corazón. Entonces en este tiempo estamos invitados a poner la mirada en
Jesús, y mirarnos a nosotros mismos con los ojos de Dios, y la mirada de Dios
sobre nosotros es llena misericordia, de ternura, eso es lo que necesitamos.
Nuestros pecados nos van destruyendo por dentro, nos hacen perder la esperanza,
nos llenan de angustia, nos hacen poner mal con los demás. Necesitamos rehacer
nuestra vida, y eso se lo hace mirando a Dios, que nos mira con ternura, que nos
ama, que nos tiene una paciencia extraordinaria”.
Tres
pilares: oración, ayuno y caridad
Luego se refirió a las “tres
prácticas antiquísimas en la vida creyente, que ya lo hacían los judíos y hoy
lo practica la Iglesia siguiendo esa tradición del primer pueblo de Dios, que
son la oración, el ayuno y la limosna, que es la caridad para con el prójimo. La
caridad puede ser curar a un enfermo, tener paciencia con algún anciano que
tenemos en casa, dar una limosna a alguien, invitar a nuestra casa a comer a un
pobre. Eso no hay que declamarlo, hay que practicarlo, la caridad tiene que ser
hecha por amor a Dios”.
Respecto de la oración dijo
que “es ponerse en la presencia de Dios porque creo que me escucha, que está
ahí delante de mí; con ese Dios me quiero encontrar en la oración. Esa oración
también parte de la meditación de la Palabra de Dios, eso me ayuda a orar, un
salmo, alguna oración que ya está escrita como la Oración del Jubileo, puedo
repetir esa oración bien meditada; el rezo del Santo Rosario que lo pide la Virgen”.
“Y después, la penitencia o el
ayuno, que es privarme de algo para disponerme a hacer la voluntad de Dios, le pongo
límites a mi cuerpo, pero eso tiene que ser hecho como un medio para alcanzar
un fin”, señaló, agregando que se trata de “un medio para acercarnos más a Dios,
para arrepentirnos de nuestros pecados, para corregir actitudes o acciones
malas, para estar más en comunión con Él. Y eso ayuda al fin que es alcanzar una
vida santa, más parecida a Dios, porque somos imagen y semejanza de Él, más aún,
somos hijas e hijos de Dios. Para eso está este tiempo de Cuaresma, y con estos
medios: oración, penitencia y caridad, para que nos parezcamos más a Dios”.
“Las
cenizas nos recuerdan que somos débiles, frágiles”
Acerca de las cenizas, “que se
han hecho quemando los ramitos de olivos bendecidos el año pasado iniciando la Semana
Santa -explicó-, nos recuerdan que somos débiles, frágiles”, y se corresponde con
una de las dos fórmulas que se expresan en este rito, y dice: ‘Acuérdate hombre
que eres polvo y al polvo volverás’. La otra fórmula que se aplicó en la
celebración “está tomada del evangelio de Marcos: ‘Conviértete y cree en el Evangelio’.
Así predicaba Juan Bautista: ‘Conviértanse y crean en la Buena Noticia’, y la Buena
Noticia es Jesús, el Hijo de Dios que ha venido al mundo para salvarnos”,
afirmó.
Hacia el final de su
reflexión, el Obispo señaló que “estamos congregados en este solar donde
encontraron la imagen de la Virgen hace más de 400 años, que Ella nos ayude a
ir al encuentro de Jesús con un espíritu de penitencia, de arrepentimiento, de
reconocer que necesitamos de Dios. Que este rito de imposición de las cenizas
nos ayude a vivir más hondamente el espíritu cuaresmal, y a prepararnos a
celebrar con alegría, con un corazón renovado, la Pasión, Muerte y Resurrección
de Nuestro Señor Jesucristo”.
Imposición
de cenizas
Seguidamente, el Pastor
diocesano procedió a la bendición de las cenizas, que luego fueron colocadas en
forma de cruz en la frente de todos los participantes de la celebración
eucarística, mientras el Obispo y el sacerdote pronunciaba: “Conviértete y cree
en el Evangelio”.
También bendijo cenizas almacenadas
en pequeñas bolsitas, que al final de la Santa Misa fueron entregadas para que
sean llevadas a los enfermos adultos mayores y personas con limitaciones
físicas que no pudieron asistir a la celebración.
#Cuaresma2025Catamarca
Fotos y video: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat