Camino a la Beatificación

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29 abril 2019

Mons. Urbanc en el homenaje de niños y embarazadas


“María, la Madre de Dios, es la que experimentó de manera singular la misericordia de Dios”

En la noche del domingo 28 de abril, día de la Divina Misericordia, rindieron su homenaje a la #VirgendelValle los niños, embarazadas y quienes trabajan en la Pastoral de la Niñez.
La Eucaristía fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Capellán Mayor del Santuario Mariano, Pbro. Lucas Segura.
Durante su homilía, el Pastor Diocesano reflexionó sobre la Misericordia de Dios, afirmando que “el Nuevo Testamento muestra a Jesucristo como la misericordia de Dios para con la humanidad, como la palabra del Hijo sobre la misericordia del Padre. Los evangelistas muestran la misericordia de Dios en la acogida que hace Jesús de los pecadores”.

En otro tramo dijo que “María, la Madre de Dios, es la que experimentó de manera singular la misericordia de Dios: ‘Y su misericordia pasa de generación en generación’. San Juan Pablo II la llama Madre de la Misericordia, ya que ‘es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina. Sabe su precio y cuán alto es. En este sentido la llamamos Virgen de la misericordia o Madre de la divina misericordia; en cada uno de estos títulos se
encierra un profundo significado teológico, porque expresan la preparación particular de su alma, de toda su personalidad, sabiendo ver primeramente a través de los complicados acontecimientos de Israel, y de todo hombre y de la humanidad entera después, aquella misericordia de la que ‘por todas las generaciones’ nos hacemos partícipes según el eterno designio de la Santa Trinidad’”.
Tomando el Evangelio según san Juan manifestó que “nos ofrece dos rasgos muy importantes de la misericordia de Dios. Por un lado, Jesús resucitado que confía a la Iglesia, en la persona de los sacerdotes, el perdón de los pecados. Por otro lado, la que ejerce con el apóstol Tomás, ya que por él viene otra vez al grupo de los Once para
confirmar con su presencia, ante este incrédulo, que ha vencido a la Muerte y al pecado y que está Vivo y Glorificado.”

Bendición de embarazadas
Un momento muy emotivo de la celebración se vivió cuando Mons. Urbanc bendijo los corazones rojos de cartulina donde los pequeños escribieron peticiones y acciones de gracias a la Madre Morenita; y a las embarazadas presentes.
En la oportunidad, el Obispo agradeció a los padres por acompañar a sus hijos en este colorido homenaje, y recibió de manos de los integrantes del equipo de Pastoral de la Niñez un manto de la Virgen como regalo para el Papa Francisco.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA


Queridos devotos y peregrinos:
En este primer día del septenario, día de la Divina Misericordia, se nos propuso reflexionar sobre el centro de nuestra espiritualidad cristiana, que es la fe en Jesucristo Resucitado. Sí, mis queridos hermanos, nosotros creemos que Jesús Vive glorificado junto al Padre y en su amada Iglesia que está conformada por todos los bautizados.
Hoy rinden su homenaje a la Virgen del Valle los integrantes de la Pastoral de la Niñez. Bienvenidos y que la Madre de Dios los siga iluminando en la noble tarea que hacen con los niños, las embarazadas y los ancianos.
En primer lugar nos detengamos en la Misericordia de Dios de la que tanto se habla, pero no pocas veces de
un modo muy superficial y utilitario. Oigan lo que nos dice el Papa Francisco: “Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre” (cf. Misericordiae Vultus, n. 2 y 3).
El Nuevo Testamento muestra a Jesucristo como la misericordia de Dios para con la humanidad, como la palabra del Hijo sobre la misericordia del Padre. Los evangelistas muestran la misericordia de Dios en la acogida que hace Jesús de los pecadores. El evangelio de Marcos entiende que el Reino de Dios irrumpe en las curaciones y expulsión de los demonios. El de Lucas proclama el año de la misericordia. El de Mateo ve las obras de misericordia de Cristo presentes en las curaciones y en el anuncio del Reino a los pobres e insignificantes. Las llamadas parábolas de la
misericordia son una prueba irrefutable del amor misericordioso y compasivo de Dios para con el pecador. La parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32) presenta un padre incapaz de dejar de ser padre ante el hijo rebelde, porque la misericordia del Padre sobrepasa toda medida que se pueda imaginar por la dignidad filial, que es el criterio del amor. Así, la misericordia se convierte en la más perfecta realización de la justicia. La parábola del buen samaritano (Lc 10,25-37) presenta a este hombre como modelo de la misericordia. En ella, la pregunta “quién es mi prójimo” encuentra respuesta, pues él es quien, ante una situación concreta e inesperada, personifica el amor de Dios para con la humanidad. El Evangelio de Jesús es la Buena Nueva de la compasión del Padre por la humanidad. Esta es la novedad traída por Jesús: Él anuncia y realiza la misericordia divina de forma definitiva y para todos. Cuando Jesús proclama “bienaventurados los misericordiosos” (Mt 5,7),
quiere afirmar que el mensaje de misericordia tiene consecuencias para la vida de cualquier cristiano, para la práctica pastoral de la Iglesia y para la configuración de un orden social digno, justo y misericordioso. Por eso el amor misericordioso es el resumen del Evangelio y el principal mandamiento del cristiano.

En fin, María, la Madre de Dios, es la que experimentó de manera singular la misericordia de Dios: “Y su misericordia pasa de generación en generación” (Lc 1,50). San Juan Pablo II la llama ‘Madre de la Misericordia’, ya que “es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina. Sabe su precio y cuán alto es. En este sentido la llamamos Virgen de la misericordia o Madre de la divina misericordia; en cada uno de estos títulos se encierra un profundo significado teológico, porque expresan la preparación particular de su alma, de toda su personalidad, sabiendo ver primeramente a través de los complicados acontecimientos de Israel, y de todo hombre y de la humanidad entera después, aquella misericordia de la que ‘por todas las generaciones’ nos hacemos partícipes según el eterno designio de la Santa Trinidad” (Dives in Misericordia, n° 9).

Hoy el santo Evangelio según san Juan nos ofrece dos rasgos muy importantes de la misericordia de Dios. Por un lado, Jesús resucitado que confía a la Iglesia, en la persona de los sacerdotes, el perdón de los pecados. Por otro lado, la que ejerce con el apóstol Tomás, ya que por él viene otra vez al grupo de los Once para confirmar con su presencia, ante este incrédulo, que ha vencido a la Muerte y al pecado y que está Vivo y Glorificado.
Hay tantas cosas en la Palabra de Dios para alentar la necesidad de venir a Cristo como las hay para invitar al hombre inmoral a que abandone sus pecados, y acepte "la entrañable misericordia de nuestro Dios"(Lc 1,78). Si hay niños o jóvenes que deseen encontrar al Señor, esta promesa es especial para ellos, "Me hallan los que temprano me buscan" (Prov 8,17). Sí, inclusive para los pequeños hay tiernas palabras como estas: "Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan" (Mt 19,14).
Querida Madre de la Misericordia, intercede por nosotros, pobres pecadores, al buen Jesús, que, resucitado, ha abierto definitivamente las fuentes de la Misericordia Divina en favor de la humanidad, y danos la gracia de ser misericordiosos como lo eres Tú. Amén