Camino a la Beatificación

siguenos en facebook Canal de youtube siguenos en facebook

30 abril 2019

Mons. Urbanc en la misa del ámbito de la salud


“Jesucristo resignificó con su divino amor todo sufrimiento, dotándolo de capacidad humanizadora”

El lunes 29 de abril, segundo día del Septenario en honor a la #VirgendelValle, rindieron su homenaje el ámbito provincial y privado de la Salud: hospitales, sanatorios, institutos, Círculo Médico, Colegios Auxiliares de la Medicina: Colegio Médico, Farmacéutico, Odontológico, Kinesiólogos, Anestesistas, Psicólogos, Bioquímicos y demás; PAMI, Osep, Same, ECA y Emica; Pastoral de la Salud, Pastoral de las Adicciones y Servicio Sacerdotal de Urgencia.
La Sagrada Eucaristía, en la que se dio gracias por un nuevo aniversario de la dedicación del templo, fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Párroco de San Roque (La Chacarita), Pbro. Víctor Hugo Vizcarra, y el Capellán Mayor del Santuario Mariano, Pbro.
Lucas Segura.
Participaron autoridades del Ministerio de Salud provincial, encabezadas por el ministro, Dr. Ramón Figueroa Castellanos; el director del PAMI, Dr. Luis Fadel; el director del Same, Dr. Norberto Bazán, con un nutrido grupo de personal de ese servicio de emergencia; funcionarios municipales y del sector privado.
Los trabajadores del mundo de la Salud proclamaron la lectura del día y acercaron al
altar las ofrendas, consistentes en alimentos no perecederos, agua, entre otros elementos, que servirán para la atención de los hermanos peregrinos.
Durante su homilía, el Obispo le dio la bienvenida a los alumbrantes, rogando “que el Buen Dios les conceda cuantas gracias necesitan para llevar a cabo, con caridad y eficiencia, la tarea que a cada uno le compete en favor de los enfermos”.
Luego se refirió a la dedicación del templo, manifestando que “en este día, el calendario litúrgico nos propone que demos gracias a Dios por la dedicación de este templo, en el que nos congrega como una sola familia para alabarlo por su infinita bondad y
fidelidad, y donde nos alimenta con su Palabra, nos purifica con su Misericordia, nos sacia con la Eucaristía y nos envía a ser testigos activos de su Caridad. Le pediremos a santa Catalina de Siena, terciaria dominica y doctora de la Iglesia a la que se recuerda hoy, que nos ayude con su intercesión a amar de verdad al Papa y a la Iglesia”.
Asimismo, compartió “una breve reflexión con quienes están al servicio de los enfermos, como ayuda para internalizar lo que Jesús nos dice en uno de los items del protocolo del juicio final: ‘Estuve enfermo y me asistieron’”. En este sentido, dijo que “el mundo del dolor es muy vasto. Es como un
océano sin límite. Por profesión o vocación, hay personas que pasan su vida junto al sufrimiento, intentando aliviar sus diferentes formas: los médicos, los que trabajan en los hospitales, los psicólogos, los sacerdotes, los que trabajan en las prisiones, los asistentes sociales, etc. El sufrimiento toca a todos: ancianos, adultos, jóvenes, adolescentes, niños, ricos o pobres, cultos o incultos, negros o blancos, de tal o cual religión, etc.”.

Luego propuso el ejemplo de San Juan Pablo II, señalando que “hace ya 35 años san Juan Pablo II, en el contexto del Año de la Redención, nos propuso el tema del sufrimiento salvador de Jesucristo, como la única salida o luz para abordar el sentido de cualquier sufrimiento humano. Durante sus últimos años de pontificado aceptó el sufrimiento físico y moral de una penosa enfermedad y ofreció, como buen Pastor, la vida por sus ovejas, siendo muy consciente de la necesidad que él tenía de sufrir como Pastor de la Iglesia de Jesucristo”.
También mencionó al conocido logo-terapeuta, Viktor Frankl, quien habla del sentido, afirmando que “lo que da sentido y significado a toda vida humana es el amor”, e invitó a que “ante la enfermedad o el dolor de un ser humano tengamos una actitud muy respetuosa y religiosa, ya que Jesucristo, al haber asumido todos los límites humanos, resignificó con su divino amor todo sufrimiento, dotándolo de capacidad humanizadora”.
Por último pidió a “la Madre de los sufrientes, acompáñanos en las tribulaciones, ayúdanos a disipar las tinieblas del dolor, danos la sabiduría para encontrarle el sentido a nuestras enfermedades y que jamás cerremos nuestro corazón ante las personas que sufren en su cuerpo, en su siquis o en su alma. Que el dolor nunca nos sea indiferente; por el contrario, que lo descubramos como una oportunidad para reconfortar allí a tu sufriente Hijo divino, quien nos recuerda que lo que hicimos con un adolorido, se lo hicimos a Él”.

Al finalizar la celebración eucarística, el Obispo se trasladó hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo las ambulancias y móviles sanitarios, y a quienes los conducen y se trasladan en ellos.

Al finalizar la celebración eucarística, el Obispo se trasladó hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo las ambulancias y móviles sanitarios, y a quienes los conducen y se trasladan en ellos.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
En este segundo día del septenario rinden su homenaje a nuestra Madre del Valle hermanos que trabajan en el ámbito de la salud. A todos les damos nuestra cordial bienvenida, y que el Buen Dios les conceda cuantas gracias necesitan para llevar a cabo, con caridad y eficiencia, la tarea que a cada uno le
compete en favor de los enfermos.
La temática propuesta para esta jornada consiste en profundizar que con el bautismo dimos inicio a nuestra vida espiritual y que necesitamos afianzar día a día, a fin de que podamos alcanzar la meta para la que fuimos creados, es decir, la vida junto a Dios, eternamente.
En este día el calendario litúrgico nos propone que demos gracias a Dios por la dedicación de este templo, en el que nos congrega como una sola familia para alabarlo por su infinita bondad y fidelidad, y donde nos alimenta con su Palabra, nos purifica con su Misericordia, nos sacia con la Eucaristía y nos envía a ser testigos activos de su Caridad. Le pediremos a santa Catalina de Siena, terciaria dominica y doctora de la Iglesia a la que se recuerda hoy, que nos ayude con su intercesión a amar de verdad al Papa y a la Iglesia.
En primer lugar, compartiré una breve reflexión con quienes están al servicio de los enfermos, como ayuda para internalizar lo que Jesús nos dice en uno de los items del protocolo del juicio final: “Estuve enfermo y me asistieron” (Mt 25,36). El mundo del dolor es muy vasto. Es como un océano sin límite. Por profesión o vocación, hay personas que pasan su vida junto al sufrimiento, intentando aliviar sus diferentes formas: los médicos, los que trabajan en los hospitales, los psicólogos, los sacerdotes, los que trabajan en las prisiones, los asistentes sociales, etc. El sufrimiento toca a todos: ancianos, adultos, jóvenes, adolescentes, niños, ricos o pobres, cultos o incultos, negros o blancos, de tal o cual religión, etc. Hace ya 35 años san Juan Pablo II, en el contexto del Año de la Redención, nos propuso el tema del sufrimiento salvador de Jesucristo, como la única salida o luz para abordar el sentido de cualquier sufrimiento humano. Durante sus últimos años de pontificado aceptó el sufrimiento físico y moral de una penosa enfermedad y ofreció, como buen Pastor, la vida por sus ovejas (cf. Jn 10,11), siendo muy consciente de la necesidad que él tenía de sufrir como Pastor de la Iglesia de Jesucristo: «Nunca me he puesto la cruz pectoral del obispo con indiferencia. Es un gesto que hago siempre con la oración. Desde hace cuarenta y cinco años, la cruz está en a mi pecho, junto a mi corazón», decía. En un mundo que desconfía del valor del dolor, Juan Pablo II llevó su cruz con paciencia y alegría, consciente de su valor redentor, cuando está unido estrechamente a la Vid que es Cristo (cf. Jn 15,5).
El conocido logo-terapeuta, Viktor Frankl, afirma, con ciencia y experiencia, que «en la vida lo que importa no es si ha estado llena de placeres o de sufrimientos, sino si ha tenido un sentido». Y añade: «la existencia humana siempre se proyecta más allá de sí misma; se dirige hacia un sentido. En esta perspectiva, el hombre tiene que actuar en su existencia, no para conseguir el placer o el poder, ni por la realización de sí mismo, sino para alcanzar la plenitud de sentido».
Y lo que da sentido y significado a toda vida humana es el amor. Es lo que decía el gran teólogo Hans Urs von Balthasar: “Cuando se mira el mundo con los ojos del amor aparece como algo totalmente comprensible, porque el amor da la verdadera luz a la inteligencia para mirar en la justa dirección”, inspirado en la lacónica frase de San Agustín: «si amamos, vemos».          
Por eso, queridos hermanos, los invito a que ante la enfermedad o el dolor de un ser humano tengamos una actitud muy respetuosa y religiosa, ya que Jesucristo, al haber asumido todos los límites humanos, resignificó con su divino amor todo sufrimiento, dotándolo de capacidad humanizadora.
En segundo lugar, fijemos nuestra atención en los textos bíblicos proclamados: El texto de los Hechos de los Apóstoles nos orienta ante los avatares de la vida, ya que ante cada situación nueva, de la índole que sea, hemos de ponernos en oración, recurriendo a las enseñanzas de la Biblia puestas en diálogo con la realidad para iluminar y animar con la luz y la fuerza del Espíritu Santo. Así nos consideraremos felices porque nos refugiamos en el Señor y no habremos de temer a ningún poder humano o sobrehumano, puesto que Dios los destroza como a un vaso de arcilla.
El diálogo con Nicodemo nos invita a que cada uno, fruto de las celebraciones pascuales, estemos dispuestos a renacer permanentemente del agua de la penitencia y del Espíritu de la caridad, para testimoniar ante el mundo la inagotable misericordia de Dios, de manera que Él reine en todos los ámbitos donde late la vida humana.
Querida Madre de los sufrientes, acompáñanos en las tribulaciones, ayúdanos a disipar las tinieblas del dolor, danos la sabiduría para encontrarle el sentido a nuestras enfermedades y que jamás cerremos nuestro corazón ante las personas que sufren en su cuerpo, en su siquis o en su alma. Que el dolor nunca nos sea indiferente; por el contrario, que lo descubramos como una oportunidad para reconfortar allí a tu sufriente Hijo divino, quien nos recuerda que lo que hicimos con un adolorido, se lo hicimos a Él.
¡¡¡María, Madre de los enfermos, ruega por nosotros!!!
¡¡¡Señor de la Salud, ten piedad de nosotros!!!