Camino a la Beatificación

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02 diciembre 2022

Mons. Urbanč en el homenaje del Poder Ejecutivo

“Caminar, pensar, resolver y evaluar juntos es más fructuoso, educativo y duradero”

 

Dijo el obispo al referirse al tiempo de sinodalidad que transita la Iglesia y que es compatible con el ámbito secular. También rogó “que la amada Virgen del Valle les ayude a gobernar en favor del pueblo”.

 

Durante la noche del 1 de diciembre, tercer día del novenario en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, rindieron su homenaje el Poder Ejecutivo provincial y municipal, representado por el vicegobernador Ing. Rubén Dusso, entre otros funcionarios del Gobierno provincial, el Secretario de Gobierno de la Municipalidad de la Capital Dr. Fernando Monguillot, y miembros del Gabinete municipal.

Las honras a la Madre Morena se realizaron en la Santa Misa de las 21.00, presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por los sacerdotes que sirven en el Santuario, presbíteros Gustavo Flores -rector- y Ramón Carabajal -capellán-.

Los alumbrantes participaron de la liturgia proclamando la Palabra de Dios y acercando al altar los dones del pan y del vino.

Mons. Urbanč comenzó su homilía, como cada noche, saludando a quienes rendían homenaje a la Madre. En esta oportunidad expresó: “Que la amada Virgen del Valle los proteja de las insidias del mal y les ayude a gobernar y a administrar los recursos estatales en favor del pueblo, privilegiando a los más necesitados y vulnerables de la sociedad”.

Más adelante explicó: “Nos encontramos transitando junto con toda la Iglesia un tiempo de reflexión y praxis sinodal. Pero que no es privativo del ámbito de la fe, sino que también es afín al ámbito secular. Todos necesitamos de este estilo de construir la sociedad civil y religiosa… La esencia de la sinodalidad es caminar juntos, saber trabajar en equipo, potenciar la capacidad de escucha que es superior y más fecunda que el mero ver. Escuchar implica estar al lado del otro con disponibilidad empática, valorando lo que el otro dice o sugiere hasta con silencios o imprecisiones. El escuchar nos lleva al encuentro con el otro. En cambio el mero ver nos instala en nosotros mismos, en nuestra comodidad, en apreciaciones meramente subjetivas y expuestos a prejuicios condicionantes y a dar respuestas unilaterales”.

Y agregó: “Caminar, pensar, resolver y evaluar juntos podría parecer engorroso y poco eficaz; sin embargo, es más fructuoso, educativo y duradero. En una palabra, es más humano y humanizador. Exige que todos participen y presupone que cada uno tiene algo importante para aportar”.

Reflexionando sobre las lecturas proclamadas, exhortó: “A todos les repito la enseñanza de la Palabra de Dios, que nos legó el profeta Isaías, que nos dice que si queremos tener ciudades fuertes, sólidas y prósperas debemos dejar que Dios nos guíe en la construcción de sus murallas y baluartes, que son la familia, la educación, la salud, el trabajo, la justicia, la piedad, el orden, el servicio, el respeto, la corresponsabilidad, la honestidad, la lealtad, la confianza y el perdón”.

Pasando al pasaje del Evangelio que se leyó, dijo que “es particularmente iluminador cuando nos previene de un equívoco muy frecuente en la mayoría de los católicos que están convencidos de que son buenos hijos o hijas de Dios porque no se les cae de la boca pronunciar ‘Señor, Señor’, o ‘Viva la Virgen del Valle’ (…) pero no cumplen los mandamientos, es decir, no hacen la Voluntad de Dios que consiste en rezar, profundizar la fe con las buenas lecturas, transmitir la fe a los hijos con el ejemplo y las enseñanzas, participar de los sacramentos, en especial la Eucaristía, la Reconciliación y el Matrimonio, difundir la fe entre los que no la conocen, ocuparse de los pobres y desvalidos, sostener la obra evangelizadora de la Iglesia que la formamos todos…”.

“Querida Virgen del Valle -expresó el obispo hacia el final- la verdad que las palabras de Jesús nos descolocan, no nos caen bien, son muy duras y descarnadas. Nos cuesta comprenderlas. Por eso, Tú que eres la Inmaculada, ayúdanos a digerirlas y a lograr la conversión de la mente y el corazón que tanto necesitamos para que de verdad estemos cumpliendo con la voluntad salvífica y sanadora de nuestro Buen Padre Dios. Y, así, tener la paz en el corazón y la certeza de que vamos por buen camino hacia la Patria Celestial”.

Y concluyó rogando: “Madre amorosa, que no nos soltemos de tu mano, pues ella nos conduce hacia la verdadera y única felicidad que es la de estar para siempre en la presencia del Eterno Dios Amor, anhelo que tiene todo corazón humano, consciente o inconscientemente. ¡Mamá Achachita, que no nos soltemos de tu mano, que siempre te escuchemos y sigamos!”.

Hacia el final de la Eucaristía, toda la asamblea saludó a la Virgen con la oración y el canto, y recibió la bendición del pastor diocesano.

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos devotos y peregrinos:

En este tercer día de la novena rinden su homenaje a la Virgen el poder ejecutivo provincial y municipal junto con sus respectivos gabinetes. Bienvenidos a esta celebración. Que la amada Virgen del Valle los proteja de las insidias del mal y les ayude a gobernar y a administrar los recursos estatales en favor del pueblo, privilegiando a los más necesitados y vulnerables de la sociedad.

La temática propuesta para esta jornada nos llevó a reflexionar que ‘la Iglesia es un lugar de encuentro para todos’.

En esto tenemos el inobjetable ejemplo del mismo Dios que en su Hijo vino al encuentro de la herida humanidad por el pecado. Y lo hizo por medio del generoso Sí de la Virgen María. Las cuatro semanas de adviento que transitaremos nos estarán recordando este permanente venir a nuestro encuentro del Buen Padre Dios por medio del Espíritu Santo, llegando a su culmen en la celebración anual de la Navidad, primera venida del Hijo de Dios, hecho hombre, pero que nos quiere preparar para la segunda y definitiva, en la que vendrá como Juez para dar a cada quien de acuerdo sus méritos, a su fidelidad al llamado recibido desde el bautismo, que es el de ser santos, como Dios es santo (cf. Lev 19,2).

Nos encontramos transitando junto con toda la Iglesia un tiempo de reflexión y praxis sinodal. Pero que no es privativo del ámbito de la fe, sino que también es afín al ámbito secular. Todos necesitamos de este estilo de construir la sociedad civil y religiosa… La esencia de la sinodalidad es caminar juntos, saber trabajar en equipo, potenciar la capacidad de escucha que es superior y más fecunda que el mero ver. Escuchar implica estar al lado del otro con disponibilidad empática, valorando lo que el otro dice o sugiere hasta con silencios o imprecisiones. El escuchar nos lleva al encuentro con el otro. En cambio el mero ver nos instala en nosotros mismos, en nuestra comodidad, en apreciaciones meramente subjetivas y expuestos a prejuicios condicionantes y a dar respuestas unilaterales.

Caminar, pensar, resolver y evaluar juntos podría parecer engorroso y poco eficaz; sin embargo, es más fructuoso, educativo y duradero. En una palabra, es más humano y humanizador. Exige que todos participen y presupone que cada uno tiene algo importante para aportar.

A todos les repito la enseñanza de la Palabra de Dios, que nos legó el profeta Isaías, que nos dice que si queremos tener ciudades fuertes, sólidas y prósperas debemos dejar que Dios nos guíe en la construcción de sus murallas y baluartes (cf. Is 26,1), que son la familia, la educación, la salud, el trabajo, la justicia, la piedad, el orden, el servicio, el respeto, la corresponsabilidad, la honestidad, la lealtad, la confianza y el perdón.

Por tanto, “demos gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 117,1). Ser agradecidos es de bien nacidos. Y esta gratitud debe ser, en primer lugar, hacia el Buen Dios que nos dio la existencia y, sobre todo, porque nos hizo sus hijos por medio del bautismo y, aquí en Catamarca, mimados por la Santa Virgen del Valle.

El texto del Evangelio es particularmente iluminador cuando nos previene de un equívoco muy frecuente en la mayoría de los católicos que están convencidos de que son buenos hijos o hijas de Dios porque no se les cae de la boca pronunciar ‘Señor, Señor’, o ‘Viva la Virgen del Valle’, ‘Diosito ayúdame’, ‘voy a las procesiones’, ‘voy a la gruta’, ‘hago bendecir agua’, ‘le prendo todos los sábados un vela a la Virgen’, etc, pero no cumplen los mandamientos, es decir, no hacen la Voluntad de Dios que consiste en rezar, profundizar la fe con las buenas lecturas, trasmitir la fe a los hijos con el ejemplo y las enseñanzas, participar de los sacramentos, en especial la Eucaristía, la Reconciliación y el Matrimonio, difundir la fe entre los que no la conocen, ocuparse de los pobres y desvalidos, sostener la obra evangelizadora de la Iglesia que la formamos todos, iluminar y transformar las realidades sociales con los valores de la Fe cristiana, etc. Por eso volvamos a escuchar a Jesús, no a este obispo: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor ¿Acaso no profetizamos en tu nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre (aquí podríamos agregar cosas nuestras como: ¿acaso no presidí muchas fiestas en honor a la Virgen, hice colegios, visité pueblos, parajes, etc? o ¿Acaso no puse dineros para que se ponga en valor la Gruta de la Virgen, o para que se construyan salones, aulas, capillas, etc?). Entonces Yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí, apártense de Mí, ustedes los que hacen el mal’. De manera que, el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca» (Mt 7,21.24).

Querida Virgen del Valle, la verdad que las palabras de Jesús nos descolocan, no nos caen bien, son muy duras y descarnadas. Nos cuesta comprenderlas. Por eso, Tú que eres la Inmaculada, ayúdanos a digerirlas y a lograr la conversión de la mente y el corazón que tanto necesitamos para que de verdad estemos cumpliendo con la voluntad salvífica y sanadora de nuestro Buen Padre Dios. Y, así, tener la paz en el corazón y la certeza de que vamos por buen camino hacia la Patria Celestial.

Madre amorosa, que no nos soltemos de tu mano, pues ella nos conduce hacia la verdadera y única felicidad que es la de estar para siempre en la presencia del Eterno Dios Amor, anhelo que tiene todo corazón humano, consciente o inconscientemente. ¡Mamá Achachita, que no nos soltemos de tu mano, que siempre te escuchemos y sigamos! Amén.

¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!

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Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca