Camino a la Beatificación

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08 diciembre 2022

Imponente muestra de amor incondicional a la Madre del Valle

A pesar del intenso calor de la jornada, miles de peregrinos y devotos celebraron a la Inmaculada Concepción del Valle. El obispo pidió a la Virgen especialmente por las vocaciones al matrimonio y la vida consagrada.

 

Con el traslado de la Imagen de la Pura y Limpia Concepción del Valle desde el altar levantado en el Parque Adán Quiroga -desde donde presidió los actos litúrgicos en su honor a partir de la tarde del martes 6- hasta el lugar por donde pasarían sus hijos para homenajearla, acompañada por la imagen del Beato Mamerto Esquiú, a las 18.00 comenzó la tan esperada ceremonia mariana.

El agobiante calor no fue impedimento para que una enorme multitud de peregrinos y devotos de la Madre dijeran presente en una imponente manifestación de fe y amor. Así, comenzó el desfile ante Nuestra Señora del Valle y el Beato Mamerto Esquiú, de integrantes de parroquias, movimientos e instituciones eclesiales, organismos públicos, fuerzas de seguridad, agrupaciones gauchas, peregrinaciones de distintas provincias, misachicos, con sus respectivos estandartes o pancartas que los identificaban, portando imágenes de la Virgen y de sus santos patronos. Abundaron gestos que evidenciaban el amor filial de tantos hijos que la saludaban con pañuelos, emocionados, agradecidos, reconfortados. Niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos fueron pasando frente a la Sagrada Imagen. Personas en sillas de ruedas, familias con bebés en brazo o en cochecito, algunos arrodillándose frente a Ella y muchos con las cámaras de los celulares registraban estos momentos inolvidables.

Los rezos, cantos y meditaciones, que se escuchaban en todo el extenso óvalo del Parque, acompañaban este caminar de las delegaciones que transitaban por su perímetro.

Cuando restaban unos diez minutos para las 19.00 comenzó la Procesión con la Imagen cuatro veces centenaria de la Madre Morena, antecedida por la imagen del Beato Esquiú, y más adelante el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, sacerdotes, religiosos y religiosas y seminaristas. Detrás de Ella marchaban autoridades provinciales, encabezadas por el gobernador Lic. Raúl Jalil, los intendentes de Capital y de Fray Mamerto Esquiú, Dr. Gustavo Saadi y Dr. Guillermo Ferreyra, respectivamente, legisladores nacionales y provinciales, autoridades de las fuerzas de seguridad y pueblo en general.

Mientras tanto, usuarios de las redes sociales que transmitían la Solemne Procesión, expresaban su amor a la Virgen, elevaban ruegos y muchos, desde distintos puntos del país, lamentaban no haber podido llegar a Catamarca para estar junto a Ella.

Durante la marcha se fueron desgranando los misterios de la Luz del Santo Rosario, con reflexiones sobre los sacramentos del Bautismo, el Matrimonio y la Eucaristía, la misión y el discipulado de todos los cristianos, la sinodalidad y la oración, con ofrecimientos especiales y distintas intenciones, especialmente por el aumento de las vocaciones sacerdotales. Voces de niños y jóvenes se sumaron a las de quienes conducían esta ancestral convocatoria mariana, para rezar los padrenuestros, avemarías y glorias, como otras oraciones, en medio de vivas y cantos jubilosos.

Luego de recorrer el contorno del óvalo del Parque, la imagen fue llevada nuevamente al altar levantado en la parte norte, luego de más de una hora de marcha. La multitud, por su parte, se fue concentrando en medio de la elipse frente al altar.

Se rezó la Oración por la Patria y se anunció que más de 140.000 peregrinos habían ingresado hasta las 14.00.

 

Alocución final del Obispo

 

En el comienzo de su mensaje, Mons. Urbanč se refirió a los peregrinos que llegaron a los pies de la Madre caminando, en bicicleta, en silla de ruedas… “Escucha, por favor sus ruegos, otórgales las gracias que necesitan para fortalecer la fe y la esperanza y reavivar el amor. Que vuelvan alegres y serenos a sus hogares y que los suyos estén bien. Acompaña en su regreso a todos los que vinieron a renovarte su amor incondicional y a adorar a tu Divino Hijo, Jesucristo”, expresó.

Luego pidió por una abundante lluvia, tan necesaria en estos días. Y a continuación oró a la Virgen así: “Te suplico que ayudes a toda la Iglesia Católica a renovarse con espíritu fraterno y sinodal, como nos está alentando el Papa Francisco. Que seamos dóciles a las mociones del Espíritu Santo para saber discernir, personal y comunitariamente, aquello que debemos hacer en orden a sanar y cuidar el mundo que nos ha sido confiado como don y tarea”. Y agregó: “Es por eso que, como Iglesia diocesana, le queremos hacer a Jesús el regalo de que, en la conmemoración de los 2000 años de la Redención (año 2033), estaremos siendo la Iglesia sinodal que el soñó e hizo nacer de su corazón traspasado por la lanza y que permanece abierto para recibirnos dentro de Él”.

Seguidamente repasó el trabajo realizado en las distintas instancias diocesanas para “ejercitarnos y capacitarnos en el estilo sinodal que debe tener no sólo la Iglesia sino toda la humanidad, creada a imagen de la Trinidad”, señaló.

“Pero hay algo muy importante que quiero confiarte a tu corazón de Madre: Las Vocaciones al sacramento del Matrimonio y a la consagración total a Dios en el sacerdocio ministerial la vida consagrada y misionera”, manifestó, acotando: “Queremos, en los tres años venideros, hacer tomar conciencia de que todos somos fruto de un llamado de Dios, primero a la existencia y luego a una vida cristiana santa por el bautismo. Para esto nos valemos de la palabra VOCACIÓN. Sin embargo, no todo queda allí, puesto que Dios ha dispuesto para cada uno una misión, una tarea para colaborar con Él en su obra creadora, redentora y santificadora”, indicó.

Después imploró a la Virgen “que nos ayudes a erradicar de nuestros corazones todo tipo de violencia, puesto que es una de las percepciones que más se ha resaltado en las diversas etapas de escucha. Constatamos que la violencia es pandémica, y que sin la ayuda de Dios y de la puesta en práctica de los valores del Evangelio, nos será imposible doblegarla y transformarla en energía creativa… Que aprendamos de Ti y de Jesús a ser mansos, pacíficos, tolerantes, pacientes, magnánimos, dialogantes, perdonadores, conciliadores y humildes para que de verdad podamos construir un mundo nuevo de amor, verdad y paz, donde no haya excluidos, descartados, explotados y marginados”.

“En fin, permítenos entrecruzar contigo una última mirada, de esas que sólo se dan entre madre e hijo, ésa que nos permite soñar, creer y seguir luchando día a día, ésa en la que nos confiamos un último pedido o un más sentido ‘gracias’, ésa que hace estallar una bella lágrima, ésa que nos asegura que nos volveremos a ver” concluyó.

A continuación se entonaron el Himno Nacional y el Himno a Catamarca interpretados por la Banda de Música de la Policía de la Provincia.

Luego se impartió la bendición con indulgencia plenaria para quienes hayan recibido los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.

Entre vivas y cantos, pañuelos y banderas flameando, corazones palpitantes y lágrimas de emoción por el encuentro con la Madre, la Sagrada Imagen fue llevada hasta su Camarín donde recibe el cariño permanente de sus hijos.

 

TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE FINAL

Querida Madre del Valle:

Otra vez nos encontramos en el trance de tener que despedirnos de Ti. Nos iremos físicamente, pero Tú sabes que nuestros corazones se quedan contigo y que Tú corazón se viene con cada uno de nosotros. Gracias Madre por ser así de buena, así de madre, amiga y hermana. Sólo Tú conoces cuántos y quiénes de tus hijos vinieron caminando, en silla de ruedas y en bicicleta. Escucha, por favor sus ruegos, otórgales las gracias que necesitan para fortalecer la fe y la esperanza y reavivar el amor. Que vuelvan alegres y serenos a sus hogares y que los suyos estén bien. Acompaña en su regreso a todos los que vinieron a renovarte su amor incondicional y a adorar a tu Divino Hijo, Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos.

Casi como un reclamo te pido que arranques del corazón del Buen Dios la abundante lluvia que necesitan nuestros sedientos campos y agotados manantiales. Sí, Madre, no la merecemos, pero la necesitamos. Y Tú sabes, mejor que cualquiera, que no se debe privar a nadie de lo necesario para su digna subsistencia, más allá de sus méritos. La fe que Tata Dios nos regaló y que te confió que nos la cuides, nos enseña que Él nos ama y cuida, sencillamente, porque es Padre, y no porque seamos más o menos obedientes, al menos así nos lo enseña su Hijo y hermano nuestro, Jesús: “Dios hace salir el sol sobre buenos y malos, y caer la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,45). Aquí nada de meritocracia. Todo es Amor.

Te suplico que ayudes a toda la Iglesia Católica a renovarse con espíritu fraterno y sinodal, como nos está alentando el Papa Francisco. Que seamos dóciles a las mociones del Espíritu Santo para saber discernir, personal y comunitariamente, aquello que debemos hacer en orden a sanar y cuidar el mundo que nos ha sido confiado como don y tarea.

Es por eso que, como Iglesia diocesana, le queremos hacer a Jesús el regalo de que, en la conmemoración de los 2000 años de la Redención (año 2033), estaremos siendo la Iglesia sinodal que él soñó e hizo nacer de su corazón traspasado por la lanza y que permanece abierto para recibirnos dentro de Él. Tú sabes cuánto se ha trabajado a lo largo de casi dos años en parroquias, instituciones, movimientos, decanatos y diócesis para ejercitarnos y capacitarnos en el estilo sinodal que debe tener no solo la Iglesia sino toda la humanidad, creada a imagen de la Trinidad.

Pero hay algo muy importante que quiero confiarte a tu corazón de Madre: Las Vocaciones al sacramento del Matrimonio y a la consagración total a Dios en el sacerdocio ministerial la vida consagrada y misionera.

Queremos, en los tres años venideros, hacer tomar conciencia de que todos somos fruto de un llamado de Dios, primero a la existencia y luego a una vida cristiana santa por el bautismo. Para esto nos valemos de la palabra VOCACIÓN. Sin embargo, no todo queda allí, puesto que Dios ha dispuesto para cada uno una misión, una tarea para colaborar con Él en su obra creadora, redentora y santificadora. Tú lo sabes muy bien porque, por medio del ángel, te pidió tu libre consentimiento y cooperación en la Encarnación de su Hijo. Tú has escuchado, y has respondido. Al igual que Samuel, Judit, Jeremías, los apóstoles, el Beato Esquiú, etc. Así nos toca a cada uno de nosotros, en especial, nuestros niños y jóvenes. Ayúdanos a darnos cuenta de lo bello que es ser llamados personalmente por el mismo Dios y cuanto más gratificante es, si le respondemos con un ‘Sí’ generoso e incondicional como el tuyo. Que no tengamos miedo de responderle a Dios: “Que se cumpla en mí tu designio” (Lc 1,38).

Por último, quiero pedirte, con el corazón en la mano, que nos ayudes a erradicar de nuestros corazones todo tipo de violencia, puesto que es una de las percepciones que más se ha resaltado en las diversas etapas de escucha. Constatamos que la violencia es pandémica, y que sin la ayuda de Dios y de la puesta en práctica de los valores del Evangelio, nos será imposible doblegarla y transformarla en energía creativa… Que aprendamos de Ti y de Jesús a ser mansos, pacíficos, tolerantes, pacientes, magnánimos, dialogantes, perdonadores, conciliadores y humildes para que de verdad podamos construir un mundo nuevo de amor, verdad y paz, donde no haya excluidos, descartados, explotados y marginados.

En fin, permítenos entrecruzar contigo una última mirada, de esas que sólo se dan entre madre e hijo, ésa que nos permite soñar, creer y seguir luchando día a día, ésa en la que nos confiamos un último pedido o un más sentido ‘gracias’, ésa que hace estallar una bella lágrima, ésa que nos asegura que nos volveremos a ver.

Y ahora, Madre Morenita del Valle, para que este momento sea más llevadero todos te cantaremos Adiós Reina del Cielo, Madre del Salvador…

Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca