Camino a la Beatificación

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04 diciembre 2023

En el 4º día del novenario

Servidores del Santuario rindieron su homenaje a la Madre Morena

 

En nombre de todos los devotos y peregrinos y mío propio, les agradezco su humilde, generosa y perseverante colaboración eclesial”, dijo el Obispo a los Servidores. También rezó por los médicos en su día.

 

En la noche del sábado 2 de diciembre, rindieron su homenaje a la Virgen del Valle Servidores y Colaboradores del Santuario Catedral: Sacerdotes, Seminaristas, Damas de la Virgen, Ministros Extraordinarios de la Comunión, Equipo de Liturgia, Comunicadores de María, Sacristanes, Guardianes de la Virgen, Colectores, Florería, Secretaría, Hospedaje del Peregrino, Sala de Promesas, Servidores Marianos, Servidores del Beato Mamerto Esquiú, Voluntarios de María Solidaria, Consagrados de María, Servidores de la Salud (Cadena de la Virgen), Equipo de Historia y Redacción de la Revista Stella,  Museo de la Virgen, Músicos y Coros, Archivo, Grupos de Oración del Santo Rosario, Santería Madre Morena, Custodios y Protocolo, Apostolado de la Oración, y Vicaría Diocesana de Asuntos Económicos de la diócesis.

La Santa Misa fue presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el capellán del Santuario mariano, presbítero Ramón Carabajal.

En el comienzo de su homilía, Mons. Urbanč dedicó unas palabras a los alumbrantes de esta celebración. “Desde ya, en nombre de todos los devotos y peregrinos y mío propio, les agradezco su humilde, generosa y perseverante colaboración eclesial”. Y a continuación se refirió a la celebración que una hora antes había realizado en el solar de la Gruta de Choya, al que declaró oficialmente como Santuario. “Realmente un mimo más de Dios y la Virgen a sus hijos” consideró, y agregó: “No me cabe la menor duda que las gracias divinas lloverán abundantes sobre aquéllos que concurran piadosamente a adorar a Dios y venerar a la santa Madre de nuestro Señor Jesucristo”. Entonces pasó a realizar algunas recomendaciones espirituales y prácticas a cuantos peregrinan a ese Santuario”.

 

Aprender a esperar

Después se refirió al tiempo litúrgico del Adviento que se inicia. “Nueva oportunidad para que aprendamos a esperar, para que aprendamos a vivir esperando, para que no pretendamos obtener enseguida lo que queremos, aunque se trate de Dios y de la visión de su rostro; es el tiempo del intervalo, de la capacidad de hacer, mientras tanto, una pausa, una especie de suspensión de reclamos y de la pretensión de obtener inmediatamente lo deseado”, manifestó

Luego meditó sobre las lecturas proclamadas. En relación con el Evangelio, en el que Jesús les dice a sus discípulos que estén prevenidos porque no saben cuándo llegará el momento final, Mons. Urbanč se refirió a “la exhortación a la vigilancia, en especial ante la expectativa del fin o de acontecimientos inesperados. Lo contrario de esta actitud es quedarse dormidos en sentido metafórico, que habla de una actitud irresponsable por parte de quien debe vigilar”. Después de algunas consideraciones, señaló que “Jesús desea vitalizar a una comunidad para que no esté obsesionada con el deseo de conocer el final, sino que se preocupe por vivir y discernir tiempos y momentos en la escucha y la obediencia (…) Ciertamente es una espera continua e intensa, pero no ansiosa ni temerosa, sino llena de confianza, serenidad, alegría y responsabilidad”.

Como cada noche, cerró su homilía invocando a la Virgen: “Querida Madre del Valle, Virgen de la Esperanza, ayúdanos a ser discípulos-misioneros de Jesucristo para que el mundo tenga vida plena en Él, y puedan reinar la paz, la fraternidad, el respeto, la justicia, la verdad y el amor en esta tierra que se nos dio como ‘don y tarea’. Te agradecemos que estés siempre con nosotros, sosteniéndonos con la Esperanza en tantos momentos de zozobra, dolor y oscuridad. Enséñanos a confiar más en Jesucristo, que está viniendo al encuentro de cada uno de nosotros para llegar el día y la hora menos pensada; que nos encuentre ocupados haciendo tarea que Dios nos encomendó, de manera que podamos ir a contemplarte en el cielo deseado. Socorre tierna Madre a todos tus hijos que están peregrinando para que logren llegar y te honren, depositando en tu corazón todos sus deseos y necesidades, como la de tantos de quienes traen sus pedidos”.

En el momento de las ofrendas, los alumbrantes acercaron al altar donaciones destinadas a la atención de los peregrinos, y el pan y el vino.

Antes de la bendición final del Obispo, toda la asamblea alabó a Virgen con el canto.

Al finalizar la celebración litúrgica, se llevó a cabo el homenaje de los folcloristas a la Madre del Valle.

#FiestasMarianas2023

#VirgenDelValleCatamarca 

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos devotos y peregrinos:

Durante esta jornada teníamos que evaluar hasta qué punto somos conscientes y estamos viviendo nuestra “vocación bautismal, como un llamado de Dios a amar y servir”. ¡Que la Virgen Santa nos siga acompañando en esta sublime misión!

En esta celebración rinden su homenaje a la Madre de Dios, todos los que prestan algún servicio en este Santuario Mariano. Desde ya, en nombre de todos los devotos y peregrinos y mío propio, les agradezco su humilde, generosa y perseverante colaboración eclesial.

Hace una hora, en solemne Eucaristía, he declarado el solar de la Gruta de Choya, como Santuario a perpetuidad. Realmente un mimo más de Dios y la Virgen a sus hijos. No me cabe la menor duda que las gracias divinas lloverán abundantes sobre aquéllos que concurran piadosamente a adorar a Dios y venerar a la santa Madre de nuestro Señor Jesucristo.

A todos los que peregrinen al Santuario de la Gruta de Choya les ruego encarecidamente que lo hagan con fe viva, respeto, orden, espíritu penitencial y de oración, y abiertos a los hermanos que encuentren en el camino y allí. Aprovechen para acercarse al sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía. Tómense su tiempo para adorar a Jesucristo en la Eucaristía. Recen el santo Rosario y mediten sin apuro la Palabra de Dios. Así, Dios rasgará el cielo y descenderá con una lluvia de bendiciones (cf. Is 45,8; 63,19).

Con esta celebración eucarística damos inicio al tiempo litúrgico del Adviento. Nueva oportunidad para que aprendamos a esperar, para que aprendamos a vivir esperando, para que no pretendamos obtener enseguida lo que queremos, aunque se trate de Dios y de la visión de su rostro; es el tiempo del intervalo, de la capacidad de hacer, mientras tanto, una pausa, una especie de suspensión de reclamos y de la pretensión de obtener inmediatamente lo deseado. Tiempo del deseo insatisfecho.

En este primer domingo de adviento se nos invita a considerar la última y definitiva venida de Jesús. Levantamos la vista hacia el futuro para tomar conciencia de que lo mejor viene de allá, porque viene de Dios o, mejor dicho, porque Dios viene a nosotros. El presente puede ser dramático, como el de Israel en la primera lectura; o lleno de dones y gracias, como el de los Corintios de la segunda lectura. Pero siempre hay que estar atentos y abiertos a lo que viene, a lo que Dios nos tiene preparado. Por ello, el reiterado pedido de Jesús en el evangelio de hoy: estén prevenidos, despiertos, vigilantes, atentos al futuro. Que la Esperanza esté viva. Que vivamos en la Esperanza. Que la Esperanza esté impregnada de alegría.

Al inicio ‘adviento’ (del latín adventus) significaba la primera visita oficial de un personaje importante con motivo de su llegada al poder o de la toma de posesión del cargo. En el ámbito del culto hacía referencia a la venida anual de la divinidad a su templo para visitar a sus fieles. Notemos entonces que en su significado original la palabra adviento se refiere a una llegada, a un advenimiento, a una venida, una presencia.

En la esfera litúrgica el eje organizador del adviento es la venida del Señor, su llegada, su Presencia. El Papa Benedicto XVI, explicaba: "con la palabra adviento se pretendía sustancialmente decir: Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos. Aunque no lo podemos ver y tocar como sucede con las realidades sensibles, Él está aquí y viene a visitarnos de múltiples maneras. El significado de la expresión ‘adviento’ comprende también el de visita; en este caso se trata de una visita de Dios: Él entra en mi vida y quiere dirigirse a mí" (Benedicto XVI, Homilía del 30-11-2009).

Ahora bien, El que viene es, en realidad, el mismo que ya vino. Es la doble venida del Señor que reflejan los prefacios del Adviento. La primera en la humildad de la carne; la segunda y definitiva en la gloria. No se trata de un juego de palabras sino de la misma esencia de la liturgia y del misterio cristiano. Cabe señalar que toda celebración litúrgica lleva consigo tres dimensiones: el pasado, en un presente, para un futuro. El adviento nos da ocasión casi material de percibir la superposición, una en otra, de estas tres dimensiones. Es el tiempo ideal para entrar plenamente en la teología viva de la liturgia. Adviento es el tiempo que, partiendo del hecho ya ocurrido de la primera venida, orienta no solo a la segunda, última y definitiva venida sino también a la venida sacramental en la liturgia, donde se actualiza la primera y se anticipa la segunda.

A esta doble venida corresponden dos dimensiones de la espera: de la Navidad y la de la Parusía, que la liturgia del Adviento tiene que proponerlas juntas pues es imposible presentar una sin la otra. Pero en la sucesión de los cuatro domingos se va dando un progresivo paso de la acentuación puesta en la Segunda y definitiva venida al fin de los tiempos (más clara en 1er. Domingo y menos en el 2do.) a la Primera venida en la Encarnación y Navidad (3er. y 4to. Domingos).

Por tanto, el Adviento nos invita a esperar su venida definitiva al fin del tiempo, y a prepararnos para celebrar su primera venida al nacer en Belén con el gozo de saber que Él viene permanente a nuestros corazones.

La enseñanza dada por san Pablo en la 1° carta a los Corintios es muy valiosa para descubrir el espíritu del adviento, que nos invita a no apegarnos tanto al presente, aunque abunde la gracia; para vivir en tensión hacia el futuro donde se dará la comunión plena con Cristo; al mismo tiempo que nos anima a perseverar en el presente confiando en la fidelidad de Dios.

Es importante tener en cuenta esta tensión escatológica de la fe por cuanto que, junto a la certeza de que Cristo está presente, está la certeza de que Cristo vendrá. Pablo cree en Jesús presente y operante en su vida, pero también lo espera como el que vendrá. El Señor que se le apareció camino a Damasco es Jesús Resucitado que está junto al Padre. De allí vendrá, y Pablo vive esperándolo. Y como se demora, entonces Pablo suspira por alcanzarlo después de su muerte. Vale decir que la experiencia de Damasco lo abrió a una esperanza viva, a un ardiente deseo de estar con Cristo, como lo dice expresamente en Flp 1,20-25 y 3,10-14.

En el texto del Evangelio (Mc 13,33-37), Jesús compara la situación del cristiano en este mundo con la de un “portero”, que debe estar atento a la llegada de su señor. El caracú de la parábola del portero (13,34-36) es la llegada imprevista de su señor, lo que obliga al portero a permanecer despierto, en vigilia, esperando su llegada.

En el Nuevo Testamento es bastante frecuente la exhortación a la vigilancia, en especial ante la expectativa del fin o de acontecimientos inesperados (cf. Mt 24,42-44; 25,13; 26,38-41; 1Tes 5,6). Lo contrario de esta actitud es quedarse dormido (καθεύδω en v.37), en sentido metafórico que habla de una actitud irresponsable por parte de quien debe vigilar. Es lo mismo que les sucedió a los apóstoles en Getsemaní (cf. Mc 14,37.40).

Desde esta perspectiva es bueno que no sepamos ni el día ni la hora del momento final. En efecto, no se indica la hora porque todas las horas son buenas para abrirse al Evangelio, de manera que comprometa la existencia. Jesús desea vitalizar a una comunidad para que no esté obsesionada con el deseo de conocer el final, sino que se preocupe por vivir y discernir tiempos y momentos en la escucha y la obediencia. Y esto en la espera de la última cita que nos introducirá definitivamente en el Reino. Ciertamente es una espera continua e intensa, pero no ansiosa ni temerosa, sino llena de confianza, serenidad, alegría y responsabilidad.

Querida Madre del Valle, Virgen de la Esperanza, ayúdanos a ser discípulos-misioneros de Jesucristo para que el mundo tenga vida plena en Él, y puedan reinar la paz, la fraternidad, el respeto, la justicia, la verdad y el amor en esta tierra que se nos dio como ‘don y tarea’.

Te agradecemos que estés siempre con nosotros, sosteniéndonos con la Esperanza en tantos momentos de zozobra, dolor y oscuridad.

Enséñanos a confiar más en Jesucristo, que está viniendo al encuentro de cada uno de nosotros para llegar el día y la hora menos pensada; que nos encuentre ocupados haciendo tarea que Dios nos encomendó, de manera que podamos ir a contemplarte en el cielo deseado.

Socorre tierna Madre a todos tus hijos que están peregrinando para que logren llegar y te honren, depositando en tu corazón todos sus deseos y necesidades, como la de tantos de quienes traen sus pedidos. Amén.

#FiestasMarianas2023

#VirgenDelValleCatamarca

Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat