“Los comunicadores sociales tienen un rol muy valioso, instando a los destinatarios e interlocutores a abrir sus mentes y corazones al amor misericordioso de Dios”, dijo el Obispo, en torno al Año Jubilar como tiempo de gracia para nuestra conversión.
En la noche del viernes 29 de
noviembre, primer día de la Novena en honor de la Pura y Limpia Concepción del
Valle, rindieron su homenaje los medios de comunicación social estatales,
privados y eclesiales, y la Pastoral de Comunicación Social.
La Santa Misa fue presidida
por el obispo diocesano Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el rector y el
capellán del Santuario Catedral, padres Gustavo Flores y Ramón Carabajal,
respectivamente; y el párroco de San Isidro Labrador, padre Javier Grosso.
Como ocurre en cada fiesta
mariana, los comunicadores sociales participaron en los distintos momentos de
la Liturgia, guiando la celebración, proclamando la Palabra de Dios, elevando
las plegarias en las que se pidió por la Iglesia, el Papa Francisco, nuestro
Obispo Luis y sacerdotes, y de manera particular por quienes trabajan en el
ámbito de la Comunicación Social, por quienes están sin trabajo y los que pasan
necesidad, por los que están enfermos o se sienten solos, y por aquellos que ya
partieron de nuestro lado. En el momento de la preparación de la mesa eucarística
acercaron las ofrendas consistentes en elementos para la atención de los
peregrinos, otros simbólicos que representan la tarea que realizan y el pan y
el vino.
“Que
la Virgen Santa escuche las plegarias y deseos de sus corazones”
En el inicio de su homilía,
Mons. Urbanč dio la bienvenida a los alumbrantes y pidió “que la Virgen Santa
escuche las plegarias y deseos de sus corazones”.
Al reflexionar sobre el tema
de esta primera jornada que “nos lleva a considerar el Año Jubilar como un
tiempo de especial gracia para nuestra conversión”, invitó a que “tratemos de
disponernos bien a este don divino para que, cada uno y todos juntos, nos
acerquemos más a Dios, de manera que la fe cristiana se expanda a más gente que
se vea atraída por Cristo por lo que aprecie en nosotros de coherencia entre fe
y vida”.
“En esto -continuó-, ustedes,
los comunicadores sociales, tendrán un rol muy valioso, a fin de que insten a
los destinatarios e interlocutores a abrir sus mentes y corazones al amor
misericordioso de Dios. Su tarea será más fecunda si primero ustedes hacen ese
acercamiento humilde y sincero a Dios, fuente de todo Bien, Verdad y Libertad.
El secreto de la eficacia está en ser testigos de una experiencia vivida con
antelación”.
Tomando la Palabra de Dios
proclamada, afirmó: “Hoy, Jesús nos invita a ver las señales que se muestran en
nuestro tiempo, quizás más parecidas a lo indescifrable de la lectura del
Apocalipsis, que a lo más obvio del Evangelio, y, a reconocer en ellas la
cercanía del Reino de Dios. La invitación es para que fijemos nuestra mirada en
la higuera u otros árboles (cf. Lc 21,29) y percibir lo que sucede en ellos:
«saben que el verano está cerca» (Lc 21,30)”.
Tras profundizar en su reflexión
citando a Benedicto XVI, santa Teresa de Jesús y San Juan Pablo II, pidió: “Querida
Madre del Valle, ayúdanos a interpretar las señales que nos depara la vida
presente y que, con esperanza, cooperemos con el Reino de Dios que ya obra y
seguirá obrando en el mundo. Que seamos instrumentos de paz, diálogo y
reconciliación. Que tengamos una mirada y corazón puros. Que nuestras almas se
consuman y anhelen los atrios del Señor, y nuestros corazones se gocen en el
Dios vivo; y que nos sintamos dichosos de vivir en la Casa del Señor,
alabándolo siempre, encontrando en Él nuestro baluarte y nuestra fuerza”.
Antes de la bendición final,
el Obispo bendijo los elementos de trabajo con los que desempeñan sus tareas
los comunicadores, y luego todos juntos alabaron a la Madre Santísima con el
canto en esta jornada de gracia junto a Ella.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos
devotos y peregrinos:
Nos hemos congregado para
iniciar la Novena en honor a nuestra Madre Morena del Valle, la Pura y Limpia
Concepción.
Desde hace dos horas su
Sagrada Imagen ocupa su lugar de honor en este presbiterio para escuchar más de
cerca las súplicas de sus hijos e hijas, como también las sentidas acciones de
gracias por favores recibidos.
¡Cuántas lágrimas de dolor y
alegría tendrá que enjugar en estos días, y presentarlas cual verdaderas perlas
ante su Hijo Jesús! Esta es la riqueza de un pueblo creyente que ora, alaba y
canta a Dios.
Hoy rinden su homenaje
operadores de los medios estatales, privados y eclesiales de comunicación,
también la Pastoral diocesana de Comunicación Social. Bienvenidos a esta
celebración, que la Virgen Santa escuche las plegarias y deseos de sus
corazones.
El tema de esta primera
jornada nos lleva a considerar el Año Jubilar como un tiempo de especial gracia
para nuestra conversión. Tratemos de disponernos bien a este don divino para
que, cada uno y todos juntos, nos acerquemos más a Dios, de manera que la fe
cristiana se expanda a más gente que se vea atraída por Cristo por lo que
aprecie en nosotros de coherencia entre fe y vida.
En esto, ustedes los
comunicadores sociales, tendrán un rol muy valioso, a fin de que insten a los
destinatarios e interlocutores a abrir sus mentes y corazones al amor
misericordioso de Dios. Su tarea será más fecunda si primero ustedes hacen ese
acercamiento humilde y sincero a Dios, fuente de todo Bien, Verdad y Libertad.
El secreto de la eficacia está en ser testigos de una experiencia vivida con
antelación.
Hoy, Jesús nos invita a ver
las señales que se muestran en nuestro tiempo, quizás más parecidas a lo
indescifrable de la lectura del Apocalipsis, que a lo más obvio del Evangelio,
y, a reconocer en ellas la cercanía del Reino de Dios. La invitación es para
que fijemos nuestra mirada en la higuera u otros árboles (cf. Lc 21,29) y
percibir lo que sucede en ellos: «saben que el verano está cerca» (Lc 21,30).
Según Benedicto XVI, «la
Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo». En efecto,
«realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo». Esa
Palabra viva que nos muestra el verano como señal de proximidad y de
exuberancia de la luminosidad, que es propio de la Luz: «Cuando vean que sucede
esto, sepan que el Reino de Dios está cerca» (Lc 21,31). En ese sentido,
«ahora, la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene
un rostro que podemos ver: Jesús de Nazaret».
La comunicación de Jesús con
el Padre fue perfecta; y todo lo que Él recibió del Padre, nos lo dio a
conocer, lo compartió. De este modo, la cercanía del Reino de Dios, que
manifiesta la libre iniciativa de Dios que viene a nuestro encuentro, debe
movernos a reconocer la proximidad del Reino, para que también nosotros nos
comuniquemos con el Padre por medio de la Palabra del Señor, reconociendo en todo
ello la realización de las promesas del Padre, en Cristo Jesús.
Decía santa Teresa de Jesús:
«La verdad padece, pero no perece». Y el Papa Francisco: «El tiempo no es una
realidad ajena a Dios. El tiempo ha sido “tocado” por Cristo, el Hijo de Dios y
de María, y ha recibido de Él significados nuevos y sorprendentes: se ha
convertido en el “tiempo salvífico”, es decir, el tiempo definitivo de
salvación y de gracia». Y el Cat. de la Iglesia Católica, nº 2.816: «El Reino
de Dios está ante nosotros. Se aproxima en el Verbo encarnado, se anuncia a
través de todo el Evangelio y llega en la Muerte y la Resurrección de Cristo.
Si hablara como los profetas,
les diría que estamos a punto de contemplar un gran brote en la Iglesia, sino
vean los signos de los tiempos (cf. Mt 16,3). Pronto ocurrirán cosas muy
importantes. No tengan miedo. Permanezcan en su sitio. Siembren con entusiasmo.
Después podrán recoger hermosas gavillas (cf. Sal 126,6). Es verdad que el
enemigo continuará sembrando cizaña. El mal no quedará separado hasta el fin de
los tiempos (cf. Mt 13,30). Pero el Reino de Dios ya está entre nosotros. Y se
abre paso con mucho esfuerzo (cf. Mt 11,12).
El Papa San Juan Pablo II nos
lo decía al inicio del tercer milenio: «Duc in altum» (cf. Lc 5,4). A veces
tenemos la sensación de no hacer nada provechoso, o incluso de retroceder. Pero
estas impresiones pesimistas proceden de cálculos demasiado humanos, o de la
mala imagen que malévolamente difunden de nosotros algunos medios de
comunicación. La realidad escondida, que no hace ruido, es el trabajo constante
realizado por todos con la fuerza que nos da el Espíritu Santo.
Por eso concluyo con las
esperanzadoras palabras de Ap 21,1-2: “vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, preparada
como una esposa que se ha adornado para su esposo”.
Querida Madre del Valle,
ayúdanos a interpretar las señales que nos depara la vida presente y que, con
esperanza, cooperemos con el Reino de Dios que ya obra y seguirá obrando en el
mundo. Que seamos instrumentos de paz, diálogo y reconciliación. Que tengamos
una mirada y corazón puros. Que nuestras almas se consuman y anhelen los atrios
del Señor, y nuestros corazones se gocen en el Dios vivo; y que nos sintamos
dichosos de vivir en la Casa del Señor, alabándolo siempre, encontrando en Él
nuestro baluarte y nuestra fuerza. Amén.
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