“El educador tiene que transmitir y testimoniar la esperanza”, dijo padre Lucas Segura, Vicario para la Educación.
El martes 29 de abril, tercer
día del Septenario en honor de Nuestra Madre del Valle, durante la Santa Misa
de las 20.00, se rezó especialmente por las autoridades y empleados del Ministerio
de Educación, Educación estatal, Municipal, Privada, Social y Cooperativa, docentes
en actividad, docentes jubilados, Docentes Jubilados Autoconvocados, gremios
docentes, Vicaría Episcopal para la Educación y Centro Educativo y Cultural
Diocesano (Ceculd) Virgen del Valle.
La Eucaristía fue presidida
por el padre Lucas Segura, Vicario Episcopal para la Educación, y concelebrada
por el padre Juan Ramón Cabrera, rector del Santuario Catedral.
Participaron representantes legales,
directivos y docentes de las instituciones educativas y demás alumbrantes, quienes
se dieron cita en el Santuario mariano para honrar a la Reina del Valle.
Al comienzo de su homilía, el
padre Segura transmitió el saludo de nuestro obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč,
quien por razones de salud no pudo presidir esta celebración eucarística.
Luego se refirió a Santa
Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, a quien la Iglesia celebra
en este día, afirmando que “providencialmente, hoy la Iglesia nos propone el
ejemplo de esta santa y nos viene muy bien reflexionar sobre su vida, su ejemplo,
dado que estamos rindiendo homenaje, el ámbito educativo. Lo llamativo de Santa
Catalina de Siena es que no tenía una educación formal, era considerada en analfabeta.
Sin embargo, tuvo un conocimiento de Dios muy especial, es un conocimiento
místico que no se puede expresar con palabras, a veces con imágenes, con
poesía. Es un tipo de conocimiento muy especial que Dios le concede a algunas
personas. Si leemos sus obras y escritos, no nos podríamos imaginar que no tuvo
una educación formal, sistemática. Sin embargo, la Iglesia la venera como
doctora de la Iglesia y es precisamente por este don que Dios le ha concedido”.
Focalizando su reflexión en el
tema de este tercer día del Septenario, referido a “que el primer signo de
esperanza se concrete en paz para el mundo”, resaltó la esperanza “porque este Año
Jubilar tiene como lema ‘Peregrinos de la esperanza’, y el Papa Francisco ha
convocado a este Año Jubilar con una bula cuyo título es ‘Spes non confundit’ (La
esperanza no nos defrauda), y Santa Catalina de Siena trabajó de un modo
especial por la paz. En un tiempo en que el Papa no vivía en Roma, estaba en Aviñón,
ella va como embajadora de la paz para que el Papa pueda volver a Roma. Un
compromiso muy especial con la Iglesia, una gran influencia de una mujer en un
contexto desfavorable para las mujeres, y con un gran conocimiento como don de
Dios”.
El
mensaje del Papa Francisco
Más adelante afirmó que “me
parecía oportuno retomar lo que el Papa Francisco en un mensaje dirigido a una
universidad hablaba del lenguaje de la cabeza, del corazón y de las manos, es decir
que tiene que estar en armonía lo que pensamos, lo que sentimos y lo que
hacemos. Sin embargo, nos tenemos que preguntar si realmente buscamos una
educación integral, si nuestras instituciones educativas son centros de
evangelización”.
“El Papa habla de que lo que pensamos
tiene que estar en consonancia con lo que sentimos y con lo que hacemos, lo que
sentimos con lo que pensamos y hacemos, y lo que hacemos con lo que pensamos y
sentimos. Y dice que nuestras instituciones, refiriéndose a las universidad
pero también la podemos hacer extensiva a nuestros centros educativos, tiene
que estar presente la ciencia, es decir la inteligencia, la cabeza, la
conciencia porque para el Papa Francisco, el corazón no es sólo lo emocional,
lo sentimental sino también el centro de interioridad donde está lo más
profundo de nuestro ser, por eso él habla del corazón también como la conciencia,
entonces es la ciencia, la conciencia y el compromiso, cuánto nos comprometemos
en la sociedad. Todo conocimiento tiene que ayudarnos a buscar una sociedad más
justa donde se pueda vivir la caridad”.
Renovar
la esperanza
Tomando el pasaje del Evangelio
proclamado indicó que en el mismo “se habla del renacimiento, de renacer en el
espíritu. Y esto nos viene muy bien para que sigamos reflexionando sobre la
esperanza. Hay situaciones en la vida que nos devastan, hay situaciones muy
complejas y necesitamos renacer, y es el Espíritu Santo el que nos ayuda a
renacer a una nueva vida... Y quien tiene esperanza es la persona que, aún en
las dificultades más grandes, siempre deja abierta la puerta para que pueda
irrumpir Jesucristo en nuestras vidas. Entonces tenemos que pedirle a Él
constantemente que nos renueve interiormente, que nos renueve la esperanza”.
En esta línea dijo que “uno de
los objetivos de este Año Jubilar es que nuestra esperanza se reavive a partir
de ese encuentro personal con Jesucristo. Y nosotros la tenemos aquí a Nuestra
Madre, la Virgen; si ustedes ven el escudo dice Spes nostra, Esperanza nuestra,
Ella es nuestra esperanza. En los albores de la evangelización en América, a la
Virgen se la invocaba como Estrella de la Evangelización, y la esperanza mira
siempre hacia el futuro, la esperanza es una luz que tenemos. Así como en la luz
de una estrella nos puede guiar, así, María nos orienta, nos guía en esta vida,
y así como Ella ha compartido los sufrimientos de Jesucristo, así comparte la Resurrección
de su Hijo, y por eso le podemos decir Esperanza nuestra”.
“La
educación es necesaria para vivir dignamente”
Respecto de la primera lectura
del Libro de los Hechos de los Apóstoles, en la que se refiere a la primitiva
comunidad cristiana en la que ponían todo en común y no les faltaban nada,
reflexionó que “en el ámbito educativo nos toca poner de nuestra parte lo que
hemos aprendido, pero no sólo a nivel de conocimiento sino de testimonio de
vida, para que a nadie le falte o necesario para vivir dignamente, y cuando
hablamos de lo necesario para vivir dignamente no tenemos que pensar solamente en
el alimento que ingerimos sino también en educación. La educación es necesaria
para que nosotros podamos vivir dignamente, sin educación es difícil que
nosotros podamos trabajar por la paz. Necesitamos de la educación, como decía
el Papa Francisco, porque nos hace tomar conciencia de quiénes somos y nos
ayuda a reconocer quién es el otro”.
Finalmente, rogó “que Nuestra
Madre, la Virgen María; Santa Catalina de Siena y el Beato Mamerto Esquiú,
intercedan para que podamos seguir trabajando incansablemente en este ámbito
educativo. Les pidamos la gracia que nos renueve cada vez que nos cansamos por
las dificultades en los colegios, por los problemas, por las situaciones
complejas que nos tocan enfrentar; y les pidamos la gracia de que nos renueve siempre
la esperanza. Un educador sin esperanza, no podemos decir que sea un educador;
el educador tiene que transmitir esperanza, tiene que testimoniar la esperanza”.
En el momento de las ofrendas
los alumbrantes acercaron los dones del pan y del vino, y luego de la Comunión
recibieron la bendición final, se consagraron a la Madre del Valle y la
alabaron con el canto
#FiestasMarianasJubileo2025
#VirgenDelValleCatamarca
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat