Durante la noche del jueves 17 de abril, la Iglesia dio inicio al Triduo Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, con la celebración de la Misa de la Cena del Señor en la instituyó la Sagrada Eucaristía y el Sacerdocio ministerial y el mandamiento nuevo del amor fraterno.
A las 20.00, una gran cantidad
de fieles se congregó en la Catedral Basílica y Santuario de la Virgen del
Valle, para participar de la ceremonia litúrgica presidida por el obispo
diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por los presbíteros Juan Ramón
Cabrera y Ramón Carabajal, rector y capellán del Santuario Catedral, respectivamente,
y el padre Reinaldo Oviedo, en el altar mayor.
Al comienzo de su homilía,
Mons. Urbanč dijo que “con esta celebración de la Institución de la Eucaristía,
damos inicio al Triduo Pascual. Nuestro Señor Jesucristo, antes de entregar su
vida en la cruz, quiso dejarnos un memorial para que se celebre a perpetuidad
después de su obra salvífica. Y ese memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección
de Jesús es la Eucaristía, la Santa Misa, de allí que es tan importante
participar de la Santa Misa, porque así se participa del misterio de amor de Cristo,
quien entrega su vida por la salvación de la humanidad”.
Al reflexionar sobre los
textos bíblicos proclamados destacó la importancia de la participación en la
Santa Misa, que tiene su fundamento histórico en “el relato del lavatorio de
los pies, y en ese diálogo que tiene Jesús con Pedro, porque éste se niega a
que Jesús le lave sus pies, se considera indigno, una criatura pecadora. Y
Jesús le dice: ‘Pedro, si no te lavo los pies no vas a participar de mi suerte’.
Esto es una clave interpretativa para cada uno de nosotros respecto de la participación
en la Santa Misa. En otras épocas, y muchos de ustedes lo dicen: ‘Yo no he escuchado
Misa’, y a la Misa no se la escucha, se la participa. Es lo que le dice Jesús a
Pedro: ‘…No vas a participar de mi suerte. Así que no es solamente cuestión de
que me escuches, tienes que hacer lo que yo te diga y aceptar lo que yo hago
por ti’; así que la participación en la Santa Misa tiene un fundamento
histórico.
Tomando el Salmo meditó sobre
el servicio, resaltando la importancia del testimonio de los mayores para que la
fe se transmita de generación en generación.
Asimismo, remarcó que “en esta
Semana Santa estamos celebrando el núcleo central de nuestra fe, que es la Pasión,
Muerte y Resurrección de Jesús”.
Luego de referirse a la
primera lectura del Libro del Éxodo, que relata la institución de la fiesta
pascual y la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto, se centró
en la segunda lectura indicando que “hemos sido redimidos, rescatados de la
muerte eterna, de los pecados, con la sangre preciosa que derramó Jesús… Y así,
siempre que coman de este pan y beban de esta copa, proclamarán la muerte del Señor
hasta que él venga por segunda vez… ya no vendrá en la humildad de la carne
sino como Juez para juzgar a vivos y muertos”. Y debe ser “una espera atenta,
alegre, porque sabemos que el Señor es bondadoso y misericordioso, una espera
confiada, pero atenta, vigilante”.
En torno al Evangelio, dijo
que lo novedoso del evangelio de Juan es el relato del lavatorio de los pies, apuntando
que “Juan se distingue porque no narra la Institución de la Eucaristía en el
relato de la Pasión, sino el lavatorio de los pies, un gesto de Jesús. A Juan
lo marcó mucho esto de que Cristo es servidor, ese Dios kenótico, que se abaja”,
por eso “nos presenta a Jesús en esa actitud de servicio… Éste es nuestro Dios,
el Dios del amor, del servicio, que entrega la vida, el Dios que salva, y esto
es lo que quiso mostrar de la Última Cena con los apóstoles”.
En otro tramo señaló que “muchos
no quieren comprometerse con la palabra de Jesús, por eso vamos a pedirle a San
Pedro que, así como él experimentó un frío cuando Jesús le dijo: ‘No vas a
participar de mi suerte’, entonces inmediatamente reacciona y le dice: ‘No, Señor,
nunca me quiero separar de ti, me tienes que lavar, bañar, lo que sea, pero yo
quiero estar contigo’, nosotros tengamos también ese mismo sentimiento. Aunque
el mundo en el que vivimos se burle de nosotros, nos margine, nos desprecie, que
primero escuchemos a Jesús”; y “aprendamos a ser servidores los unos de los
otros”.
Lavatorio
de los pies
Luego de su predicación, el Obispo,
repitiendo el gesto de Jesús con sus discípulos en aquella cena antes de ser
condenado a morir en la Cruz, lavó los pies de doce laicos que sirven en el principal
Santuario mariano de nuestra diócesis.
Adoración
del Santísimo Sacramento
Finalizada la celebración
eucarística, Mons. Urbanč, acompañado de los sacerdotes concelebrantes, llevó
en procesión el Santísimo Cuerpo de Cristo, presente en la Sagrada Eucaristía, por
la nave central del templo hasta el altar lateral norte, donde los fieles lo
adoraron con oraciones y cantos.
#VivamosSemanaSantaConEsperanza
#SemanaSantaCatamarca
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat