“La salud es un derecho ínsito a todo ser humano; por tanto, entre todos, y desde las instituciones públicas y privadas, debemos hacer este primario acto de justicia”, dijo el Obispo, quien, además, pidió erradicar la burocracia en la atención de los enfermos.
Durante la noche del lunes 1
de diciembre, tercer día de la novena en honor de la Pura y Limpia Concepción
del Valle, rindieron su homenaje el Ministerio de Salud y el área de Salud de la
Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca, con autoridades y
empleados; Salud pública y privada: Sanatorios, Hospitales, Maternidad, Círculo
Médico, Colegio de Profesionales en Psicomotricidad de Catamarca, Colegio
Profesional de Enfermería, Farmacéuticos, Odontólogos, Kinesiólogos,
Anestesistas, Psicólogos, Bioquímicos, SAME, ECA y EMICA, OSEP, Geriátricos,
Liga de lucha contra el cáncer (LALCEC), Pastoral de la Salud, Pastoral de las
Adicciones, ONG Corazón con Agujeritos y Soles.
La Santa Misa fue presidida
por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el padre Daniel
Pavón, asesor de la Pastoral de la Salud Diocesana, y capellán del Hospital San
Juan Bautista.
Entre las autoridades presentes
se encontraban la Ministra de Salud de Catamarca, Dra. Johana Carrizo; la Secretaria
de Planificación y Gestión, Dra. Daniela Ayala; la Secretaria de Medicina
Preventiva y Promoción en Salud, Dra. Silvia Bustos; la Directora Provincial de
Discapacidad, Lic. Verónica Fornet; y el director del Centro de Rehabilitación,
Lic. Marcos Bazán; la Subsecretaria de Salud de la Municipalidad de la Capital,
Dra. Ana Fernanda Lagoria; la Directora de Sanidad Municipal, Dra. Cinthia
Ripoll; la Jefa de Administración de Sanidad Municipal, Sonia Cansino; la
responsable del Centro de Imágenes, Dra. Marisa Amayo; la Jefa de Enfermería, Yanina
Barrionuevo; la encargada del Vacunatorio, Marcela Bracamonte; el Jefe de Choferes
de Ambulancia Juan Carlos Vergara; representantes del sector privado de salud y
miembros de la Pastoral de la Salud.
Tras el saludo y la bienvenida
a los alumbrantes, el Obispo se refirió al tema propuesto para reflexionar en
esta jornada acerca de ‘Jesucristo como peregrino que nos conduce a la
justicia’. “Durante todo este Año Jubilar nos guió el lema ‘Peregrinos de
Esperanza’. Y en este novenario se nos presenta a Jesucristo, como peregrino,
referido a diversas realidades. Puede parecer raro que Él sea un peregrino,
pero lo es por excelencia y, además, el modelo perfecto”, afirmó, agregando que
“así como todos los humanos somos peregrinos, porque del corazón de Dios hemos
salido y hacia Él estamos regresando en un temporal peregrinar, así también
Jesucristo fue enviado por su Padre a la tierra para peregrinar un tiempo con
nosotros y para enseñarnos a peregrinar, a fin de que, con una esperanza viva,
regresemos a Dios”.
La
necesidad de erradicar la burocracia en la atención de los enfermos
Luego, dijo que “respecto al
ámbito de la Salud, voy a hacer una disquisición en base a dos palabras:
peregrino y justicia. Una realidad muy dolorosa que constatamos en el ámbito de
la Salud son las ‘peregrinaciones’ que les toca hacer a los enfermos, sea para
ser atendidos, sea para realizarse algunos estudios, sea para conseguir
medicinas, sea para alguna intervención quirúrgica. Y para que no nos quedemos
sólo en este ámbito, sabemos muy bien que también suceden en otros, y mucho.
Solemos llamarlas ‘burocracia’. Quiera la Virgen del Valle, Madre de los
peregrinos, ayudarnos a erradicar la burocracia, que tanto ralentiza y amarga
la vida de la gente”.
“El otro aspecto -continuó- es
el de la justicia, la que consiste en darle a cada uno lo que le corresponde.
La salud es un derecho ínsito a todo ser humano; por tanto, entre todos, y
desde las instituciones públicas y privadas, debemos hacer este primario acto
de justicia. Qué bueno sería que cada uno de nosotros salga, hoy, de este
encuentro con María y Jesús, dispuesto a no colaborar con burocracias que
impiden que seamos alegres ‘Peregrinos de Esperanza’”.
Seguidamente reflexionó sobre
el texto del Evangelio que relata el pasaje en el que un centurión le pide a Jesús
que sane a uno de sus servidores, ante cuya solicitud “Jesús le contestó: «Voy
yo a curarlo». Nada de burocracia, de obstáculos, sólo prontitud. Esto
sorprende al centurión, como a cualquiera de nosotros… También esto cae bajo el
ámbito de la Salud, y toca a cada uno de los que tratamos con enfermos,
ancianos y personas vulnerables”.
En este sentido, apuntó que “ojalá
sepamos reaccionar como Jesús: Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que
le seguían: «En verdad les digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta
fe»”.
“Solamente con mucha fe y amor
es posible entender y aceptar las enseñanzas y ejemplos de Jesús”, señaló, invitando
a que “aprendamos, también, de la profunda humildad del centurión, que teniendo
autoridad y poder, se acerca a Jesús no para exigir, sino para rogar por su
criado enfermo. Sus palabras: ‘Señor, no soy digno de que entres en mi casa;
sólo di una palabra y mi criado quedará sano’ son un acto de humildad tan
grande que la liturgia de la Misa la incorporó antes de la distribución del
Cuerpo de Cristo”.
Invitados
a limpiar nuestra vida
Con relación al tiempo
litúrgico del Adviento que iniciamos, Mons. Urbanč dijo que “somos invitados a
limpiar nuestra vida. El Señor viene, pero Él desea que su casa -nuestro
corazón- esté limpia. El tiempo de Adviento es esa tienda donde encontramos
refugio mientras nos preparamos para Su llegada, sabiendo que su presencia nos
envuelve y nos protege de toda tempestad”.
“El Adviento es la espera del
Mesías. A menudo, esperamos que venga a nuestro modo o en nuestros términos. El
centurión nos enseña la actitud correcta: humildad total ("no soy
digno") y confianza absoluta ("basta que lo digas"). Para
recibir a Jesús en Navidad, al igual que María, debemos reconocer nuestra
indignidad, pero confiar plenamente en que su Palabra tiene el poder de
sanarnos y transformarnos”.
En el momento de las ofrendas,
los alumbrantes acercaron elementos para el servicio a los peregrinos.
Bendición
de ambulancias
Finalizada la celebración
eucarística, el Obispo se dirigió hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo las
ambulancias destinadas al traslado de los pacientes y al personal que se
conduce en ellas para la atención, tanto provinciales como municipales.
Este momento fue concluido con
el sonido de las sirenas de los móviles sanitarios, ante el aplauso de los
presentes.
#FiestasVirgenDelValle2025
#VirgenDelValleCatamarca
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
En este tercer día de la
Novena rinde su homenaje a la Virgen del Valle, el ámbito de la Salud.
Bienvenidos a los que lo representan, participando de esta celebración
eucarística.
Se nos propuso reflexionar en
esta jornada acerca de ‘Jesucristo como peregrino que nos conduce a la
justicia’.
Durante todo este año jubilar
nos guio el lema “Peregrinos de Esperanza”. Y en este novenario se nos presenta
a Jesucristo, como peregrino, referido a diversas realidades. Puede parecer
raro que Él sea un peregrino, pero lo es por excelencia y, además, el modelo
perfecto.
Así como todos los humanos
somos peregrinos, porque del corazón de Dios hemos salido y hacia Él estamos
regresando en un temporal peregrinar, así también Jesucristo fue enviado por su
Padre a la tierra para peregrinar un tiempo con nosotros y para enseñarnos a
peregrinar, a fin de que, con una esperanza viva, regresemos a Dios.
Respecto al ámbito de la
salud, voy a hacer una disquisición en base a dos palabras: peregrino y
justicia.
*Una realidad muy dolorosa que
constatamos en el ámbito de la salud son las ‘peregrinaciones’ que les toca
hacer a los enfermos, sea para ser atendidos, sea para realizarse algunos
estudios, sea para conseguir medicinas, sea para alguna intervención
quirúrgica. Y para que no nos quedemos sólo en este ámbito, sabemos muy bien
que también suceden en otros, y mucho. Solemos llamarlas ‘burocracia’.
Cuando los creyentes
peregrinan, no están honrando este tipo de peregrinaciones. Se trata de otra
cosa muy distinta.
Quiera la Virgen del Valle,
Madre de los peregrinos, ayudarnos a erradicar la burocracia, que tanto
ralentiza y amarga la vida de la gente.
*El otro aspecto es el de la
justicia, la que consiste en darle a cada uno lo que le corresponde. La salud
es un derecho ínsito a todo ser humano; por tanto, entre todos, y desde las
instituciones públicas y privadas, debemos hacer este primario acto de
justicia.
Qué bueno sería que cada uno
de nosotros salga, hoy, de este encuentro con María y Jesús, dispuesto a no
colaborar con burocracias que impiden que seamos alegres ‘Peregrinos de
Esperanza’.
Qué oportuno el texto del
Evangelio (Mt 8,5-11) que acabamos de escuchar. Apenas el centurión pide al
Señor por la curación de su esclavo, Jesús, sin dudarlo, dice: vamos ya… Mejor
cito el texto: “un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un
criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Jesús le contestó: «Voy yo a
curarlo». Nada de burocracia, de obstáculos, sólo prontitud. Esto sorprende al
centurión, como a cualquiera de nosotros. Y su reacción nos descoloca, aún más:
«Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Basta que lo digas de palabra, y
mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados
a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven",
y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
¡Cuántas veces hay que saber
aceptar ‘caprichos’, sugerencias, indicaciones que el enfermo o el anciano nos
da! También esto cae bajo el ámbito de la salud, y toca a cada uno de los que
tratamos con enfermos, ancianos y personas vulnerables.
Ojalá sepamos reaccionar como
Jesús: “Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «En verdad
les digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe»”.
Solamente con mucha fe y amor
es posible entender y aceptar las enseñanzas y ejemplos de Jesús.
Aprendamos, también, de la
profunda humildad del centurión, que teniendo autoridad y poder, se acerca a
Jesús no para exigir, sino para rogar por su criado enfermo. Sus palabras:
"Señor, no soy digno de que entres en mi casa; sólo di una palabra y mi
criado quedará sano" son un acto de humildad tan grande que la liturgia de
la Misa la incorporó antes de la distribución del Cuerpo de Cristo.
En este inicio del Adviento,
somos invitados a limpiar nuestra vida. El Señor viene, pero Él desea que su
casa —nuestro corazón— esté limpia. El tiempo de Adviento es esa tienda donde
encontramos refugio mientras nos preparamos para Su llegada, sabiendo que su
presencia nos envuelve y nos protege de toda tempestad.
El Adviento es la espera del
Mesías. A menudo, esperamos que venga a nuestro modo o en nuestros términos. El
centurión nos enseña la actitud correcta: humildad total ("no soy
digno") y confianza absoluta ("basta que lo digas"). Para
recibir a Jesús en Navidad, al igual que María, debemos reconocer nuestra
indignidad, pero confiar plenamente en que su Palabra tiene el poder de
sanarnos y transformarnos. Así sea.
¡¡¡Viva Jesucristo!!! ¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!
