Mons. Urbanc: “La paz es una
tarea de todos los días”
El domingo 8 de septiembre,
la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle fue escenario de un gesto a
favor de la paz, que tuvo como protagonistas a hermanos de diferentes cultos,
quienes se reunieron para pedir por la paz en Siria y los Países Arabes,
respondiendo al pedido del Papa Francisco.
En el día de la Natividad de
la Virgen María, como cierre de la jornada de oración y ayuno por la paz
realizada en todo el mundo, el día anterior, en unión con el Santo Padre,
durante la noche dominical, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la
Santa Misa, concelebrada por el Rector del Santuario Mariano, Pbro. José
Antonio Díaz, y el Capellán Mayor de la Catedral, Pbro. Eugenio Pachado.
Participaron de la
celebración eucarística el Señor Intendente de San Fernando del Valle de
Catamarca, Lic. Raúl Jalil, acompañado por su Señora Esposa Silvana Ginochio, miembros
de las iglesias cristianas católica y ortodoxa, musulmanes, judíos y representantes
de
colectividades extranjeras, con sus abanderados, integrantes de movimientos
e instituciones eclesiales y una gran cantidad de fieles que colmó las naves
centrales y laterales del principal santuario catamarqueño.
En el inicio de su homilía,
el Obispo agradeció a los representantes de las comunidades sirio libanesa,
islámica y judía y de colectividades extranjeras, con sus abanderados, por
haber respondido a la invitación “para pedir por la paz en Siria y los Países
Arabes, que atraviesan un conflicto que está poniendo en riesgo la paz en el
mundo”, enfatizando que “la paz es una tarea de todos los días. La paz en el
corazón de cada uno, en nuestras familias, en nuestras comunidades”.
“Para nosotros, los
cristianos, Jesús viene al mundo como Príncipe de la Paz. Y si Dios tomó la
iniciativa de enviar a Dios al mundo, tenemos que abocarnos a la paz. Tenemos
que ser artífices de la paz. Que Dios bendiga el trabajo que hacemos por la
paz, porque el que tiene que hacer que este esfuerzo sea fecundo es Dios.
Separados de El no podemos hacer nada. Debemos contar siempre con su auxilio”,
manifestó.
En otro tramo de su
predicación, Mons. Urbanc se refirió al Concilio Vaticano II, que está
cumpliendo 50 años y su enseñanza tiene vigencia en la actualidad. “El
Concilio, al tratar de la nobilísima y auténtica noción de la paz, después de
condenar la crueldad de la guerra, pretende hacer un ardiente llamamiento a los
cristianos para que con el auxilio de Cristo, autor de la paz, cooperen con
todos los hombres a cimentar la paz en la justicia y el amor y a aportar los
medios de la paz”, expresa, y agrega que “la paz no es la mera ausencia de la
guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de
una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra
de la justicia. La paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo
quehacer. Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el
cuidado de la paz reclama de cada uno constante dominio de sí mismo y
vigilancia por parte de la autoridad legítima”.
“La paz sobre la tierra,
nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede
de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la Paz, ha
reconciliado con Dios a todos los
hombres por medio de cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo
cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne
y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en
el corazón de los hombres”, dice el documento.
Y afirma que “toda acción
bélica que tienda indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de
extensas regiones junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y la
humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones”.
Cerrando su homilía, el
pastor diocesano dijo que “tenemos que trabajar y orar por la paz. Tenemos que
ser hombres de paz. Pidamos a Dios que seamos dóciles a la gracia, a fin de
trabajar por la paz, que es un patrimonio de la humanidad sin distinción de
raza ni credo”.
Oración
interreligiosa
Antes de la bendición final,
se llevó a cabo la oración interreligiosa por la paz en el mundo, que fue
seguida con mucho respeto por todas las personas congregadas a los pies de la
Virgen del Valle.
En representación de la
religión cristiana ortodoxa, una de las tres que se practica en la República
Arabe de Siria, la Sra. Mudalal Saddi de Juri rezó el Padre Nuestro en árabe.
Luego, por el Islam, el niño musulmán Farid Hammoud pronunció una oración del
Corán. Y finalmente, en nombre de los católicos, el joven Indalecio Vega Juri elevó
la Oración por la paz en Siria.