Una multitudinaria y emotiva manifestación de fe se vivió el viernes 7 de agosto durante la culminación de las festividades en honor a San Cayetano. El templo parroquial del Sagrado Corazón de Jesús se vio desbordado por cientos de devotos que participaron de la Santa Misa, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el párroco Gerardo Denett. Luego de la misma, se concretó la tradicional procesión por calles del sector.
En su homilía, el Pastor Diocesano resaltó la figura de San Cayetano expresando que “ha dejado una huella imborrable en la fe del pueblo de Dios. Un sacerdote de quien nos viene muy bien recordar la misión que tuvo y el servicio que prestó en su tiempo. Un sacerdote que se ocupó de la formación profunda de los sacerdotes de su tiempo, preocupándose porque profundizaran la vida sacerdotal, sobre todo en el camino de la santidad. San Cayetano se ocupó de eso”.
Ocuparse de los más necesitados
Mons. Urbanč indicó que San Cayetano “siempre insistía en que había que ocuparse de las personas más necesitadas. Tanta gente excluida de la sociedad; cuántos no tienen trabajo, no tienen vivienda, no tienen comida, tantas dificultades que pueden tener; y uno debe sensibilizarse con esta situación que viven tantos hermanos nuestros. El lo hizo en su tiempo”.
En otro tramo de su predicación, exhortó a que “confiemos en Dios. Jesús llega a decir algo muy importante: ‘Busquen el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura’. Y Santa Teresa de Avila decía: ‘No busquen los consuelos de Jesús, sino al Jesús de los consuelos’… Jesús dice en el Evangelio: ‘De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida’… Si nosotros queremos acumular un tesoro en el cielo, acá tenemos que vivir una verdadera fe, tenemos que vivir amándonos los unos a los otros. Tenemos que rezar en familia, como comunidad; tenemos que priorizar siempre a Dios”.
San Cayetano decidió estar con Jesús
Luego afirmó: “Cayetano ha sido un hombre que se decidió a estar siempre con Jesús. Y para estar con Jesús se entregó a la oración, a la formación de los sacerdotes, a la atención de los pobres, de los necesitados, de los enfermos, de los moribundos. Formó una congregación para que haya hombres que pusieran todo su empeño en ocuparse de las cosas importantes de la vida, no de las urgentes sino de las importantes. Y al ocuparse de las importantes también de aquellas que son urgentes. Eso tenemos que hacer, mis queridos hermanos, en este día de San Cayetano”.
“Tenemos que transformar el mundo, viviendo siempre en comunión con el Señor y sirviendo a nuestros hermanos. Ese equilibrio lo supieron vivir los Santos, ese equilibrio entre hacer la voluntad de Dios y ese servicio a los demás. En ese mirar siempre al Cielo y transformando la realidad en la tierra, con el amor, con el compromiso, con la honestidad, con la justicia, en la verdad, en la solidaridad… Le pidamos a San Cayetano que nos ayude a ser creyentes, que nos ayude a ser discípulos – misioneros de Jesús”, enfatizó el Obispo.
Manifestación pública de fe
Una vez finalizada la celebración eucarística, la Imagen del Santo Patrono del Pan y del Trabajo fue trasladada desde el interior del templo hasta el móvil que lo llevó durante la marcha de fe, que recorrió el trayecto comprendido entre las calles 1º de Mayo, Gobernador Fortunato Rodriguez y Tucumán. Durante la procesión, los devotos elevaron súplicas y entonaron cánticos de alabanza a Dios.
El Señor Obispo hizo un alto en el caminar para saludar y llevar su mensaje de esperanza a las internas y al personal de la Penitenciaría de Mujeres, que se encuentra ubicada en esa jurisdicción parroquial. También llevó su bendición de Pastor a una familia constituida por dos ancianos, quienes agradecieron el gesto de cercanía por parte del Señor Obispo.
El recorrido culminó frente a la capilla levantada en honor a San Cayetano, donde se entonaron las estrofas del Himno Nacional, interpretadas por la Banda de Música de la Policía de la Provincia. Tras lo cual, Mons. Urbanč impartió la bendición, para luego dar paso a la ceremonia de ingreso de la Imagen del Santo al templo, ante la emoción y la devoción de los presentes.
