Con la participación de numerosos fieles devotos, el 10 de enero se realizó el acto recordatorio de los 128 años de la muerte del hoy Venerable Fray Mamerto Esquiú.
La ceremonia se llevó a cabo en El Suncho, paraje ubicado a 5 kilómetros de la localidad de Esquiú, en el departamento La Paz. En el lugar se dieron cita autoridades eclesiásticas, civiles y pueblo en general, devotos del fraile, quien dejó este mundo en la posta de El Suncho en la casa del maestro Fernando Santillán, a su regreso de la vecina provincia de La Rioja y siendo obispo de Córdoba.
El acto dio inicio a las 8.30 con la celebración de la Santa Misa presidida por el cura párroco de Recreo, Pbro. Juan Ramón Cabrera, y concelebrada por Fray Jorge Martínez, Vice-Postulador de la Causa de Beatificación.
Estuvieron presente el Intendente de Fray Mamerto Esquiú, Dn. Humberto Federico Valdez, y autoridades de su gabinete, miembros de la Comisión de Beatificación de Piedra Blanca, con su presidente Antonio Herrera, y el profesor Alberto Vera.
Concluida la celebración eucarística, se procedió al izamiento de la Bandera y luego brevemente Fray Jorge Martínez hizo uso de la palabra informando sobre el estado de la causa, recalcando que ahora hace falta un milagro al hay que estudiarlo e investigarlo para continuar con el proceso.
Seguidamente, la presidenta de la Comisión de Esquiú, Sra. Sila Avila, hizo entrega de un cuadro recordatorio a un matrimonio que desde hace muchos años llega desde Villa del Totoral, Córdoba, para honrar al fraile catamarqueño.
La ofrenda floral estuvo a cargo de las autoridades presentes, entre las que se encontraba la directora de Cultura de la Municipalidad de Recreo, Prof. Sonia del Valle Carrizo de Morales.
En horas del mediodía, los vecinos y concurrentes de la zona, junto con la delegación de Piedra Blanca, se trasladaron a la escuela de Esquiú, para compartir un almuerzo a la canasta.
En un clima que se presentaba nublado y con una tenue llovizna en horas tempranas, se concluyó el homenaje recordando los 128 años de la muerte de Fray Mamerto Esquiú.
Algo de historia
El 28 de diciembre de 1882 partió Esquiú desde Córdoba hacia La Rioja, en tren de segunda clase, a pesar del ofrecimiento de un coche especial. Rezó varias veces junto al pasaje y luego repartió él mismo a los pobres, comida que le habían regalado.
El día siguiente era viernes, y partió Esquiú desde la estación El Recreo, en la mensajería. En todas las casas, a su paso, repartió catecismos, rosarios y medallas... Todos se quejaban de que no llovía. Mamerto se internaba en el monte y, de rodillas con los brazos en cruz, pidió al Señor la lluvia, que no se hizo esperar.
Ya en La Rioja, cumplió su misión y emprendió su regreso el día 8 de enero de 1883, celebrando antes Misa en el altar de la celda de San Francisco Solano.
Esquiú venía enfermo, los dos primeros días del viaje apenas comió y casi no pudo dormir, aún así atendía a la gente a su paso y prodigaba saludables consejos.
El miércoles 10 de enero de 1883 amaneció bien, comentó que cuando llegue a Recreo “si Dios me da vida hasta allá, me ganaré una cama y tomaré manzanilla...”; a las dos y media de la tarde, llegaba la mensajería a la posta de El Suncho, donde lo esperaba mucha gente. Allí su secretario ayudado por los lugareños lo bajó y acostó en un humilde catre de tientos de un pobre rancho, luego le administró los últimos sacramentos. A las tres de la tarde el Padre Esquiú entregaba su alma al Señor.
Cundió la noticia y vecinos de todos lados vinieron a rezar ante su cadáver, y besar sus manos, sus pies, su hábito, su cuerda.
A las nueve de la noche, después de rezar varias veces el Rosario, colocaron su cadáver en la mensajería, y entre rezos y llantos, lo acompañó el pueblo varias leguas. Lo llevaban a la estación El Recreo. A larga distancia antes de llegar los recibió una multitud, a pie y a caballo, con faroles encendidos... Habían salido al encuentro de los restos del santo Obispo, a quien conocieron en su paso a La Rioja; y lo acompañaron rezando y llorando, en lenta caravana. Fue un espectáculo lleno de emoción e inolvidable para todos, en aquella soledad, en una noche tibia de verano.
Desde Recreo, el telégrafo llevó la noticia a todo el país. En la estación esperaba un tren especial, para conducir tan preciosos restos, que la muchedumbre despidió emocionada. Así dejaba tierra catamarqueña, el “Siervo de Dios”, rumbo a la ciudad de Córdoba.
El Padre Esquiú, si bien vivió en otro siglo, se levanta hoy como modelo de vida para enseñarnos a enfrentar el mundo contemporáneo.
Elevemos una oración al Altísimo para su pronta beatificación.