Durante la mañana de este viernes 30 de mayo, día en que la Iglesia celebra a San Fernando, rey, el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, presidió la Santa Misa en la que dio gracias a Dios por los 43 años de su ordenación sacerdotal, en el altar mayor de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle.
Lo acompañaron concelebrando
esta acción de gracias los presbíteros Julio Murúa, vicario general; Santiago
Granillo, rector del Santuario de la Gruta de la Virgen del Valle; Ángel Nieva,
Héctor Salas, Javier Grosso y Carlos Robledo, párrocos de San Antonio de Padua,
San Pío X, San Isidro Labrador (Valle Viejo) y San José de Piedra Blanca,
respectivamente; Leandro Roldán, vicario parroquial de Nuestra Señora de Belén;
y Francisco Urbanč, sacerdote de la Arquidiócesis de Tucumán, quien arribó
desde la vecina provincia para compartir esta Eucaristía con su hermano.
Participaron miembros de instituciones,
servidores y grupos eclesiales, amigos y fieles en general.
En el inicio de su homilía, Mons.
Urbanč expresó: “Hoy estoy dando gracias a Dios por 43 años de ser y quehacer
sacerdotal, son dos cosas diversas, pero unidas en la misma persona. Es muy
importante valorar lo que uno es, sin mérito propio, sólo por dignación de la
gracia de Dios. Ya por eso basta el sacerdocio, pero evidentemente que el obrar
sigue al ser. Lo que uno es, hay después un modo de obrar, por eso les decía el
ser y el quehacer sacerdotal”.
En este sentido consideró que “probablemente,
nos fijamos más en lo que hace un sacerdote, pero perdemos de vista lo que es;
y lo que es, es lo importante, es lo central”.
Luego compartió que “quizás por
el contexto de que ando un poco enfermo, me viene a la cabeza, recuerdo de
chico, una frase que me decía papá: ‘Luis, en la vida, si quieres amar
prepárate a sufrir’. Y a mí me descolocaba esa frase, que unía el amor con el
sufrimiento. Estoy seguro que cada uno de ustedes lo entiende, las mamás lo
deben entender muy bien. Si quieres amar, es decir, relacionarte con otros,
ayudar a otros, vas a tener que sufrir. El amor verdadero está estrechamente
unido al sufrimiento. Y si uno quiere entender eso tiene que mirar la cruz de
Jesús, porque Cristo crucificado nos muestra la mayor expresión de amor, que es
dar la vida por otros”.
“Eso lo fui entendiendo poco a
poco con la vida, porque la vida te enseña. Los sufrimientos nos enseñan, y
pasa el tiempo y uno se vuelve más limitado, toda la fuerza propia de la
juventud se va apagando. Y uno tiene que batallar con sus propios límites. Cuando
uno es joven tiene el límite de la inexperiencia, de las tentaciones, del mero
quehacer, y se olvida del ser. Pero la vida tiene sus ciclos y después tiene
que empezar a pensar más en lo que uno es y valorar eso”, continuó meditando.
En otro tramo de su reflexión indicó
que “hoy, a los pies de la Virgen, doy gracias a Dios por esta elección del
Señor… Éste es el camino que he iniciado hace 43 años atrás, y me toca celebrar
ahora. Ni me imaginaba en aquella época que justo en el día de San Fernando me
iba a ordenar sacerdote, y vengo a ser Obispo acá, en Catamarca, y la sede está
en San Fernando del Valle de Catamarca. Son las cosas con las cuales Dios nos
va sorprendiendo en el camino de la vida”.
“Y precisamente, lo quiero
unir a esta primera lectura, por eso me vino la frase de papá, y San Pablo
también habla de lo mismo”, manifestó, señalando luego sobre los padecimientos
que vivió Pablo por causa del Evangelio. En torno a ello, destacó que “los
cristianos tenemos una dicha muy grande, porque podemos entender que el dolor tiene
un sentido, que no es solamente algo que hay que padecer, sino que hay que
ofrecer. Y el dolor se vuelve redentor, porque está unido al de Cristo… Por eso
en los momentos de dificultad, de problemas, de angustias, de oscuridades,
tenemos que mirar a Jesús, quien nos da la luz que necesitamos frente a nuestro
dolor, a nuestros límites, a nuestras impotencias. Pero sí que es importante
tomarnos de la mano de Jesús, tomarnos de la mano de María, y así podemos avanzar
por el camino de la vida”.
Hacia el final, invitó a que “le
pidamos al Señor y a Nuestra Madre, la Virgen, que nos ayuden en los avatares
de cada día, para poder siempre mirar con esperanza, con confianza, que el
Señor vaya llevando adelante su obra. Y que nosotros sepamos siempre secundar
la ayuda de su gracia con nuestro esfuerzo cotidiano”.
Luego de la Comunión, junto
con toda la asamblea, el Obispo se consagró a Nuestra Madre del Valle y la
honró con el canto en este día especial.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat