Con enorme gratitud, entre lágrimas y aplausos, la comunidad catamarqueña despidió a las Hermanas de la Fraternidad Eclesial Franciscana, quienes desplegaron una intensa acción pastoral durante casi seis décadas en nuestra diócesis.
La Santa Misa se celebró en la
parroquia San José Obrero, con sede en el barrio La Tablada de Capital, y fue
presidida por su párroco, el padre Julio Ávalos, ya que el obispo diocesano no
pudo estar presente por encontrarse administrando el Sacramento de la
Confirmación y consagrando un altar en comunidades del Oeste catamarqueño.
Junto a los fieles en general,
miembros de instituciones y movimientos, se destacó la participación de religiosas
de distintas congregaciones que trabajan tanto en Capital como el interior,
quienes acompañaron a las Hnas. Hilda Faccioli y Micaela Sosa en este momento
especial.
P.
Ávalos: “Estas Hermanas han dejado una huella muy grande”
En su homilía, el padre Ávalos
reflexionó sobre la Palabra de Dios proclamada apuntando la necesidad de
preservar nuestra fe cristiana a través de la predicación del Evangelio, que “comienza
en el hogar”, dijo, afirmando que “la entrega a Cristo es fundamental, no se
puede ser mediocre como muchos cristianos hoy”, porque “así se va perdiendo lo
esencial, que es amar a Dios”.
“Por eso, -continuó- es fundamental
el apoyo de las religiosas, estas Hermanas, que han estado acá 60 años, han
dejado una huella muy grande, ayudando en Cáritas a los pobres, en la
Catequesis, en el Obispado”.
Señaló que “Catamarca va
perdiendo carismas así como se van estas Hermanas ya se han ido las Hermanas
Franciscanas de San Isidro, las Hermanas del Huerto, las Hermanas del Carmen. Y
se van porque no tenemos vocaciones. La mies es mucha y los obreros son pocos,
rueguen al dueño del sembrado que envíe vocaciones”.
“Así como tenemos la vocación sacerdotal,
la vocación religiosa, tenemos la vocación matrimonial, que también está en
decadencia… por eso qué lindo que hoy este matrimonio venga a dar gracias a
Dios”, dijo en referencia a Ángel Ricardo Martínez y Crescencia Clorinda
Avellaneda, quienes dieron gracias a Dios por sus 61 años de vida matrimonial.
Asimismo, manifestó que “la
Iglesia se edifica con distintos carismas y esos carismas hay que apuntalarlos.
Por eso vamos a pedir hoy por las vocaciones sacerdotales, religiosas, la vida
matrimonial, y también que nuestros jóvenes que están estudiando en las universidades,
para que sean también buenos profesionales, que dediquen un tiempo también a la
atención de los más pobres”.
Finalmente, invitó a “dar gracias
a Dios por estos años de las Hermanas, espero que vuelvan, la puerta está
siempre abierta; y también por la vida matrimonial de estos hermanos y por
todos los matrimonios que están presentes”.
Hna.
Hilda: “Nos vamos con el corazón triste porque dejamos una familia”
Después de la Comunión, la
Hna, Hilda expresó: “Hemos estado muchos años entre ustedes” y “hoy tenemos que
decirles adiós, y nos vamos con el corazón triste porque dejamos una familia en
un rincón de nuestro corazón. Muchas gracias, los abrazo a todos, y siempre
tendré en mi corazón a toda la familia de esta parroquia, ya que hemos nacido
verdaderamente en este Catamarca ayudando desde el primer ladrillo de esta
iglesia, y después el primer ladrillo que el padre Carlos Ibáñez nos hizo para
la casa. Muchísimas gracias”.
Hna.
Micaela: “Me voy con mucho dolor, pero edificada”
Seguidamente, la Hna. Micaela,
quien llegó a Catamarca para acompañar a su hermana de sangre y de congregación
Marina hasta que falleció, el pasado 8 de septiembre, manifestó que “lo más edificante
de estos seis meses que me tocó acompañar a Marina es la cercanía de los
sacerdotes, del Obispo, de la vida religiosa, que nos acompañaron en todo
momento. He sentido la presencia de toda la comunidad de Catamarca en estos
seis meses. No tengo más que agradecimiento para todo lo que hicieron por Marina
y lo que Marina hizo acá”.
“Les agradezco porque la
oración que llegaba en esos momentos en soledad con la hermana Hilda y la
enfermedad de Marina, era algo explicable, sacábamos fortaleza no sé de dónde, pero
sabemos que es la oración que estuvo presente, tanto de las catequistas, del padre
Julio Ávalos, que ha sido inquebrantable en el acompañamiento a la hora que sea,
y todos los sacerdotes de la diócesis”, testimonió.
“Me voy con mucho dolor, pero edificada,
y nunca olvidaré estos seis meses duros, pero llenos de gracia de Dios. Así que
muchísimas gracias y muchas bendiciones. Paz y bien para todos”.
René
Coronel: “Son un ejemplo de vida y parte de nuestra familia”
En nombre de toda la
comunidad, el catequista René Coronel agradeció a las Hermanas “por tanto
tiempo de servicio en esta diócesis acompañando a nuestro párroco, el padre
Julio, como a todos los sacerdotes que pasaron por esta parroquia. Nos
acompañaron a los catequistas, nos formaron, nos enseñaron a ser parte de una Iglesia
en salida; nos enseñaron a vivir el espíritu franciscano en la providencia, en
la oración; nos enseñaron a ser oído, nos escucharon, también fueron el hombro
donde podíamos derramar nuestras lágrimas, contarles nuestros dolores”.
Asimismo, resaltó “la simpleza
y la humildad” de las religiosas, y dijo que “en la comunidad de San José
Obrero, la palabra ‘Gracias’ queda chica, son un ejemplo de vida y parte de nuestra
familia. En nombre de la comunidad parroquial, les queremos acercar un fuerte
abrazo de corazón, que no sea un adiós sino un hasta pronto”.
Luego de este momento, que fue
rubricado con un prolongado aplauso, el padre Ávalos impartió la bendición de
manera especial a las Hnas. Hilda y Micaela y al matrimonio de Ángel y
Crescencia. Y todos juntos se consagraron a la Santísima Virgen María.
Fotos y videos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat