Últimamente escuchamos hablar
reiteradamente de la “cuestión de género”, tal vez sin entender mucho de qué se
trata. Por eso, debemos detenernos en este tema y hacer las distinciones del
caso. Les ofrecemos estas líneas de reflexión, sustentadas en la enseñanza
cristiana, sobre un tema de gran importancia y actualidad.
Lo primero que tenemos que decir es que se
puede distinguir sin separar, el sexo biológico del papel sociocultural del
sexo, es decir, del género1. Sexo y género son realidades profundamente
conectadas, pero no son exactamente lo mismo. La experiencia cristiana nos
ayuda a cuidar y armonizar las diversas dimensiones de la persona. Y lo segundo
que necesitamos precisar es que la llamada “ideología género” distingue sexo y
género, sin embargo, los separa impidiendo la integración armónica de todos los
aspectos de la persona humana.
Perspectiva de género
Los estudios de género pueden ofrecer una
herramienta de análisis que nos permita ver cómo se han vivido en las diversas
culturas las diferencias sexuales entre varones y mujeres, e indagar si esta
interpretación establece relaciones de poder y cómo las establece. No se vive
igual la condición masculina o femenina hoy, que hace cien años. Ni es igual en
Argentina que en el Tibet2. El Papa lo advierte al afirmar que “la historia
lleva las huellas de culturas patriarcales”3 que no reconocen la igual dignidad
de varones y mujeres y que es posible emprender caminos para un cambio.
Para dar un ejemplo simple y cotidiano: el
hecho de vestir a los niños de un color y a las niñas de otro, son modalidades
culturales que cambian con las épocas y lugares y en nada afectan la condición
de varones de unos y de mujeres de las otras. No es el color del vestido que
los hace mujer o varón, sino que por ser mujer o varón se les atribuyó un
determinado color. Este ejemplo puede referirse a otros niveles y ámbitos: mujeres
que estudian en la universidad hoy y antes no lo hacían, varones que en este
tiempo cambian los pañales a los bebés, siendo un hábito del todo infrecuente
un par de generaciones atrás. Ninguna de estas acciones altera la sexualidad ni
de ellas ni de ellos, aunque podamos distinguir un cambio en los roles de
género. No es la actividad la que hace a la mujer y al varón ser lo que son,
sino que la mujer y el varón siendo lo que cada uno es, pueden variar de
actividad de acuerdo a las circunstancias y las épocas.
En este sentido, “género” es una categoría
útil de análisis cultural, un modo de comprender la realidad. Mirar la sociedad
teniendo en cuenta los roles, las representaciones, los derechos y deberes de
las personas de acuerdo a su género, es adoptar una perspectiva de género.
Situación que es necesaria para ver que todas las personas sean tratadas según
su igual dignidad.
La ideología de género
El magisterio de la Iglesia advierte en la
actualidad sobre el riesgo de ciertas posturas ideológicas, que pretenden
imponerse como un pensamiento único. Entre ellas la denominada “ideología de
género”, donde el género es pensado como una actuación multivalente, fluida y
autoconstruida independientemente de la biología, por lo que la identidad propia
podría diseñarse de acuerdo al deseo autónomo de cada persona.
El Papa describe bien el tema en Amoris
laetitia 56: “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología,
genéricamente llamada gender, que “niega la diferencia y la reciprocidad
natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de
sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a
proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad
personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad
biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una
opción individualista, que también cambia con el tiempo (…) No hay que ignorar
que el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se
pueden distinguir, pero no separar”.
Entendida así, desde nuestra cosmovisión
cristiana rechazamos la ideología de género, pero no podemos negar que la
perspectiva de género es una categoría útil para analizar la realidad. Por
ello, nos preocupa que se pretenda imponer la “ideología de género” al proyecto
de educación, desconociendo la libertad que asiste a los padres y a las
instituciones educativas a educar de acuerdo a sus idearios propios.
Estamos convencidos de que la antropología
cristiana posee un potencial de humanidad sumamente valioso para iluminar la
búsqueda de verdad y felicidad que anhela todo corazón humano. Y es
precisamente ese caudal de experiencia y pensamiento humanizador, que deseamos
compartir con todos los que están dispuestos al diálogo abierto, sincero y
apasionado en torno a las preguntas que hoy inquietan la vida humana, y
configuran el futuro inmediato de las generaciones que nos suceden.
Buenos Aires, 26 de octubre de
2018
Comisión Episcopal de Laicos y
Familia
Comisión Episcopal de Catequesis
Comisión Episcopal de Pastoral de
la Salud
1 AL 56.
2 AL, 286.
3 AL 54.