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06 octubre 2018

La Iglesia catamarqueña tiene un nuevo sacerdote


En la noche del viernes 5, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, ordenó sacerdote al joven Gabriel Cayetano Lencina, durante la Santa Misa presidida en el Altar Mayor de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle y concelebrada por numerosos sacerdotes del clero catamarqueño y de diócesis vecinas.
Participaron religiosas llegadas de La Rioja y Brasil, seminaristas que compartieron el periodo de formación con Cayetano en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Tucumán, y una gran cantidad de fieles llegados de distintos puntos del territorio diocesano, quienes colmaron el templo, para dar gracias a Dios por el don del sacerdocio y acompañar al joven catamarqueño en este feliz acontecimiento.
En el inicio de la ceremonia, se dio lectura al
decreto correspondiente y el Pbro. Julio Ávalos, responsable de la Pastoral Vocacional, presentó al candidato al Obispo Diocesano, quien en su homilía, expresó su alegría y agradecimiento, manifestando: “El Señor nos bendice con el don del sacerdocio ministerial. Muchas gracias, Cayetano, por tu sí, semejante al de la Virgen María, muchas gracias a los papás, Julio César y María Cristina, por su generosidad y cristiano acompañamiento en estos largos años de formación en el hogar y en el Seminario de Tucumán. Muchas gracias a los formadores y profesores del
Seminario de Tucumán representados por su rector, el Pbro. Marcelo Lorca”. También expresó su gratitud al presbiterio de Catamarca y a toda la comunidad que acompañó de un modo u otro a Cayetano en sus diferentes etapas, en cada parroquia y cada equipo de pastoral.
Dirigiéndose al joven diácono refirió: “Pensando en mi ordenación sacerdotal hace 36 años atrás, me imagino y me pongo en tu lugar. Cuántos sentimientos e ilusiones estarán ocupando tu mente en estos días y sobre todo en esta hora, que adquiere un significado profundo unido a la Hora de Jesús, según el decir del evangelista san Juan”.
En otro tramo de su mensaje indicó: “En primer lugar aparece con mucha fuerza el llamado que Dios te ha hecho en consonancia con el profeta Jeremías: ‘Antes que te formaras en el vientre de tu madre, te conocía y te consagré’. En segundo lugar, tienes que saber y aceptar que tú eres la respuesta de Dios a la súplica
incesante que le hace su pueblo, como eco de la incisiva exhortación de Jesús: ‘La mies es abundante y los obreros pocos; rueguen pues al dueño de la mies que mande obreros a su mies’. En tercer lugar, te asaltará el temor ante tamaña responsabilidad, por ser consciente de tus límites, carencias, deficiencias de los que de hoy en más serán tus hermanos en el presbiterio y las dificultades actuales por las que pasa la Iglesia”.
Asimismo, pidió a los laicos y sacerdotes, que “sigamos rezando y trabajando por las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, a fin de que a nuestra diócesis no le falten humildes, sabios y santos servidores del pueblo de Dios, dispensadores de los sacramentos y verdaderos artesanos de la caridad cristiana”.
También rogó “a la Santísima Virgen del Valle que cubra en todo momento con su manto materno a nuestro hermano Cayetano para que sea sacerdote según el Corazón de Cristo, siempre cercano a los pobres,
enfermos y golpeados por la dureza de la vida y la indiferencia de los demás. Que sea fiel al Señor que lo llamó y dé testimonio de esta fidelidad en un mundo descreído de ella. Que haga de su vida una diaria oración y ofrenda al Buen Padre Dios para ser ante los demás un auténtico maestro de relación con Dios, con el prójimo y con la creación. Y que llegue a ponerse a la altura de la humildad, sabiduría, pobreza, generosidad, sacrificio, abnegación y servicio de nuestro querido comprovinciano el Venerable Padre Esquiú, de quien ya tenemos en esta Catedral Basílica unas reliquias, para Gloria de Dios y santificación de la Iglesia”.
Continuando con la liturgia, Cayetano Lencina prometió obediencia y respeto al Obispo y a sus sucesores, y se postró en el suelo mientras la asamblea cantaba las letanías de los santos. Seguidamente, se realizó la imposición de las manos por parte del Obispo y de todos los sacerdotes presentes. 
En un emotivo momento, Mons. Urbanc ungió las manos de Cayetano con el Santo Crisma y luego fue revestido por sus padrinos sacerdotes con la estola y la casulla. También recibió el cáliz y la patena, y con un fuerte aplauso de los presentes, pasó a formar parte de los celebrantes en el altar.
La celebración continuó de la forma acostumbrada; y después de la comunión, el flamante sacerdote se consagró a la Virgen del Valle y recibió una bendición especial del Obispo.
De esta manera, la Iglesia catamarqueña participó con alegría de otro gran acontecimiento, sumado al vivido el día anterior con el recibimiento de las reliquias de Fray Mamerto Esquiú, actualmente expuestas en la Catedral Basílica.