Misa
por las Mujeres y la Vida
Bajo el lema “Sí a la Mujer,
sí a la Vida”, durante la mañana del domingo 8 de marzo, se celebró la Misa en
la Basílica de Nuestra Señora de Luján.
Compartimos la homilía de
Monseñor Oscar V. Ojea, Obispo de San Isidro y Presidente de la Conferencia
Episcopal Argentina.
“En este tiempo de Cuaresma
que nos llama a la conversión del corazón preparándonos para la Pascua, hemos
sido convocados por nuestra Madre de Luján, Patrona del Pueblo Argentino.
Venimos desde diversos
rincones de la Patria, para ponernos bajo su mirada con la confianza y la
esperanza de los hijos.
Vivimos una situación
extremadamente delicada.
Hoy nuestro país tiene altos
niveles de pobreza e indigencia. Para dar solo un dato en Argentina hay por lo
menos 4.400 villas o barrios precarios. En ellos casi la mitad de sus habitantes
son niños, niñas y adolescentes que necesitan alimentarse y nutrirse bien.
Muchos de esos
lugares no tienen agua potable y sabemos que el agua es salud.
Vivimos un tiempo donde es
necesario discernir prioridades y no elegir temas que enfrenten a los
ciudadanos de a pie de modo tal que esto atente contra la fraternidad y contra
la posibilidad de tener un horizonte común como pueblo.
Sin fraternidad no hay
pueblo. Es bueno hacer memoria de aquella estrofa de nuestro poema nacional que
se ha convertido en lema y en programa “los hermanos sean unidos porque esa es
la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si
entre ellos pelean los devoran los de afuera”.
Si no hay fraternidad
siempre habrá buitres dispuestos a rapiñar nuestro país.
En esta Eucaristía venimos a
celebrar y a agradecer, unidos al sentir de tantas personas en el mundo en este
día internacional de la mujer, la vida de tantas mujeres. Madres, abuelas, hermanas,
amigas, compañeras de trabajo, de estudio, vecinas. Valoramos su presencia insustituible
en las familias y celebramos el lugar cada vez más amplio que tienen en nuestra
sociedad.
Venimos a pedir por todas
las mujeres para que se respete su vida, su integridad y sus derechos,
superando todo tipo de exclusión. Por eso hemos elegido como lema de este encuentro
Eucarístico: Sí a las mujeres, sí a la vida.
Pero de un modo especial,
queremos celebrar y agradecer, la cercanía y el compromiso de las mujeres con
la vida. Esa vida amada entrañablemente por Dios cuyo amor se hace pleno y definitivo
al tomar Él mismo nuestra propia carne en el seno de María para bendecirla y acompañarla
en todo su camino.
Ella acepta la vida en su
regazo, con una fe totalmente abandonada en Dios, con un enorme coraje y una
lúcida inteligencia.
Nosotros hemos tenido la
dicha de conocer mujeres parecidas a Ella. Mujeres inteligentes y valientes que
se juegan la vida día a día, esa vida que se anunció alguna vez en un embarazo
no planeado, que tal vez no llega en el mejor momento pero totalmente
entregadas a acompañar ese nuevo ser que han recibido.
Millones de argentinos y
argentinas, creyentes y no creyentes, tienen la profunda convicción de que hay
vida desde la concepción y que una persona distinta de su madre va
desarrollándose en su seno. Es injusto y doloroso llamarlos anti-derechos o
hipócritas.
En realidad valoramos y
defendemos los derechos de toda vida y de cada vida. De toda mujer y de cada
niño o niña por nacer.
Hacemos nuestras las
palabras del Papa Francisco en la carta a los jóvenes sobre la defensa de la
dignidad de las mujeres: “Una Iglesia viva puede reaccionar prestando atención
a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e
igualdad. Puede recordar la historia y recorrer una larga trama de
autoritarismos de parte de los varones, de sometimiento y de diversas formas de
esclavitud, de abuso y de violencia machista” (CHV 42).
Deploramos con todas las
fuerzas de nuestro corazón la crueldad de los femicidios y todo tipo de
violencia y discriminación ejercida contra las mujeres. Condenamos el abuso en todas
sus formas sexual, psicológico, y de poder, cualquiera sea el ámbito en el que
se produzca, en la familia, en el trabajo, la escuela, en la calle y
dolorosamente lo decimo también en la Iglesia. Renovamos en esta Eucaristía
nuestro compromiso de desterrar de entre nosotros una cultura que pueda
favorecer el encubrimiento y cualquier tipo de silencio cómplice ante este
delito.
Pero con la misma pasión con
la que afirmamos esto último, decimos también que no es lícito eliminar ninguna
vida humana como afirma nuestra Constitución Nacional. La violencia y la muerte
son exactamente lo contrario del proyecto de Jesús. La vida es el primer derecho
y sin él no puede darse ninguno más. Lo reclamamos para todos en cualquier edad
o situación en la que se encuentre esa vida y de un modo especial para quien se
halla débil, desprotegido e indefenso.
El Santo Padre, en su
encíclica Laudato Si´, nos invita a construir juntos una cultura del cuidado
que se oponga al maltrato con el que esta cultura tecnocrática está castigando
al planeta y a los pobres. Gracias a Dios, los jóvenes están creciendo en una sensibilidad
nueva con respecto a la crisis socio ambiental a la que se encamina toda la
humanidad.
Para lograr un sano
equilibrio que sostenga nuestros ecosistemas no podemos descartar ninguna
especie vegetal ni animal ya que todo está conectado y cada ser ´por minúsculo que
sea contribuye a la armonía del todo. Si por respeto a la biodiversidad no
podemos descartar la riqueza enorme de cada partícula de la naturaleza, cuanto
más se aplica esto al respeto por la vida de cada ser humano por más pequeño
que sea.
Si se pierde la sensibilidad
personal y social para acoger una nueva vida, nos dice el Papa emérito
Benedicto (Caritas in Veritate 28), también se marchitan otras formas de
acogida provechosas para la vida social.
Respecto de este tema y de
todos los temas proponemos que el diálogo sea el camino de los debates sociales
en nuestra Argentina, que se puedan analizar la complejidad de las situaciones
desde el respeto, el discernimiento y la razón y no desde la dialéctica
emocional de quien se impone y silencia al que piensa y siente distinto. La
descalificación y la estigmatización no hacen más que profundizar las
divisiones entre los argentinos.
Con este espíritu apoyamos
la implementación de una educación sexual verdaderamente integral que fomente y
capacite la decisión libre de concebir una vida humana respetando los idearios
de las instituciones educativas como lo afirma la Ley actual.
Adherimos a una política que
reconozca en la sociedad la igual dignidad de varones y mujeres profundizando
en las causas de la violencia de género generando nuevas pautas de conducta y
de respeto.
Acompañaremos todas las
políticas sociales que favorezcan la atención a la mujer embarazada especialmente
en situaciones de conflicto y de extrema vulnerabilidad.
Ya lo estamos haciendo en
muchas de nuestras comunidades a través de los hogares del abrazo maternal y de
otros espacios de atención a las mujeres.
El lema de este encuentro es
Sí a las mujeres, Sí a la vida.
Ellas son las primeras
maestras en el aprendizaje de una cultura del cuidado. Necesitamos que ellas
nos enseñen a cuidar la vida don de Dios con el cual tienen una cercanía
privilegiada Le pedimos a nuestra Madre que nos enseñe una verdadera pedagogía
del cuidado, que nos preserve de la conciencia aislada e individualista y del
deterioro de nuestros vínculos y que nos guíe por el camino de la fraternidad
que es el camino del evangelio.
Que Ella nos enseñe a cuidar
la vida.
Amen”.