Devolver
a las mujeres el pleno
respeto de su dignidad
Durante la noche del domingo
8 de marzo, los catamarqueños se unieron a la convocatoria de la Conferencia
Episcopal Argentina, para pedir por las Mujeres y la Vida, durante la Misa
celebrada en la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle.
La Eucaristía fue presidida
por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Pbro. Sebastián
Vallejo y el Diácono Sergio Colósimo, con la participación de gran cantidad de
fieles que colmaron el templo, muchos de los cuales confluyeron en la Casa de
la Virgen, luego de participar de la marcha en adhesión a la iniciativa de la
Iglesia en Argentina, bajo el lema “Sí a la Mujer, Sí a la Vida”.
En parte de su homilía de
este 2° domingo de Cuaresma, el Obispo se remitió al libro del
Génesis que
narra la creación del mundo y del ser humano citando: “Creó Dios al ser humano
a imagen suya; a imagen de Dios lo creó: varón y mujer los creó” (Gn 1,27).
Entonces, señaló que la
narración bíblica dice: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una
ayuda adecuada”, aclarando que “se trata de una ayuda ‘recíproca’. Varón y
mujer son complementarios. Lo femenino realiza lo humano, tanto como lo
masculino, pero con matiz diverso y complementario”. Y luego agregó: “Cuando la
Biblia habla de ‘ayuda’, no lo reduce al ámbito del obrar, sino que se
orienta
al ser. Sólo gracias a la dualidad de lo ‘masculino’ y de lo ‘femenino’ lo ‘humano’
se realiza plenamente”.
Más adelante, expresó que
“por eso, demos gracias a la Santísima Trinidad por el ‘misterio de la mujer’ y
por cada mujer, por las ‘maravillas de Dios’, que en la historia de la
humanidad se han realizado en ella y por ella. Demos gracias a Dios por lo que
representa cada mujer en la vida de la humanidad”.
¿Ha
sido comprendido el mensaje de Jesús?
“Pero dar gracias no basta.
Por desgracia somos herederos de una historia de colosales
condicionamientos
que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la
mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada
frecuentemente e incluso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser
profundamente ella misma y ha empobrecido a la humanidad entera de auténticas
riquezas espirituales. No es fácil señalar responsabilidades precisas que, a lo
largo de los siglos, han plasmado mentalidades e instituciones, de las que no
está exenta la Iglesia. De allí que el tema de la liberación de la mujer de
toda forma de abuso y de dominio tiene un mensaje de perenne
actualidad, el
cual brota de la actitud misma de Cristo, el cual, superando las normas
vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en relación con la mujer una actitud de
apertura, de respeto, de acogida y de ternura. De esta manera honraba en la
mujer la dignidad que tiene desde siempre, en el proyecto y en el amor de Dios.
Habremos de preguntarnos, entonces, a inicios del tercer milenio ¿qué parte del
mensaje de Jesús ha sido comprendido y llevado a término?”, expresó.
Luego de otras
consideraciones, sostuvo: “¡Cuántos obstáculos, en tantas partes del
mundo,
impiden aún a las mujeres su plena inserción en la vida social, política y
económica! Muy a menudo es penalizado, más que gratificado, el don de la
maternidad, al que la humanidad debe su misma supervivencia. Aún queda mucho
por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es
urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la
persona y por tanto igualdad de salario respecto de igualdad de trabajo, tutela
de la trabajadora-madre, justas promociones en la carrera, igualdad de los
esposos en el derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los
derechos y deberes del ciudadano en un régimen democrático”.
“Cómo no volver la mirada,
en este día y cada día, hacia la Virgen María, la máxima expresión del ‘genio
femenino’, para hallar en Ella una fuente de continua inspiración...”,
manifestó.
Al final pidió: “Oremos con
insistencia al Buen Dios, para que por parte de todos los actores de la
sociedad, y, sobre todo, en las familias, se haga lo necesario para devolver a
las mujeres el pleno respeto de su dignidad y de su rol en la vida y felicidad
humana”.