Homenaje del ámbito de la Salud con bendición de ambulancias
“Los
agentes sanitarios cristianos deben convertirse en una caricia de Dios para sus
hermanos enfermos”, dijo el Obispo citando al Papa Benedicto XVI.
En la noche del jueves 30 de
noviembre, día en que la Iglesia celebra a San Andrés, apóstol, rindieron su
homenaje a la Madre del Valle, Sanatorios, Hospitales, Maternidad, Círculo
Médico, Colegio de Profesionales en Psicomotricidad de Catamarca,
Farmacéuticos, Odontólogos, Kinesiólogos, Anestesistas, Psicólogos,
Bioquímicos, Colegio Profesional de Enfermería, OSEP, Geriátricos, LALCEC, ONG
Corazón con Agujeritos y Soles; SAME, ECA y EMICA; y Pastoral de la Salud y
Pastoral de las Adicciones.
La ceremonia litúrgica fue
presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por los
padres Gustavo Flores y Ramón Carabajal, rector y capellán del Santuario
mariano, respectivamente.
Participaron autoridades de
la Salud provincial, entre ellas la ministra, Dra. Manuela Ávila, la secretaria
de Salud Pública, Yohana Carrizo, la directora de Asistencia Sanitaria, Dra.
Daniela Ayala, el director del SAME, Dr. Nicolás Orellana; y municipal,
encabezadas por la subsecretaria de Salud, Dra. Fernanda Lagoria, entre otras; personal
que se desempeña en los distintos centros sanitarios y demás alumbrantes.
El
ejemplo del Patrono de los Enfermeros
En su homilía, Mons. Urbanč
saludó especialmente a los alumbrantes de esta celebración, y continuación se
refirió al santo argentino Artémides Zatti, patrono de los enfermeros en
nuestro país, que se había contagiado de tuberculosis e hizo una promesa a la
Virgen de que si alcanzaba la curación se dedicaría el resto de su vida al
cuidado de los enfermos. “Y así lo hizo, con alegría, generosidad y
excelencia”, señaló, mencionando aquella frase que el santo repetía siempre:
“Creí, prometí, sané”. Más adelante indicó que “san Artémides procuraba la
sanación integral de quienes recurrían a él. Su vida empezaba con oración, Misa
diaria, atención de los internados en el hospital, visita con su bicicleta a
los domicilios, rezo del santo Rosario, meditación de la Palabra de Dios,
oración y descanso” y acotó: “Les hice esta breve alusión a Don Zatti para
motivarlos a ser santos, pues él repetía a todos que nacimos para ser santos”.
“Los agentes sanitarios
cristianos deben convertirse en una caricia de Dios para sus hermanos enfermos,
decía el Papa Benedicto XVI”, les refirió luego.
Pastoral
de la Salud
Posteriormente, sostuvo: “La
Pastoral de la Salud es un ámbito evangélico por excelencia que recuerda la
obra de Jesús, buen samaritano de la humanidad, y saca continuamente su fuerza
de la Eucaristía para socorrer eficazmente al ser humano y promoverlo, según la
dignidad que le es propia. Por eso, qué bueno cuando en los hospitales y en las
clínicas, la capilla es el corazón palpitante en el que Jesús se ofrece
intensamente al Padre celestial por la vida de la humanidad. La Eucaristía,
distribuida con dignidad y con espíritu de oración a los enfermos, es savia
vital que los consuela e infunde en su espíritu luz interior para vivir con fe
y con esperanza la condición de enfermedad y de sufrimiento”.
Pastoral
de las Adicciones
Después se refirió a la
atención del drama de las adicciones. “Hay que estar ahí -manifestó- abrazando
las vidas rotas con compromiso de amor, andando los pasos que nos llevan a la
edificación de comunidades que generan vínculos de confianza y superación, espacios
donde es posible vivir mejor y donde nadie queda afuera. La clave está en dar
siempre lugar a la esperanza. Miremos y escuchemos con ternura a quienes
padecen adicciones. Seamos instrumentos de paz y reparación encarnando en
gestos concretos la presencia de Jesús ante el sufrimiento que causan las
drogas en tantas vidas de nuestro mundo, de nuestro continente, de nuestros
países y comunidades barriales. Gracias a Dios en Catamarca, con mucho
sacrificio, sostenemos dos servicios: Hogar de Cristo y Cenáculo”.
San
Andrés
Hacia el final, se refirió a
San Andrés, apóstol y mártir, cuya fiesta litúrgica se celebra cada 30 de
noviembre. “Es el primer convocado por Jesús, quien a su vez convoca a su
hermano Simón Pedro. La Iglesia honra con gratitud y alegría a los doce
apóstoles, porque nuestra fe es apostólica. Nosotros creemos lo que ellos
creyeron y anunciaron con su predicación y vida. Ellos fueron convocados por
Jesús para que estuvieran con Él y para enviarlos a anunciar la Buena Noticia
de la Salvación”, enseñó. Y alentó: “Como cristianos, deseamos cumplir la
voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es que todos se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad”.
Invocación
a la Virgen
Por último, invocó a la Virgen,
Reina de los Apóstoles: “Ayúdanos a ser alegres mensajeros de la Vida, la
Verdad, el Amor, la Justicia, el Perdón, la Misericordia, la Santidad y la Paz.
Que no tengamos miedo al qué dirán, al desprecio, a la persecución, al
sufrimiento y a la muerte por causa de Jesucristo y los valores del Reino. Que
nos ocupemos de los sufrientes de este mundo: enfermos, ancianos, adictos,
menesterosos, analfabetos, indocumentados, abusados, refugiados,
discapacitados, etc., anunciándoles el amor misericordioso de Dios por medio de
nuestra cercanía, compromiso, caridad y ternura. Que valoremos el tesoro de la
fe cristiana que se nos regaló en el bautismo”. Por último, pidió que acoja “a
tantos peregrinos que llegarán en estos días a agradecerte y a suplicarte por
sus necesidades con una fe viva, una esperanza firme y un amor entrañable”.
Bendición
en el Paseo de la Fe
Finalizada la celebración
eucarística, el Obispo se dirigió hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo las
ambulancias destinadas al traslado de los pacientes y al personal que se
conduce en ellas para la atención.
Este momento fue rubricado
por el sonido de las sirenas de los móviles sanitarios, ante el aplauso de los
presentes.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y
peregrinos:
En este segundo día de la
novena se nos propuso reflexionar acerca de que seamos una “comunidad abierta y
acogedora que escucha y dialoga”. Realmente un gran desafío que nos propone el
camino sinodal, que nos interpela a un gran esfuerzo de conversión permanente y
oración fervorosa.
Hoy rinden su homenaje a la
Virgen del Valle, quienes trabajan en el ámbito de la salud y de las
adicciones. Que el Señor Jesús y la Virgen les sigan ayudando en este servicio
tan delicado dentro de la sociedad.
Voy a comentar con ustedes
una frase que recordaba siempre san Artémides Zatti, el patrono de los
enfermeros en Argentina: “Creí, prometí, sané”. Él se había contagiado de
tuberculosis e hizo una promesa a la Virgen de que si alcanzaba la curación se
dedicaría el resto de su vida al cuidado de los enfermos. Y así lo hizo, con
alegría, generosidad y excelencia. De aquí surge el dicho. Es primordial creer
en el poder de Dios; Jesús en el evangelio nos dice: Cuando pidan algo en la
oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán (Mc 11,24). Y en la primera
lectura hemos escuchado: Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu
corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe
del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la
salvación (Rom 10,9-10). También es necesario prometer un cambio sustancial en
la vida de uno. El resultado final es no sólo la curación del cuerpo sino
también de todo el ser. Y así san Artémides procuraba la sanación integral de
quienes recurrían a él. Su vida empezaba con oración, Misa diaria, atención de
los internados en el hospital, visita con su bicicleta a los domicilios, rezo
del santo Rosario, meditación de la Palabra de Dios, oración y descanso… Les
hice esta breve alusión a Don Zatti para motivarlos a ser santos, pues él
repetía a todos que nacimos para ser santos.
Los agentes sanitarios
cristianos deben convertirse en una caricia de Dios para sus hermanos enfermos,
decía el Papa Benedicto XVI.
Los cristianos que trabajan
en la salud deben saber que hay un lazo íntimo e indisoluble entre la calidad
de su servicio profesional y la virtud de la caridad a la que Cristo les llama:
con el buen cumplimiento de su trabajo llevan precisamente a las personas el
testimonio del amor de Dios.
La salud del ser humano, de
todo el ser humano, fue el signo que Cristo eligió para manifestar la cercanía
de Dios, su amor misericordioso que cura el espíritu, el alma y el cuerpo.
La pastoral de la salud es
un ámbito evangélico por excelencia que recuerda la obra de Jesús, buen
samaritano de la humanidad, y saca continuamente su fuerza de la Eucaristía
para socorrer eficazmente al ser humano y promoverlo, según la dignidad que le
es propia. Por eso, qué bueno cuando en los hospitales y en las clínicas, la capilla
es el corazón palpitante en el que Jesús se ofrece intensamente al Padre
celestial por la vida de la humanidad. La Eucaristía, distribuida con dignidad
y con espíritu de oración a los enfermos, es savia vital que los consuela e
infunde en su espíritu luz interior para vivir con fe y con esperanza la
condición de enfermedad y de sufrimiento.
En cuanto al abordaje del
flagelo de las adicciones, es necesario "mirar y escuchar con
ternura" a las personas que padecen adicciones y realizar "gestos
concretos ante su sufrimiento". Hay que estar ahí, abrazando las vidas
rotas con compromiso de amor, andando los pasos que nos llevan a la edificación
de comunidades que generan vínculos de confianza y superación, espacios donde
es posible vivir mejor y donde nadie queda afuera. La clave está en dar siempre
lugar a la esperanza. Miremos y escuchemos con ternura a quienes padecen
adicciones. Seamos instrumentos de paz y reparación encarnando en gestos
concretos la presencia de Jesús ante el sufrimiento que causan las drogas en
tantas vidas de nuestro mundo, de nuestro continente, de nuestros países y
comunidades barriales. Gracias a Dios en Catamarca, con mucho sacrificio,
sostenemos dos servicios: Hogar de Cristo y Cenáculo.
Por último, reflexionemos
sobre la fiesta litúrgica de este día: San Andrés, apóstol y mártir. Es el
primer convocado por Jesús, quien a su vez convoca a su hermano Simón Pedro. La
Iglesia honra con gratitud y alegría a los doce apóstoles, porque nuestra fe es
‘apostólica’. Nosotros creemos lo que ellos creyeron y anunciaron con su
predicación y vida. Ellos fueron convocados por Jesús para que estuvieran con
Él y para enviarlos a anunciar la Buena Noticia de la Salvación.
Ahora bien, los servicios de
mensajería parece que ya no son tan populares como hace unos años, en que todo
se entregaba en mano y en persona. Ahora los emails, whatsapps, scans, y toda
clase de tecnología, hacen que “los pies del mensajero”, tan bellos según el
profeta, se conviertan en pulsaciones de teclas… Darle a la tecla de enviar y
ya está el ángel en marcha. Y nosotros sentados cómodamente ante la pantalla.
San Andrés, apóstol es
famoso por su convicción de las palabras de Jesús de que el discípulo no puede
ser mayor que su maestro… ni siquiera igual. Y, por lo tanto, pidió no ser
crucificado de la misma manera, sino de otra algo más difícil: en forma de
equis o de aspa.
Esto nos deja con un gran
dilema. Tenemos que vivir en nuestro mundo y tenemos que usar los medios a
nuestro alcance (distintas redes de las que usaba Andrés, claro está, pero
redes al fin) para llevar el mensaje que debemos entregar; pero no deberíamos
buscar lo más fácil. Claro que, pensándolo bien, ¿Quién ha dicho que hacer el
anuncio de la Buena Noticia de Cristo sea tan fácil como pulsar un botón? ¿Quién
ha dicho que nuestro mundo descreído y desmoralizado sea un campo de misión más
fácil que el de Andrés y los demás apóstoles? Sin embargo, a los cristianos no
se nos pide en el envío que calculemos lo fácil o difícil que pueda resultar la
misión. Sabemos que la misión va a ser difícil, siempre lo ha sido y siempre lo
será, sean como sean las redes que utilicemos… Como cristianos, deseamos
cumplir la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es que todos se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad. Pero, ¿cómo creerán si no han oído hablar
de Él? Y ¿cómo oír hablar de Él si no se les predica? Y, ¿quiénes predicarán si
no se los envía? (Rom 10,14-15). A nosotros, sí, a nosotros, los pescadores
modernos sumidos en redes sociales complicadas y a veces llenas de nudos. “Y
dejando las redes, lo siguieron”. Un movimiento tan inmediato ahora como en
aquel tiempo. Lo que tendremos que hacer es decidir (y ya) cuáles son las redes
que tenemos que dejar y cuáles las que debemos tomar al ser enviados. No hay
escapatoria; porque, como a Andrés, el Señor nos llama por nuestro nombre a ser
mensajeros. Qué hermosos los pies del mensajero… o los dedos, el corazón, la
palabra, el compromiso, el testimonio, la acción, el servicio… de nosotros, los
mensajeros que llevamos el anuncio de fe y salvación… Tan difícil hoy como
ayer… tan urgente hoy como ayer…o más.
Querida Madre del Valle, Tú
eres la Reina de los Apóstoles, ayúdanos a ser alegres mensajeros de la Vida,
la Verdad, el Amor, la Justicia, el Perdón, la Misericordia, la Santidad y la
Paz.
Que no tengamos miedo al qué
dirán, al desprecio, a la persecución, al sufrimiento y a la muerte por causa
de Jesucristo y los valores del Reino.
Que nos ocupemos de los
sufrientes de este mundo: enfermos, ancianos, adictos, menesterosos,
analfabetos, indocumentados, abusados, refugiados, discapacitados, etc.,
anunciándoles el amor misericordioso de Dios por medio de nuestra cercanía,
compromiso, caridad y ternura.
Que valoremos el tesoro de
la fe cristiana que se nos regaló en el bautismo y que nos incorporó a la
Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Y que sepamos que la Fe es
‘don y tarea’.
Por último, Madre bendita,
acoge benigna a tantos peregrinos que llegarán en estos días a agradecerte y a
suplicarte por sus necesidades con una fe viva, una esperanza firme y un amor
entrañable. Amén
¡¡¡Viva la Virgen del
Valle!!!
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